Monstruos
Supongo que en los laboratorios actuales comienzan a darse las condiciones para crear nuevas formas de vida como se dieron hace miles de millones de a?os en aquellas charcas primigenias donde comenz¨® a reinar la primera ameba. Con el tiempo, aquella ameba ha llegado a escribir sonetos, a descomponer sus propios ¨¢tomos y a darse leyes morales. Despu¨¦s de todo, este camino no ha sido demasiado largo. Pr¨¢cticamente fue ayer cuando el cient¨ªfico que investiga en un laboratorio, ¨¦l mismo no era sino una mezcla microsc¨®pica de ciertos minerales parecida a la que ahora conjuga dentro de su probeta y que entonces el azar uni¨® hasta crear esta forma de vida que de momento nos ata?e. La necesidad de experimentar es consustancial a la naturaleza humana. La ciencia constituye una parte de este impulso irracional que es la propia ley de la evoluci¨®n y ahora mismo nadie sabe qu¨¦ camino. bioqu¨ªmico tomar¨¢ el desarrollo del ser humano, pero es evidente que el terror que ha comenzado a germinar, en los laboratorios se ha extendido a los congresos y a las salas capitulares donde se establece el, orden moral. Creo que cualquier ley escrita que los hombres se den para ordenar los experimentos de la ciencia ser¨¢ absolutamente rid¨ªcula frente a la potencia ciega del indomable r¨ªa de la vida. M¨¢s vale preparar el ¨¢nimo para aceptar a los inminentes monstruos. ?Acaso la primera rosa, el primer cisne, el primer pavo real, no fue una monstruosidad de la naturaleza? Hay que imaginar el espanto que le hubiera producido al mono Ad¨¢n el encontrarse en el para¨ªso a Marilyn Monroe con liguero pint¨¢ndose las u?as bajo el manzano. Tal vez esta mos a¨²n en la etapa inicial de la evoluci¨®n y somos la ameba neur¨®tica sobre la cual se asentar¨¢ el futuro, pero esperando con zozobra a los inminentes monstruos que van a salir de los labo ratorios no vemos a los que ya est¨¢n fuera. De momento, todav¨ªa guardan cierta forma humana. En las ruinas del Parten¨®n, un mono con un l¨¢tigo a¨²n est¨¢ azotando a S¨®crates.
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