Los hijos del abismo
Gra?a Machel habla en Madrid de ni?os en guerra y de su amigo Mandela
Est¨¢ hecha a los tragos fuertes. Gra?a Machel qued¨® viuda en 1986 del l¨ªder mozambique?o Samora Machel, tras un accidente a¨¦reo probablemente provocado por el r¨¦gimen racista surafricano. Como ministra de Educaci¨®n de su pa¨ªs tuvo que lidiar con un oc¨¦ano de analfabetismo y miseria. Ahora, como relatora de la ONU, ha terminado, tras dos a?os de viajes y datos atroces, su informe sobre el Impacto del Conflicto Armado en los Ni?os, que la Asamblea General aprobar¨¢ pr¨®ximamente. Ha venido a Espa?a -invitada por la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR), que acaba de publicar el libro Erase una vez la paz sobre los ni?os-soldado en el que colaboran artistas como Barcel¨®, Delibes, Garc¨ªa M¨¢rquez, Chillida, Gordimer, Mahfuz- para operar a su hija de una afecci¨®n ocular. Es una mujer dulce y fuerte, amiga ¨ªntima de Nelson Mandela. "No me casar¨¦ de nuevo. Mi marido es Samora y mi pa¨ªs Mozambique", suele decir.Seg¨²n el informe Machel, en 10 a?os han muerto dos millones de ni?os, seis millones fueron heridos, cientos de miles enrolados como combatientes. "Es mucho peor de lo que imaginaba cuando empec¨¦ a reunir datos", dice Machel. "Pensaba que no pod¨ªa ver nada peor que Mozambique. Siempre creemos saber lo que les pasa a los ni?os cuando su mundo es arrasado, porque contamos con cifras; pero no tenemos ni idea de lo que queda de un ni?o tras tanta atrocidad, tras ver morir a sus familiares, ver arder ¨¢rboles que siempre conoci¨®, empu?ar quiz¨¢ ¨¦l mismo un arma".
Machel habla con las tripas y el coraz¨®n: "La mirada de un ni?o tras la guerra es un abismo. Son como hijos del abismo. Sobreviven, pero por dentro est¨¢n rotos, y rotos todos sus v¨ªnculos familiares y sociales. Por ejemplo, los menores que hab¨ªa refugiados en Zaire habr¨¢n pasado antes por siete u ocho campos de desplazados, y en dada uno habr¨¢n ido perdiendo pedazos de humanidad. Reconstruirles como personas ser¨¢ tit¨¢nico".'
El trabajo dirigido por Machel propone medidas concretas por parte de la ONU, de instituciones regionales como la OUA, del Consejo de Europa y de Gobiernos implicados en conflictos. Ella sabe que hay un descorazonamiento mundial por la impotencia de la ONU. "Trabajar desde dentro te hace ver las dificultades que hoy atraviesa la ONU, pero la ONU no es abstracta, es responsabilidad de cada pa¨ªs, de cada ciudadano. Est¨¢ burocratizada. Pero la necesitamos. Hay que recuperar el alma de la ONU y agilizar su funcionamiento".
El corte de fondos del Vaticano al Unicef, por discrepancias con la pol¨ªtica de planificaci¨®n familiar, le parece "desastroso. El Vaticano", a?ade, 11 sabe que sus posturas son una referencia. Resulta extramadamente urgente un entendimien¨ªo con el Unicef, que en 50 a?os ha hecho mucho bien a los ni?os y a las mujeres.
No ve un pa¨ªs mod¨¦lico en reinsertar a los ni?os-soldado o a los desplazados, pero no es pesimista, porque su periplo le ha permitido conocer ejemplos esperanzadores. "Hay buenas pr¨¢cticas", dice. "Mozambique ha tenido ¨¦xito en reunificar a las familias. En L¨ªbano la iniciativa de los j¨®venes ha unido comunidades anta?o en guerra. En Colombia una votaci¨®n juvenil dio 2,5 millones a favor de la paz, y es gente nacida en medio de una violencia de anos. Todo eso ayuda a saber que el remedio es posible".
Aunque el informe recomienda designar un representante especial de la ONU para vigilar la aplicaci¨®n de medidas, asegura que ella misma no quiere ser esa persona. "Vigilar el posconflicto es clave, porque la gran aventura es reconstruir la vida", explica. "Pero no quiero ser yo; necesito concentrarme en Mozambique". Pero, aunque arda en deseos de volver a instalarse en su pa¨ªs, sus visitas a Sur¨¢frica son frecuentes. A¨²n hace un a?o era remisa a divulgar su relaci¨®n con Nelson Mandela. Hoy, con una sonrisa feliz y un silencio de lo m¨¢s otorgador, no reh¨²yelas bromas.
Como involuntariamente intercala ya en su portugu¨¦s frecuentes expresiones inglesas, tiene que aguantar que se le pregunte si cierto ciudadano surafricano maneja un nivel comparable de portugu¨¦s. "Bueno, la verdad es que el xjosa [idioma natal de Mandela] es tan duro que les permite hablar antes afrikaans [lengua de los descendientes de los b¨®ers, procedente del holand¨¦s] que algo tan dulce como el portugu¨¦s".
?Alguien tendr¨ªa que corregir eso? Se r¨ªe con una mezcla de pudor y picard¨ªa. "Alguien, alguien", dice.
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