La buena salud del espa?ol
Para el autor del art¨ªculo, la lengua espa?ola atraviesa una coyuntura hist¨®rica que le es extremadamente favorable
Nadie valora lo que da por supuesto, s¨®lo lo que se percibe como escaso. As¨ª ocurre, en general, con el patrimonio medioambiental o con el hist¨®rico-cultural, dos de los activos en los que Espa?a es m¨¢s rica. Es m¨¢s, aquello que se puede ver o tocar, como edificios, esculturas o cuadros, llega a ser apreciado. Pero lo que no se ve y toca, y es adem¨¢s de uso diario, parece que nada vale.Hablo, por supuesto, de la lengua, y m¨¢s en concreto de la espa?ola. La orientaci¨®n instrumental con la que esta civilizaci¨®n observa cuanto ve le hace entender la lengua como un, simple medio de comunicaci¨®n. Por supuesto que es eso, pero porque mucho antes es la definici¨®n misma del universo en el, que se vive. Es, pues, comprensible que vascos, catalanes o gallegos se resistan a perder su lengua, pues con ello perder¨ªan tambi¨¦n gran parte de su memoria y Espa?a gran parte de su riqueza.
La lengua espa?ola goza de excelente salud y la actual coyuntura hist¨®rica le es extremadamente favorable. Y ello al menos por tres razones. La primera, puramente biol¨®gica: con m¨¢s de 350 millones de hablantes en todo el mundo en una comunidad que tiene a¨²n relativamente altas tasas de crecimiento demogr¨¢fico no parece que su futuro sea incierto. La segunda raz¨®n es m¨¢s importante: vivimos en una sociedad de la comunicaci¨®n, de la informaci¨®n o del conocimiento; no es tema que interese precisar ahora. Pero toda informaci¨®n o conocimiento, aunque circule en bits, acaba volc¨¢ndose en alguna lengua natural, y por ello la explosi¨®n de la comunicaci¨®n potencia las lenguas bien asentadas. Basta comparar la din¨¢mica del espa?ol con la del franc¨¦s para percibir c¨®mo las tendencias nos son favorables. De modo que las llamadas industrias de la lengua son ciertamente parte important¨ªsima de una econom¨ªa (pos)moderna de los servicios. Finalmente, la propia eclosi¨®n de las comunicaciones parece despejar una vieja inc¨®gnita, la de la fragmentaci¨®n de la lengua espa?ola. Si desde un domicilio de La Paz -es una experiencia personal reciente- puede verse la tele visi¨®n chilena, argentina, espa?ola, peruana e incluso alg¨²n canal de Miami, no parece que el riesgo sea el que tem¨ªa Andr¨¦s Bello.Pero como saben bien los expertos en marketing, son los momentos de crecimiento los m¨¢s arriesgados, pues una, peque?a oportunidad perdida puede tener graves consecuencias. Es por ello que desde el Pabell¨®n de Espa?a en la Expo de Sevilla, con el entusiasmo de su director y del entonces director del Instituto Cervantes, lanzamos el proyecto de los congresos de lengua espa?ola. El n¨²mero cero se celebr¨® en Sevilla en octubre de 1992, con la asistencia de dos Nobel (Cela y Paz; Garc¨ªa M¨¢rquez no pudo acudir), pero con la clara previsi¨®n de que el I Congreso de Lengua Espa?ola deber¨ªa ser asumido por M¨¦xico. El congreso de Zacatecas desarrolla aquel proyecto y se adentra en el tema sin duda central: la lengua en los medios de comunicaci¨®n y las industrias de la lengua, reconciliando la calidad de la lengua con la cantidad de la informaci¨®n.
Sin embargo, la buena salud de la lengua peligra en dos ¨¢mbitos, en absoluto triviales. El ingl¨¦s se ha impuesto como lengua cient¨ªfica en todo el mundo. No obstante, el franc¨¦s y, de modo creciente, el alem¨¢n mantienen o incluso recobran protagonismo en este terreno. El Goethe Institut, el British y sus equivalentes franc¨¦s e italiano tienen presupuestos muy superiores al Cervantes. El espa?ol es percibido s¨®lo como una rica lengua literaria, y no es poco. Pero ese tono le otorga a la lengua y a su cultura un car¨¢cter rancio muy concordante con la imagen rom¨¢ntica de Espa?a. Por supuesto, lo primero es hacer ciencia, no empaquetarla. Pero la presencia p¨²blica que tiene la ciencia en espa?ol es muy inferior a su valor real. El segundo riesgo deriva de la inform¨¢tica, un inmenso mercado que crece exponencialmente, y lo hace en ingl¨¦s. Se corre as¨ª el riesgo de que el espa?ol acabe siendo una -lengua dom¨¦stica y familiar, expresiva, mientras que trabajamos en ingl¨¦s. Probablemente esto deber¨ªa ser el objeto del segundo congreso y preocupaci¨®n especial de la Secretar¨ªa de Estado de Cultura y no s¨®lo de la de Investigaci¨®n.
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