Aviso de la defensa de nuestra lengua com¨²n: el espa?ol
El cordob¨¦s S¨¦neca nos pide mesura hasta en el sufrimiento y el belmontino Graci¨¢n nos aconseja que seamos breves. Pues bien, mesurada y brevemente, siguiendo estas dos sabias y prudentes normas, pruebo a dar mi aviso de la defensa de nuestra lengua com¨²n, el espa?ol, aquella en que a Cervantes, al decir de Unamuno, Dios le dio el Evangelio del Quijote y, los a?os andando, los 100 libros gloriosos que nacieron a esta orilla de la mar: hablo de la lengua en la que tenemos nuestra hist¨®rica circunstancia y la fortuna de saberla digna y suficiente, firme y saludable, lozana y adecuada a los usos, afanes y necesidades que nos animan a seguir viviendo en ella y, en nuestro caso, tambi¨¦n para ella puesto que en ella nos expresamos ustedes y yo y 300 millones de seres humanos m¨¢s, casi todos en este continente.Arist¨®teles piensa que la escritura es la representaci¨®n del habla y el habla lo es de la mente, y para m¨ª tengo que el alma tiembla en la voz que se pronuncia y se serena cuando la palabra se pone al servicio de las ideas nobles y duraderas: la defensa de nuestra lengua com¨²n, pongamos por caso.
La noticia de la Gram¨¢tica de Nebrija est¨¢, desde hace muy breves a?os, en boca de todos con motivo de su quinto cumplesiglos y con frecuencia se nos recuerda que en ella y no m¨¢s comenzado el pr¨®logo, su autor dice a la reina Do?a Isabel que siempre la lengua fue compa?era del Imperio. Actualicemos los criterios, pongamos en el lugar de la palabra se?aladora de tan solemne concepto, envejecido ya tras los 500 a?os pasados desde entonces, una voz que designe alguna noci¨®n en actual y vigente candelero, por dispares que pudieran parecemos las unas de las otras ( ... ) y no nos ser¨¢ dif¨ªcil intuir lo que quiso se?alar Nebrija, esto es, que la lengua es un arma, una herramienta primordial, insustituible por ninguna otra y necesaria para damos sentido y presencia y abrir las m¨¢s amplias perspectivas a nuestros anhelos.
Rep¨¢rese en que el pensamiento de nuestro glorioso gram¨¢tico, puesto al d¨ªa, cobra una frescura que nos alerta de su verdad, y no olvidemos tampoco su serena y cierta advertencia en este trance de hoy. Ahora nos corresponde dejar constancia de la idea de Cervantes de que no hay ning¨²n camino que no se acabe como no se le oponga la pereza y la ociosidad. (...)
La posibilidad de entendimiento crece o mengua en funci¨®n del auge o la desnutrici¨®n de otra posibilidad condicionadora, la de la comunicaci¨®n. Los hombres cultos del siglo XX dejamos escapar de la mano la bendici¨®n que hubiera supuesto convertir, mejor dicho, conservar al lat¨ªn como la lengua culta internacional, y los hombres cultos del siglo XXI tendr¨¢n que estar alertas para evitar que el espa?ol deje de ser la lengua com¨²n de todos nosotros, lo que ser¨ªa un desprop¨®sito hist¨®rico e incluso pol¨ªtico.
Como amante de la lengua, de las lenguas, de todas las lenguas, preconizo que juguemos a sumar y no a restar, que apostemos al alza y no a la baja, que defendamos la libertad de las lenguas y sus hablantes, so?emos con la igualdad de prop¨®sitos y troquernos la fraternidad de los juegos florales y los discursos de artificio y su escenograf¨ªa caduca e inoperante, por la justicia de la implacable erosi¨®n sem¨¢ntica, esa ilusi¨®n que acabar¨ªa perfeccionando al hombre en paz.
S¨ª. No usemos la lengua para la guerra, y menos para la guerra de las lenguas, sino para la paz, y sobre todo para la paz entre las lenguas. De la defensa de la lengua, de todas las lenguas, sale su fortaleza, y en su cultivo literario y siempre progresivo se fundamenta su auge y su el¨¢stica y elegante vigencia. ( ... )
Los espa?oles y los hispanoamericanos somos due?os y usuarios de una de las cuatro lenguas del ya pr¨®ximo futuro, ya sab¨¦is bien que las otras son el ingl¨¦s, el ¨¢rabe y el chino ( ... ).
Nuestra lengua com¨²n, el espa?ol, ha venido siendo ignorada, cuando no zaherida, oficial y administrativamente en no pocos pa¨ªses y desde que la memoria alcanza, y tan s¨®lo en estos gozosos encuentros, parece que se' hace una clarita en el horizonte. ??jala la suerte nos acompa?e a todos!
Es doloroso que siendo la nuestra una de las lenguas m¨¢s hermosas y poderosas y eficaces del mundo, casi nadie, salvo las honrosas y gloriosas excepciones del venezolano Andr¨¦s Bello, de los colombianos Miguel Antonio Caro y Rufino Jos¨¦ Cuervo, del espa?ol Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal y de los mejicanos Alfonso Reyes y Francisco J. Santamar¨ªa, quiz¨¢ entre otros pr¨®ceres del pensamiento, se haya preocupado de ense?arla con amor y de defenderla con airoso y elegante entusiasmo.
Los hispanohablantes hemos visto c¨®mo se perd¨ªa nuestra lengua en las Filipinas, c¨®mo va camino de perderse en Guinea, en el Sahara y, ?ay!, entre los hipos de los emigrantes e iberoamericanos; parece ser que, por fin y en buena hora, nos hemos dado cuenta del peligro y estamos conjurando, atajando, el riesgo de la dispersi¨®n. ( ... )
Sacud¨¢monos falsos pudores que nos dificultan ver claro; os recuerdo a los americanos que habl¨¢is el espa?ol que ¨¦sta es la lengua com¨²n de todos, ni m¨¢s ni menos nuestra que vuestra ni al rev¨¦s, y que todos, queramos o aun sin quererlo, somos, por la lengua que hablamos y escribimos, hispanos o hisp¨¢nicos o ¨ªberos o ib¨¦ricos. Y bajo cualquiera de ambos dobles gentilicios caben tambi¨¦n los portugueses y los brasile?os porque ni Hispania ni Iberia quieren ni quisieron decir nunca Espa?a, que es entidad mucho m¨¢s moderna, sino que se?alaron siempre la entera Pen¨ªnsula Ib¨¦rica, esto es, Espa?a y Portugal. Los hispanohablantes, por fortuna para nosotros, somos el arquetipo del antirracismo puesto que nuestro denominador com¨²n es la cultura y no el color de la piel.
Pido a nuestros gobiernos un poco de dinero para esta noble causa: la de la defensa de nuestra herramienta de comunicaci¨®n. La lengua es la m¨¢s eficaz de todas las armas, ya qued¨® dicho, y la m¨¢s rentable de todas las inversiones; nunca es tarde para que empecemos a poner nuestros ahorros al servicio de los futuros beneficios que ser¨¢n de todos y que servir¨¢n para todos. (...)
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