Contracultura
Fue, ha sido, la figura m¨¢s notable de la generaci¨®n beat. Un fenomeno t¨ªpicamente norteamericano vinculado a la quiebra del orden social y literario heredado de la Il Guerra Mundial. La poes¨ªa estaba dominada por el magister¨ªo de Eliot; Pound se hallaba en la c¨¢rcel; Auden, nacionalizado americano, no dejaba de ser: un poeta tradicional; Wallace Stevens y Williams eran figuras minontarias. Mientras tanto, Am¨¦rica se sum¨ªa, en el interior, en el macartismo y, fuera, se desangraba en Corea. En este marco se escuch¨® el Aullido de Allen Ginsberg; era adem¨¢s ¨¦l marco de la Costa Oeste, de San Fraticisco, donde surgi¨® tambi¨¦n el jazz cool, donde viv¨ªan escritores europeos exiliados a la fuerrza como Heinrich Mann, voluntariamente transterrados como Huxley o americanos heterodoxos como Miller.Beat, abreviatura de beat-nik, tiene que ver con "vencido, golpeado", pero tambi¨¦n con "beatitud". No es una palabra gratuita: identifica un movimiento basado en la rebeli¨®n, en la transgresi¨®n, en la contra cultura -y por aqu¨ª llegaremos hasta las revueltas hippies y estudiantiles de los a?os sesenta-. Sexo, drogas, budismo, iconoclastia, tambi¨¦n anticomunismo. Los poetas beat no suscrib¨ªan el sue?o americano, pero tampoco apuntaban a los horizontes del marxismo europeo. Sus padres eran poetas y m¨²sicos malditos, desde Jean Genet a Billie Holiday. Ginsberg mismo fue juzgado por obscenidad. Luego defender¨ªa los derechos de los homosexuales y clamar¨ªa contra el genocidio de Vietnam. Pacifismo, budismo, pansexualismo, vaga religiosidad. Todo cab¨ªa en el c¨®ctel de la protesta. Pero m¨¢s all¨¢ de todo esto hubo un pu?ado de poemas, unos poetas: Ginsberg, Gregory Corso, Lawrence Ferlinghetti, Jack Keronac, Philip Lamantia...
Todos supieron llegar a las grandes multitudes. Una lecci¨®n que no conviene olvidar.
Oralidad
Ginsberg fue el maestro de la gran caracter¨ªstica de la poes¨ªa beat, su oralidad, su condici¨®n de poes¨ªa destinada a ser le¨ªda en voz alta. Fue en el oto?o de 1955, en el curso de un recital en la Six Gallery de San-Francisco. All¨ª se escucharon los largos, doloridos, torturados vers¨ªculos de Aullido: "He visto a los m¨¢s grandes esp¨ªritus de mi generaci¨®n destruidos por la locura, hambrientos, hist¨¦ricos, desnudos..."Ginsberg explicar¨ªa m¨¢s tarde que "idealmente cada l¨ªnea de Aullido forma una unidad respiratoria". Pero la novedad no lo era tanto; hab¨ªa un precedente esencial: Walt Whitman. Lo que Ginsberg tra¨ªa de nuevo era la actitud tan distante del optimismo del enorme poeta. Pero repet¨ªa su talante prof¨¦tico, b¨ªblico. Profeta no del sue?o de Am¨¦rica, sino de su pesadilla. Mas todo, no obstante, termina siendo santo en el poema. Que r¨ªo fue su ¨²nica obra de largo aliento. Valga as¨ª Kaddish, dedicada a su madre loca, un r¨¦quiem desigual pero a trechos impresionante.
Babelia
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