lonesco, ahora
La lecci¨®n de lonesco tiene cuarente y seis a?os. Est¨¢ escrita contra el nazismo, aunque no lo muestre en esta versi¨®n. Es una parodia del idioma franc¨¦s y de sus politesses. Sin embargo, traducida y adaptada por Joaqu¨ªn Hinojosa, llega con muchis¨ªma fuerza a nuestro tiempo. Quiz¨¢ me atrever¨ªa a decir que ha perdido algo de su condici¨®n de teatro del absurdo porque, a pesar de su exageraci¨®n, ya es menos absurda que antes de esa lecci¨®n de la conversi¨®n de un hombre amable e instruido en un monstruo: esta violaci¨®n no s¨®lo moral, no s¨®lo mental, sino hasta f¨ªsica y a cuchilladas: una violaci¨®n que es s¨®lo un eslab¨®n en una larga cadena.Hinojosa ha suprimido una de las acotaciones finales: la criada pone un brazalete al profesor-violador asesino en la que hay una insignia: "Puede ser una esv¨¢stica nazi": pero el mismo autor dej¨® que se representara sin la insignia en Par¨ªs muchos a?os despu¨¦s del estreno; no se atrevi¨® a poner lo que ¨¦l odiaba entonces a¨²n m¨¢s, la hoz y el martillo. No o¨ª la frase final con la que la criada tranquiliza al profesor que llora y muere de miedo por lo que ha hecho, despu¨¦s de ponerle la insignia: "No tenga miedo... Es algo pol¨ªtico". Quiz¨¢ Ionesco quiso, despu¨¦s, dotar a la obra de una inocencia mayor o de mostrar lo irracional del suceso que es sin embargo algo acostumbrado.
La lecci¨®n
La lecci¨®n de lonesco. Int¨¦rpretes: Pep Cort¨¦s, Carmen Plazas, Laura Udeleti. Moma Teatre. Direcci¨®n y adaptaci¨®n: Joaqu¨ªn Hinojosa. Teatro de La Abad¨ªa.
A¨²n prescindiendo de todo esto repito que los grandes valores est¨¢n vivos. Toda la primera mitad, toda la lecci¨®n de aritm¨¦tica y de filolog¨ªa, parecen responder a una presi¨®n que sufr¨ªa lonesco por aquellos tiempos, la del aprendizaje de idiomas. El transporte de esta comicidad, cuidadosamente anunciada tambi¨¦n poco a poco por el tercer personaje para que sorprenda menos cuando sobreviene, es casi natural. Con el a?adido final que aqu¨ª desaparece se entiende la lecci¨®n a golpes y a cr¨ªmenes colectivos de la doctrina nazi hab¨ªa descoyuntado la raz¨®n. Ahora parece que la misma raz¨®n pura, la de la matem¨¢tica, es en s¨ª misma tambi¨¦n un absurdo.
Est¨¢ bien, est¨¢ bien todo y gusta ver la vieja obra tan moderna. Gusta Pep Cort¨¦s, que hasta se parece f¨ªsicamente a lonesco, y que desarrolla lo que es casi un mon¨®logo; y Laura Useleti y Carmen Plazas, en la alumna que va desde la confianza y la esperanza, al terror insoportable e inevitable, y a la muerte y en la enigm¨¢tica mujer que debe politizar la situaci¨®n: quiz¨¢ la culpable, en la sombra, del crimen hist¨¦rico. El p¨²blico lo agradece, y recibe tambi¨¦n la lecci¨®n: de buen teatro, de experiencia humana.
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