Dos magn¨ªficos int¨¦rpretes
Territorio comanche se ve, con ligereza, no pesa. En el festival de Berl¨ªn, donde compiti¨®" arranc¨® aplausos. Transcurre con viveza, est¨¢ rodada con precisi¨®n y agilidad, entretiene y en ocasiones ofrece soluciones visuales (a mitad de camino entre documento y ficci¨®n) muy y brillantes. De las cuatro pel¨ªculas dirigidas por Gerardo Herrero es la mejor acabada y la que a ratos m¨¢s acerca el hallazgo a la busca, lo que es indicio de maduraci¨®n profesional en el realizador.Tan es as¨ª que saca virtud de un defecto, ya que contiene un error que parad¨®jicamente le hace ganar capacidad de arrastre. Se trata de un pronunciado desequilibrio -en los c¨®digos comerciales de Hollywood es frecuente que estos desajustes sean calculados- existente en el reparto o, en la jerga, el casting. En un juego de interpretaci¨®n triangular -pues fuera del tri¨¢ngulo protagonista, el resto de los personajes tienen funci¨®n complementaria o s¨®lo adjetiva y coral- hay una desarmon¨ªa evidente entre los tres v¨¦rtices.
Territorio comanche
Direcci¨®n: Gerardo Herrero. Gui¨®n: Arturo P¨¦rez-Reverte, Salvador Garc¨ªa y Herrero, sobre el libro del primero.Fotografia: Alfredo Mayo. M¨²sica: Ivan Wyszgrod. Espa?a, 1997. Int¨¦rpretes: Imanol Arias, Carmelo G¨®mez, Cecilia Dopazo, Mirta Zecevic. Estreno en Madrid: Excelsior, Vaguada, Princesa, Renoir Cuatro Caminos, Liceo, Lido, Roxy, Canciller, Plaza Aluche.
Dos de estos est¨¢n interpretados con gran solvencia y a r¨¢fagas magn¨ªficamente -los masculinos: Imanol Arias y sobre todo Carmelo G¨®mez, que imprime una fort¨ªsima sensaci¨®n de verdad a su personaje-, mientras que el tercero -el femenino: Cecilia Dopazo- se mueve en calidades expresivas marcadamente inferiores a las de sus contrapuntos, que as¨ª (por contraste o por choque) se benefician de ello y aumentan su de por s¨ª alta capacidad de arrastre. No act¨²a convincentemente la actriz argentina -aunque en su descargo hay que preguntarse si pod¨ªa hacer otra cosa con el embolado de personaje que, le ha endosado el gui¨®n- y esto multiplica la capacidad de convicci¨®n de Arias y G¨®mez, de modo que durante el tiempo en que no est¨¢n en la pantalla crean en el p¨²blico urgencia de que vuelvan y esto segrega una l¨ªnea de inter¨¦s sostenido en la secuencia, que, es la carne de su anzuelo y de la comodidad con que se deja ver.
Fantasmal Sarajevo
El otro anzuelo es el buen aprovechamiento por el director Herrero del decorado natural de fondo: la fantasmal Sarajevo o el espectro que queda de la ciudad, tras su devastaci¨®n por el fuego cruzado de los bestiales genocidios perpetrados en Bosnia. Hay instinto visual, esmero y olfato para el encuadre en este aprovechamiento, hasta el punto de que hay tomas naturales que parecen realizadas en un opulento decorado de estudio y una fusi¨®n entre documento y construcci¨®n que casi siempre es cre¨ªble, pues no es f¨¢cil mientras se ve discernir d¨®nde acaba el primero y comienza la segunda.
Y de esta manera dos excelentes int¨¦rpretes -hay que a?adirles la actriz que encarna con sencillez y verdad el personaje de la traductora y algunas veraces figuras fantasmales de fondo- imprimen riqueza en un filme muy bien hecho, pero sostenido por los pies de barro de un gui¨®n hilado con hilachas y en exceso deudor -pese a las transformaciones de tipos y las variaciones de su endeble trama reportero -novelesca, que sigue siendo igualmente endeble en la pantalla- del libro de donde procede, a lo que hay que a?adir algunas tacadas de di¨¢logos de los llamados tur¨ªsticos, balbuceo ta¨²tol¨®gico consistente en decir al espectador lo que est¨¢ viendo.
Es la escritura -junto a la grieta de inexpresividad que la protagonista abre entre sus dos expresivos oponentes- la zona baja de un filme con ambici¨®n y buena elaboraci¨®n, pero que apunta a una altura que, por lo indicado, no alcanza, pues la historia de trabajo y amor que vertebra la pantalla es tan hueca e insignificante respecto de la enormidad de donde ocurre, la tr¨¢gica Sarajevo, que ¨¦sta es reducida a escenario o percha para un trivial jugueteo de telecomedia. Y esto, que de otra manera lastraba al libro, hiere tambi¨¦n a la pel¨ªcula, pues achica el alcance de un trabajo de interpretaci¨®n y de filmaci¨®n llevado a cabo con una alta profesionalidad que no logra, ni pod¨ªa hacerlo, trascender ¨¦se su vicio de origen.
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