Mobutu regresa a Kinshasa y acepta, reunirse por segunda vez con el l¨ªder rebelde, Kabila
El a¨²n presidente de Zaire, Mobutu Sese Seko, se resiste a irse al exilio. Ayer regres¨® a Kinshasa tras reunirse en Gab¨®n con el vicepresidente surafricano, Thabo Mbeki. Ante ¨¦l se comprometi¨® a encontrarse de nuevo, cara a cara, con Laurent Kabila. Ser¨¢ este mi¨¦rcoles, a bordo del Outeniqua y en Pointe Noire (Congo). Con las tropas rebeldes combatiendo ya en la vera del r¨ªo Kwango, en el l¨ªmite del Gran Kinshasa (a 160 kil¨®metros del centro), sus opciones son cada vez m¨¢s escasas. Y una de las que le quedaban tambi¨¦n puede naufragar. Una parte del Parlamento provisional design¨®, en una muy confusa y crispada sesi¨®n, al arzobispo Laurent Monsengwo su sucesor legal. Fue a mano alzada y sin contabilizarse el qu¨®rum.
Pese a que ayer se anunci¨® la designaci¨®n del arzobispo Monsengwo "por consenso", ¨¦sta no cuenta con el apoyo de la oposici¨®n, que dirige Etienne Tshisekedi. "No es el momento oportuno de cubrir ese puesto [el de presidente del Parlamento provisional] cuando la Alianza [para la Liberaci¨®n del Congo-Zaire] controla el 90% del territorio nacional", dijo ayer uno de sus diputados. Por la ma?ana, los partidos del c¨®nclave (t¨¦rmino que agrupa a los partidarios del dictador) arg¨¹¨ªan que el nombramiento planteaba problemas legales, pues el arzobispo ni siquiera es diputado.El arzobispo declar¨®, desde Roma, a Radio France International, antes de saberse el resultado de la tormentosa reuni¨®n del Parlamento, que nadie le ha ofrecido nada, pero pareci¨® no cerrar las opciones. Necesitar¨¢, llegado el caso, una dispensa especial del Vaticano y, si no quiere inmolarse como hizo Thsisekedi al aceptar hace seis semanas el puesto de primer ministro, en el que dur¨® s¨®lo tres d¨ªas, necesitar¨¢ el apoyo directo o indirecto de Kabila.
Esto parace harto complicado. El jefe rebelde ha dejado claro que -el arzopispo Monsengwo s¨®lo puede servir de puente para evitar, si se quiere, una transferencia directa de poder, pero nunca como jefe del Gobierno de transici¨®n encargado de celebrar Elecciones. Kabila quiere que todo ese poder sea traspasado a la Alianza de la que ¨¦l es el presidente. "Si ganamos la guerra, gobernamos la paz", dice machaconamente.
Esa posici¨®n es la misma que ya manifest¨® hace una semana a bordo del nav¨ªo surafricano Outeniqua. El propio enviado especial de Clinton, el embajador de "FE UU ante la ONU, Bill Richardson, apoya ahora en p¨²blico esa idea. "Kabila debe presidir el Gobierno de transici¨®n", frase que no anula necesariamente la presencia de la Figura de Monsengwo. En privado, los norteamericanos siempre han defendido que Laurent Kabila juegue "un papel decisivo" en esa transici¨®n. La Uni¨®n Europea, con Francia a la cabeza, trata de reducir ese protagonismo con propuestas como la de Monsengwo, una sugerencia que parti¨® de Par¨ªs y vio la luz el jueves en la cumbre de pa¨ªses del Africa franc¨®fona de Libreville (Gab¨®n).
El avance militar de Kabila, que ya se halla a las puertas del Gran Kisnshasa, juega a favor de todas sus exigencias pol¨ªticas. Una vez que superen el r¨ªo Kwango (algunas fuentes le sit¨²an al borde, otras dicen que ya ha cruzado) no tienen nuevos obst¨¢culos en el camino hasta llegar al aeropuerto de N'Djili. Su objetivo principal, situado a s¨®lo 20 kil¨®metros del centro de Kinshasa. Enfrente le esperan los ¨²ltimos cartuchos del mobutismo: los mercenarios angole?os de UNITA, cuya presencia fue denunciada ayer por el partido de Thsisekedi.
Algunos diplom¨¢ticos consultados por EL PA?S dudan, incluso, que se pueda llegar a celebrar esa segunda ronda anunciada ayer en Gab¨®n. El vicepresidente surafricano, Thabo Mbeki, que es quien ha logrado que Mobutu y Kabila acepten ese segundo en cuentro el mi¨¦rcoles, es mucho m¨¢s optimista. Uno de sus porta voces dijo que el hecho de que ambos acepten verse demuestra ya un avance, pues, tras el fracaso de la anterior, nadie crey¨® posible una segunda cumbre en tan escaso margen de tiempo.
Las posiciones son casi las mismas que hace ocho d¨ªas. Kabila exige que el todav¨ªa presidente Mobutu deje el poder y se marche al exilio de inmediato. A cambio, le garantiza su seguridad y la de su "familia biol¨®gica" (no la de la familia pol¨ªtica). Y el dictador se aferra a la idea de una transici¨®n (con ¨¦l como jefe de Estado) que concluya en unas elecciones democr¨¢ticas, justas y sin exclusiones, a las que no se presentar¨ªa.
La ¨²nica variante, apuntada en Libreville, es que Mobutu podr¨ªa aceptar una salida intermedia (y ¨¦sa puede ser la novedad): abandonar el pa¨ªs por razones m¨¦dicas (tratamiento en Francia, por ejemplo) y dejar que el presidente del Parlamento (Monsengwo, si se confirma y acepta) asuma sus funciones y que sea ¨¦ste quien convoque las elecciones antes de un a?o. Siempre queda otra, soluci¨®n, la defendida por los rebeldes, la que siempre ha estado en la mesa: rendirse a la evidencia. Y ¨¦sta se llama Kabila.
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