Buscadores de planetas
Tediosos an¨¢lisis permiten la detecci¨®n de compa?eros de estrellas
A las puertas de la c¨²pula del Observatorio Lick, situado en la cima de una elevada cumbre, dos astr¨®nomos contemplan el lejano horizonte que se extiende m¨¢s all¨¢ de las colinas donde California se funde con el oc¨¦ano Pac¨ªfico. Los astr¨®nomos llegan al telescopio, hora de ponerse a trabajar, hora de investigar los cielos en busca de otras estrellas no diferentes del Sol y de ver si algunas de ellas tambi¨¦n tienen mundos compa?eros, planetas.Los dos astr¨®nomos, Geoffrey W. Marcy y R. Paul Butler, de la Universidad Estatal de San Francisco, inician otra noche de trabajo en el Observatorio Lick, con la tranquilidad y confianza de unos profesionales en el mejor momento de su carrera. En poco m¨¢s de un a?o, ellos, que llevaban trabajando en el tema desde 1987, y otros equipos de Europa y de EE UU han detectado por primera vez objetos del tama?o de planetas, alrededor de una docena, en ¨®rbita alrededor de otras estrellas.
Aunque algunos esc¨¦pticos todav¨ªa ponen en duda si estos objetos, llamados exoplanetas, se pueden calificar de aut¨¦nticos planetas, Alan P. Boss, astrofisico en la Instituci¨®n Carnegie de Washington, dice: "Creo firmemente que, en efecto, hemos identificado los primeros planetas fuera del sistema solar".
Aunque hasta ahora no se han detectado planetas posiblemente habitables m¨¢s all¨¢ del sistema solar, los descubrimientos, unidos a nuevas pruebas de la posibilidad de vida primitiva en Marte, han renovado ya el entusiasmo por la b¨²squeda de vida extraterrestre. Telescopios espaciales previstos para la pr¨®xima d¨¦cada deber¨ªan ser capaces de ver planetas tan peque?os como la Tierra en otros lugares y de examinar su atm¨®sfera en busca de se?ales de vida.
Entre miles de millones de galaxias, la galaxia de la Tierra, la V¨ªa L¨¢ctea, est¨¢ poblada de 100.000 millones de estrellas y unos cientos de estas estrellas est¨¢n lo suficientemente cerca -a menos de 100 a?os luz- como para quedar al alcance de las nuevas tecnolog¨ªas de observaci¨®n, que permiten detectar grandes planetas por esa zona.
En la oscura sala de control bajo el telescopio Lick, con un espejo de m¨¢s de 3 metros, los dos astr¨®nomos estudian la luz de las estrellas al otro lado del objetivo a medida que aparecen, una por una, en una pantalla de v¨ªdeo. Es un trabajo lento y aburrido. Buscan ligeras variaciones en la luz estelar, que traicionan los temblorosos movimientos de una estrella causados por una fuerza gravitatoria cercana debida a objetos no visibles m¨¢s o menos del tama?o de J¨²piter o de varios J¨²piter. Horas de an¨¢lisis por ordenador y meses de repetitivas observaciones preceden a cualquier noticia del descubrimiento de uno de esos objetos.
Butler, de 35 a?os, recuerda la ma?ana, hace un a?o, cuando se qued¨® "completamente at¨®nito" al ver que un an¨¢lisis por ordenador indicaba que un objeto de m¨¢s de seis veces la masa de J¨²piter estaba en ¨®rbita cerca de la estrella 70 Virginis, a 80 a?os luz. "Sent¨ª la presencia de Kepler a mi lado", cont¨®. Profesionalmente, dice Marcy, de 42 a?os, "es lo mejor que nos pod¨ªa pasar a nuestra edad".
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