Aires ausentes de Pl¨¢cido Domingo

Hace cinco a?os, Pl¨¢cido Domingo impuls¨® la Gala de Reyes, en la que esta vez ha estado ausente al encontrarse actuando en Toronto. Sin embargo, el programa, su aire y su tono estaban llenos de resonancias dominguistas. Hubo un dato especial: la dedicaci¨®n del concierto a Pablo Soroz¨¢bal, de cuyo nacimiento se cumple un siglo, medida que alcanza tambi¨¦n la vida del Orfe¨®n Donostiarra.Tras el saludo vasco del Agur jaunak, en versi¨®n de Olaizola, Ainhoa Arteta, Olatz Saitua-Iribar (sopranos) e I?aqui Fres¨¢n (bar¨ªtono) ofrecieron excelentes interpretaciones de c¨¦lebres romanzas de Soroz¨¢bal: La del manojo de rosas, Don Manolito y La tabernera del puerto. Fres¨¢n cant¨® con nobleza y brillantez vocal la canci¨®n de La linda tapada, de Alonso, y el vals del Caballero de Gracia, de La Gran V¨ªa, de Chueca, ra¨ªz de lo castizo; Arteta dio lecciones de elegante gitanismo en La marchenera, de Moreno Torroba, y la Saitua, apoyada en los pentagramas de Guridi, elev¨® el tono de la noche con un precioso fragmento de Miretxu. El coro donostiarra, que dirige Sainz Alfaro, hizo a las mil maravillas la escena madrile?a de Don Manolito,; el zortziko Maite, igualmente de Soroz¨¢bal; el villancico popular Oh Bel¨¦n, tratado por Tom¨¢s Arag¨¹es, y las seguidillas de La verberna de la Paloma, de Bret¨®n.

Entre sainete y zarzuela, el pianista bilba¨ªno Joaqu¨ªn Ach¨²carro protagoniz¨® el Concierto en sol, de Mauricio Ravel, vasco del otro lado de la frontera, que gustaba del juego de pelota y de la espatadanza. Ach¨²carro toc¨® como quien es: uno de los grandes del pianismo espa?ol. Cant¨® muy hondamente el maravilloso tiempo central y abord¨® fulgurantemente el final, mientras en el primer movimiento nos descubri¨® los elementos vascongados que, impl¨ªcitos o expl¨ªcitos, anidan en la p¨¢gina. A todos y cada uno, en un g¨¦nero o en otro, sum¨® el director Enrique Garc¨ªa Asensio su buen oficio y su saber al frente de la Sinf¨®nica de Madrid, cuya solista de corno merece una cita de m¨¢ximo honor por su intervenci¨®n en Ravel.