El signo mayor de nuestra condici¨®n humana
( ... ) Cada palabra, al mismo tiempo, dice y calla algo. Saberlo es lo que distingue al poeta de los fil¨®logos y los gram¨¢ticos, de los oradores y los que practican las artes sutiles de la conversaci¨®n. A diferencia de esos maestros del lenguaje, al poeta lo conocemos tanto por sus palabras como por sus silencios. Desde el principio el poeta sabe oscuramente que el silencio es inseparable de la palabra, en su tumba y su matriz, la tierra que lo entierra y la tierra donde germina.Los hombres somos hijos de la palabra, ella es nuestra creaci¨®n, tambi¨¦n es nuestra creadora. Sin ella no ser¨ªamos hombres. A su vez, la palabra es hija del silencio, nace de sus profundidades, aparece por un instante y regresa a sus abismos. (...).
El espa?ol del siglo XX, el que se habla y se escribe en Hispanoam¨¦rica y en Espa?a, es muchos espa?oles, cada uno distinto y ¨²nico, con su genio propio. ( ... ). Cada uno de nosotros, los que hablamos espa?ol, es una hoja de ese ¨¢rbol. ?Pero realmente hablamos nuestra lengua? M¨¢s exacto ser¨ªa decir que ella habla a trav¨¦s de nosotros. ( ... ).
La lengua es m¨¢s vasta que la literatura; es su origen, su manantial y su condici¨®n misma de existencia. Sin lengua no habr¨ªa literatura. El castellano contiene a todas las obras que se han escrito en nuestro idioma, desde las canciones de gesta y los romances a las novelas y poemas contempor¨¢neos. ( ... ).
La lengua es de todos y es de nadie, y las normas que la rigen, si nuestra lengua, como todo, posee un conjunto de reglas; pero esas reglas son flexibles y est¨¢n sujetas a los usos: el idioma que hablan los argentinos no es menos leg¨ªtimo que el de los espa?oles; los peruanos, los venezolanos o los peruanos o los cubanos, aunque todas esas hablas tienen caracter¨ªsticas propias, sus singularidades y sus modismos se resuelven al fin en -unidad.
El idioma vive en perpetuo cambio y movimiento. Esos cambios aseguran su continuidad, y ese movimiento, su permanencia.
Gracias a sus variaciones, el espa?ol sigue siendo una lengua universal, capaz de albergar muchas singularidades y el genio de muchos pueblos.
El lenguaje est¨¢ abierto al universo y es uno de sus productos prodigiosos, pero igualmente por s¨ª mismo es un universo. Si queremos pensar o vislumbrar siquiera el universo, tenemos que hacerlo a trav¨¦s del lenguaje; en nuestro caso, a trav¨¦s del espa?ol.
La palabra es nuestra morada, en ella nacimos y en ella moriremos; ella nos re¨²ne y nos da conciencia de lo que somos y de nuestra historia ( ... ).
Descubrimos as¨ª una verdad simple y doble: primero, somos una comunidad de pueblos que habla la misma lengua, y segundo, hablarla es una manera, entre otras, de ser hombre.
La lengua es un signo, el signo mayor de nuestra condici¨®n humana.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.