"Si aparezco muerta y dicen que es un suicidio, no lo creas "
La mujer asesinada por su ex marido en Cuenca denunci¨® el acoso durante, a?os, pero nadie le hizo caso
"Mercedes sab¨ªa que la muerte la acechaba y que el asesino estaba a su lado, desgraciadamente viv¨ªa con ¨¦l". As¨ª empieza una carta escrita por una amiga y compa?era de Mercedes Colado, la funcionaria de prisiones de 32 a?os asesinada el pasado s¨¢bado por su ex marido, Pedro Rodr¨ªguez, de 36. El ¨²nico hijo de ambos, V¨ªctor, de s¨®lo siete a?os de edad, lo vio todo. "Hace a?os, quiz¨¢s cuatro", contin¨²a la carta, " Mercedes me dijo algo muy duro: si alguna vez aparezco muerta y dicen que es un suicidio, no lo creas, haz todo lo posible para que sea investigado; yo nunca me quitar¨ªa la vida".Se trataba de una tragedia presentida. Mercedes guard¨® el secreto mientras pudo, pero luego -acosada por su ex marido- fue cont¨¢ndole su calvario a sus padres, a sus amigas m¨¢s ¨ªntimas, a la polic¨ªa y a los jueces... Todo el mundo lo sab¨ªa pero nadie fue capaz -a pesar de las 14 denuncias presentadas por Mercedes contra su ex marido- de evitar su muerte. "No pudimos parar", se lamenta en la carta su amiga, "los cartuchos que la mataron fr¨ªamente y por la espalda. Hasta ese d¨ªa, Mercedes se sent¨ªa feliz con su hijo y sus amigos cerca, aunque con el miedo metido en el cuerpo, ese miedo que la acompa?aba y se hab¨ªa convertido en su amigo inseparable desde hace a?os". Ha tenido que morir Mercedes para que se conozca su calvario.
Una vez obtenida la separaci¨®n legal -el 26 de septiembre de 1996-, "Mercedes tuvo que abandonar su domicilio porque su ex marido alquil¨® el piso de al lado y la vigilaba constantemente. Hab¨ªa veces que, al volver de su trabajo en la prisi¨®n de Cuenca o de cenar con sus amigos, se encontraba a Pedro apostado en la escalera o vigil¨¢ndola desde la ventana de enfrente. La presi¨®n era continua e inaguantable. Entonces Mercedes intent¨® frenar el acoso de Pedro por medio de las denuncias. Las condenas no pasaban de las simples multas, y ¨¦l se re¨ªa de todo".
"Un d¨ªa", concluye la carta, "Pedro, que trabaja en la empresa Extransa de conductor de una hormigonera, le ech¨® el veh¨ªculo encima; otro, la persigui¨® con un cuchillo. Incluso le lleg¨® a advertir: 'al pr¨®ximo juicio no llegar¨¢s viva'". Mercedes pidi¨® una entrevista con un juez de Cuenca, intentando que todas las denuncias se reunieran en una, que alguien tomara cartas en el asunto antes de que fuera demasiado tarde, pero..."
Pero la mat¨®. Sobre las ocho y diez de la tarde del s¨¢bado 10 de mayo, Pedro vio a su ex mujer en la plaza de Espa?a de Cuenca en compa?¨ªa de unos amigos, entre ellos el tambi¨¦n funcionario de prisiones Juli¨¢n Villanueva, con quien Mercedes compart¨ªa una incipiente relaci¨®n sentimental. Pedro no detuvo su todoterreno. Seg¨²n algunos testigos, se dirigi¨® a su casa, cogi¨® la escopeta de caza marca Beretta y la carg¨® con cinco cartuchos de postas. Volvi¨® a la plaza, detuvo el veh¨ªculo y se baj¨®. A dos metros y medio del grupo, Pedro dispar¨®. Una, dos, hasta cuatro veces.
Los guardias civiles que lo detuvieron todav¨ªa recuerdan su frialdad.
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