El espejismo de la reforma laboral
Numerosos estudios niegan que la desregulaci¨®n laboral cree empleo
, Uno de cada cinco espa?oles que desea trabajar no encuentra empleo. La dificultad para ofrecer una respuesta r¨¢pida a este grave y acuciante desaf¨ªo es quiz¨¢ la raz¨®n por la que cuaja con tanta facilidad toda suerte de t¨®picos sobre el paro y la ocupaci¨®n. El desespero facilita a que ya s¨®lo se conf¨ªe en f¨®rmulas milagrosas para resolver el principal problema del pa¨ªs. Ahora el ¨²ltimo mito, la f¨®rmula magistral dominante, es la reforma del mercado laboral. Pero la econom¨ªa se resiste a las curas milagrosas y m¨¢s a¨²n si todo se f¨ªa a un cambio legal tan limitado como el coste del despido. La econom¨ªa se mueve por otros est¨ªmulos. Para no perder el mundo de vista es bueno recordar que la econom¨ªa espa?ola, con el mismo marco legal, cre¨® m¨¢s de 500.000 empleos en 1987 y destruy¨® casi 400.000 en 1993.
> 1. Desregulaci¨®n y bienestar. "La desregulaci¨®n de los mercados laborales, tanto en la fijaci¨®n de salarios como en las condiciones contractuales, facilitar¨¢ la creaci¨®n de empleo y de este modo contribuir¨¢ a una mejora del nivel de vida". ?ste es uno de los mitos sobre la ocupaci¨®n que se?ala el economista Jordi Gual en su reciente libro El reto social de crear empleo, en el que han participado tambi¨¦n otros profesores del IESE. Gual advierte que "el problema fundamental de la desregulaci¨®n de los mercados de trabajo no es que no genere m¨¢s empleo. Es probable que el empleo aumente. El asunto clave aqu¨ª es", precisa, "si esta desregulaci¨®n puede ser ¨²til para conseguir el objetivo ¨²ltimo de la creaci¨®n de empleo: la mejora del nivel de vida para una amplia mayor¨ªa de la poblaci¨®n". En opini¨®n de este economista hay motivos para "dudar de que la desregulaci¨®n total de los mercados de trabajo constituya la estrategia adecuada para crear puestos de trabajo que lleven a una mejora generalizada del bienestar". En este sentido cita la experiencia estadounidense, donde la mejora de la ocupaci¨®n ha ido acompa?ada de "un crecimiento de los grupos de poblaci¨®n marginados y fuertes aumentos de los ¨ªndices de pobreza y delincuencia".
> 2. Flexibilidad no implica desrequiaci¨®n. Las ventajas que puede aportar la flexibilidad para las empresas tampoco son una soluci¨®n para el empleo, seg¨²n indica el informe elaborado por Cranfield School of Management con la colaboraci¨®n de ESADE. Este informe asegura que "no existe evidencia convincente de que una mayor flexibilidad lleve a mayores niveles de empleo". El trabajo se?ala que existen pocos indicios de que la flexibilidad est¨¦ determinada por la legislaci¨®n. Tambi¨¦n sostiene que tanto los mercados laborales altamente regulados como los poco regulados demuestran niveles similares en el uso de la flexibilidad. A juicio de los autores, "¨¦ste es un descubrimiento vital, ya que sugiere que la protecci¨®n al empleado no es un obst¨¢culo para la flexibilidad". El trabajo no oculta que "el mayor beneficio de la flexibilidad en las empresas reside en el traspaso de costes y riesgos a los individuos y al Estado, o a la sociedad como un todo". Y advierte que "no es claro que las finanzas del Gobierno vayan a beneficiarse con un crecimiento de la flexibilidad". La flexibilidad comporta menos, salarios y, por tanto, menos ingresos para el fisco. "Una de las preguntas clave", precisan, "es si la mayor eficiencia de las organizaciones (empresariales) superar¨¢ el crecimiento de la inseguridad y los salarios bajos". Holanda, por ejemplo, ha flexibilizado su mercado laboral (34% de empleo a tiempo parcial), pero sin recortar los derechos de los trabajadores.
> 3. Espa?a crea empleo, pero insuficiente. Una de las paradojas m¨¢s sorprendentes, de estos d¨ªas es que el gran debate sobre la necesidad de desregular el mercado laboral como condici¨®n imprescindible para crear empleo coincide precisamente con un momento en el que la econom¨ªa espa?ola est¨¢ generando m¨¢s puestos de trabajo que la mayor¨ªa de pa¨ªses europeos que tienen leyes m¨¢s flexibles. Desde que se inici¨® la actual recuperaci¨®n econ¨®mica (el tercer trimestre de 1994) y hasta el tercer trimestre de 1996 (¨²ltimos datos disponibles) la econom¨ªa espa?ola ha generado m¨¢s de 700.900 empleos, seg¨²n indica la Encuesta de Poblaci¨®n Activa. Aunque los expertos consideran esta cifra exagerada por los cambios censales y rebajan el dato real en un 30% o 50%, la creaci¨®n efectiva de puestos de trabajo es importante y confirmada por otras fuentes. La Seguridad Social ha aumentado en 460.000 personas su n¨²mero de afiliados en los dos ¨²ltimos a?os. (el 3,8% en dos a?os). Tambi¨¦n la Contabilidad Nacional confirma esta tendencia para 1995 al registrar un aumento del 1,7% (v¨¦ase el cuadro 1).
> 4. Empleo fijo y empleo basura. La gran avalancha de contratos temporales est¨¢ eclipsando la creaci¨®n de empleo fijo. No es cierto que todo el empleo creado sea basura. No se debe confundir contratos con empleos. Decir que s¨®lo el 4% de las nuevas contrataciones son indefinidas no quiere decir que este sea el porcentaje de nuevos empleos fijos. En 1996 se efectuaron algo m¨¢s de ocho millones de contratos, seg¨²n el Inem. El 4% de estos contratos fueron indefinidos lo que significa que se crearon m¨¢s 300.000 empleos fijos aquel a?o. Una cifra insuficiente pero nada despreciable. El 96% restante de los ocho millones de contratos fueron temporales pero afectaron s¨®lo a unos cientos de miles de personas a causa de la gran rotaci¨®n. La duraci¨®n media de un nuevo empleo temporal es de tres meses y nueve d¨ªas. Con las ETT hay miles de contratos de un d¨ªa y miles de trabajadores con m¨¢s de 15 contratos por mes. A tenor de la EPA, durante los dos ¨²ltimos a?os el empleo neto (diferencia entre creado y destruido) aument¨® en 500.000 puestos de trabajo fijos y 235.000 temporales. Aunque la cifra real sea notablemente inferior por el citado error del censo, la proporci¨®n es indicativa. Dado el grado realmente de locura de rotaci¨®n de los trabajadores temporales, la receta necesaria en este caso tendr¨¢ m¨¢s que ver con regular que con desregular (cuadro 1).
> 5. Francia y Alemania son m¨¢s flexibles, pero destruyen empleo. ?Qu¨¦ ocurre con nuestros principales competidores? Francia y Alemania tienen un mercado laboral m¨¢s desregulado que el espa?ol, sin embargo, sus econom¨ªas no s¨®lo no crean ocupaci¨®n, sino que la destruyen. Alemania lleva destruyendo puestos de trabajo desde 1993. En los ¨²ltimos cuatro a?os ha perdido 660.000 empleos, (a los que hay que a?adir el medio mill¨®n del pasado enero). Alemania tiene 34 millones de trabajadores. En Francia la historia ha sido distinta, pero no mucho mejor. El a?o 1994 no fue malo y se crearon unos 205.000 empleos. En 1995, s¨®lo 125.000. En ambos casos la mayor parte temporales. Y el a?o pasado la econom¨ªa francesa empez¨® a destruir empleo. Las medidas de desregulaci¨®n en el sector p¨²blico aplicadas por Jupp¨¦ resultaron un fiasco para crear el mill¨®n de puestos de trabajo prometidos. Italia, que tiene un mercado laboral casi tan regulado como Espa?a, apenas crea empleo. En el ¨²ltimo a?o (octubre de 1996 respecto al mes de octubre anterior) la ocupaci¨®n s¨®lo ha crecido el 0,2% (40.000 puestos de trabajo), seg¨²n Ricardo Barbieri, de Morgan Stanley). Entre 1992 y 1995, perdi¨® m¨¢s de un mill¨®n de empleos (v¨¦ase cuadro 2).
> 6. El modelo ingl¨¦s: empleo y pobreza. El Reino Unido es el ¨²nico de los grandes pa¨ªses europeas al que se presenta como creador de ocupaci¨®n en estos ¨²ltimos a?os. Pero se trata de un empleo mayoritariamente precario y mal pagado. Desde que inici¨® la recuperaci¨®n en 1992, la econom¨ªa brit¨¢nica ha creado m¨¢s de un mill¨®n de puestos de trabajo. 692.000 son a tiempo parcial y unos 350.000 a jornada completa, pero la mayor parte de los ellos son temporales. En el Reino Unido hay 1,5 millones de trabajadores que ganan menos de 400 pesetas por hora de trabajo y seis millones que ganan menos de 1.200 pesetas por hora.
> 7. Desregulaci¨®n y pobreza. El escepticismo de los efectos de la desregulaci¨®n sobre el empleo no naci¨® ayer. A principios de 1995, un informe interno del Policy Perspective Group de la Comisi¨®n Europea ya llam¨® la atenci¨®n sobre este asunto. El informe se?ala que durante los ¨²ltimos 20 a?os todos los miembros de la Uni¨®n hab¨ªan tomado medidas para reducir o modificar en alguna forma la regulaci¨®n laboral. Pues bien, los autores sostienen que "no hay ninguna prueba que sugiera que la desregulaci¨®n del mercado laboral que se ha producido durante este periodo haya tenido un efecto positivo sobre el empleo". Es decir, la desregulaci¨®n no ha mejorado ni el empleo ni la productividad (ver cuadro 3).
El estudio precisa que los "pa¨ªses de la OCDE con mercados m¨¢s desregulados, como Estados Unidos, no se han comportado mejor que otros m¨¢s regulados, como Jap¨®n o los pa¨ªses escandinavos". A?ade que aunque en Espa?a se ha aplicado una mayor desregulaci¨®n de la contrataci¨®n hasta el punto de que un tercio de los puestos de trabajo son temporales, el desempleo ha permanecido por encima del 20%. Igualmente, el Reino Unido, paradigma de la desregulaci¨®n, "que ocupa el tercer lugar en t¨¦rminos de tasa de empleo, con el 66% respecto a una media del 58%, ha sufrido un descenso desde el 70% conseguido en l975". Una tesis muy parecida fue defendida el mismo a?o por el Center for Economic Policy Reserch de Londres al se?alar que "la reducci¨®n de los costes de despido no deb¨ªa figurar entre las prioridades".
> 8. El despido ya es cada vez m¨¢s barato. El debate sobre los costes del despido se plantea generalmente en t¨¦rminos m¨¢s te¨®ricos que reales. Es cierto que en teor¨ªa, seg¨²n la regulaci¨®n legal, Espa?a est¨¢ entre los pa¨ªses m¨¢s caros y que los jueces son m¨¢s favorables a calificar los despidos de improcedentes (indemnizaci¨®n de 45 d¨ªas por a?o trabajado) que admitir que se trata de despidos objetivos por causas econ¨®micas (compensaci¨®n 20 d¨ªas por a?o). Pero esto no refleja toda la realidad. Para empezar, un tercio del empleo ya es temporal y por tanto el coste de despido es cero pesetas. Por otra parte, s¨®lo el 6% de los despidos pasa por los jueces; la inmensa mayor¨ªa se pacta entre la empresa y los trabajadores y se adoptan posiciones intermedias.
Pero lo sorprendente es que en el caso de los trabajadores fijos en Espa?a, y a diferencia de otros pa¨ªses, ya se est¨¢ produciendo un abaratamiento de facto del despido sin necesidad de cambios legales. Ello es debido a la reducci¨®n de los a?os de permanencia en un mismo empleo. La permanencia de un trabajador en una misma empresa y las expectativas de continuar en ella se reducen progresivamente en Espa?a, mientras que se mantiene o aumenta en Europa. Entre 1987 y 1995 la duraci¨®n del empleo de los hombres ha crecido en Alemania de 12,2 a 12,5 a?os; en Holanda, de 10 a 11,6 a?os; en Francia, se mantuvo estable en torno a los 12,5 a?os, y en el Reino Unido, tras un periodo de reducci¨®n, ha vuelto a subir y a situarse al mismo nivel de 9,3 anos. Por el contrario, en Espa?a la reducci¨®n ha sido incesante. En hombres ha pasado de 11,2 a 9,8 a?os y en mujeres, de 7,5 a 7,2 a?os, seg¨²n el ¨²ltimo Informe sobre empleo de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT). (ver cuadro 5).
De cara al futuro tambi¨¦n se produce un deterioro en Espa?a. En Francia y Alemania, el 60% de los trabajadores esperaba mantener su empleo durante m¨¢s de 15 a?os durante el periodo 1990-1995. Se trata del mismo porcentaje del periodo 1988-1993. En cambio, en Espa?a, la proporci¨®n de trabajadores que esperan trabajar 15 a?os en la misma empresa ha descendido del 53,5% al 48%. En el caso de las mujeres, la proporci¨®n es del 47% al 39%.
> 9. Crecimiento y empleo. El informe de la OIT rechaza tambi¨¦n que la regulaci¨®n del mercado laboral sea la principal causa del desempleo y que una mayor flexibilizaci¨®n crear¨ªa ocupaci¨®n. Seg¨²n este informe, "el baj¨®n en el crecimiento en las econom¨ªas desde 1974 ha sido la causa fundamental del aumento del desempleo". (El cuadro 4 refleja el paralelismo que existe entre empleo y crecimiento). Los economistas de la OIT consideran incluso que "el v¨ªnculo entre el crecimiento del PIB y el empleo se ha intensificado". El estudio, dirigido por Eddy Lee, indica: "Mientras que antes de la crisis del petr¨®leo era necesario un crecimiento del 2% para empezar a crear empleo en Estados Unidos (comparado con un 4,3% en Europa), ahora la econom¨ªa norteamericana crea empleo a partir de crecimientos del 0,6% (2% en Europa). Y en cambio, es dif¨ªcil mantener que el mercado laboral funciona de manera menos competitiva hoy, cuando los empleos sin seguridad y temporales son m¨¢s frecuentes, que hace 20 a?os".
> 10. Inversi¨®n y empleo. Sin embargo, el empleo si parece estar intensamente vinculado con la evoluci¨®n de la inversi¨®n, como ya se?al¨® hace a?os Miguel Boyer. Un trabajo del economista Antoni Zabalza sobre La recesi¨®n de los noventa subraya la influencia de la inversi¨®n privada en la creaci¨®n de empleo. Zabalza sostiene que a comienzos de los setenta existi¨® un fuerte incremento de los salarios no justificado por la productividad, y que este desequilibrio no ha desaparecido a pesar del desempleo. No obstante, precisa que esta brecha salarial puede interpretarse como una primera aproximaci¨®n al problema del paro, pero dif¨ªcilmente como una explicaci¨®n del mismo. A su juicio, "la ca¨ªda de la inversi¨®n privada es otro problema importante, probablemente no independiente del anterior, que no ha recibido la atenci¨®n merecida por parte de los investigadores". Zabalza se?ala: "El crecimiento del stock de capital privado se desaceler¨® desde el 9,6% anual en el periodo 1964-1974 al 3,2% en la recesi¨®n de 1974-1985. Pero quiz¨¢ la caracter¨ªstica m¨¢s negativa es la incapacidad que el stock privado de capital mostr¨® para recuperar las tasas pasadas de crecimiento en la expansi¨®n de 1985-1991, durante la cual creci¨® a una tasa anual del 3,3%, pr¨¢cticamente la misma que en el periodo anterior". El economista Angel de la Fuente coincide con Zabalza y considera un dato muy preocupante la inversi¨®n en Espa?a sea significativamente inferior al promedio del de la OCDE durante los ¨²ltimos 35 a?os (ver cuadro 6) En otras palabras, la actuaci¨®n de los empresarios espa?oles tiene tambi¨¦n mucho que ver con el empleo.
> 11. Pros y contras de la regulaci¨®n. La regulaci¨®n puede tener tambi¨¦n efectos positivos. Un estudio de los economistas holandeses Kees Koedift y Jeroen Kremers publicado en Economic Policy, sostiene que "la regulaci¨®n puede ser positiva cuando aumenta el dinamismo del mercado y negativa cuando es r¨ªgida y destructiva. En algunos casos", matiza, "las fuerzas del mercado son estimuladas tanto por nuevas regulaciones como por desregulaciones". Cita, por ejemplo, c¨®mo "una m¨ªnima calidad est¨¢ndar contribuye a la transparencia del mercado y que las t¨¦cnicas est¨¢ndar facilitan la entrada en el mercado". En su opini¨®n, el desaf¨ªo clave no es elegir entre regulaci¨®n y no regulaci¨®n, sino evitar una innecesaria regulaci¨®n destructiva.
El estudio sostiene que la regulaci¨®n del mercado de mercanc¨ªas y servicio influye el doble que la del laboral en el crecimiento, aunque ¨¦sta ¨²ltima tambi¨¦n puede ser relevante. Espa?a es uno de los pa¨ªses con una mayor desregulaci¨®n del mercado de mercanc¨ªas y servicios y mayor regulaci¨®n del mercado laboral (v¨¦ase cuadro 7). Los autores afirman que: "No han encontrado ninguna relaci¨®n entre regulaci¨®n y empleo". No obstante, indican, que en Espa?a, "a pesar de la ligera regulaci¨®n del mercado de mercanc¨ªas y servicios, el crecimiento de la econom¨ªa es relativamente pobre como consecuencia de la r¨ªgida regulaci¨®n laboral".
En el debate sobre este estudio, el investigador Charles Bean se?ala: "Aunque la desregulaci¨®n puede aumentar el bienestar, ser¨ªa err¨®neo decir que es una forma de lucha contra el desempleo". El economista Paul Geroski advierte que "los efectos de la desregulaci¨®n podr¨ªan ser incluso perversos". Cita el caso de la privatizaci¨®n de British Telecom, que vio reducida su plantilla de 250.000 a 100.000 trabajadores mientras se desregulaba el mercado de telecomunicaciones. El economista Gilles Saint-Paul, por su parte, se mostr¨® de acuerdo en que la vinculaci¨®n entre la desregulaci¨®n del mercado de mercanc¨ªas y los servicios era bastante d¨¦bil, pero que la vinculaci¨®n entre la desregulaci¨®n del mercado laboral y el empleo tampoco era perfecta.
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