'Caiga quien caiga'
Dicen algunos que lo pol¨ªticamente correcto es estar en contra de la televisi¨®n. No s¨¦ si es una caricatura de quienes se hallan, nos hallamos, en contra de la mugre de telefilmes, famosos de chicha y nabo y periodistas de las v¨ªsceras y de la cintura para abajo. El argumento de que el pa¨ªs es as¨ª (que manej¨®, entre otros, un alto dirigente de la televisi¨®n socialista, y repet¨ªa esta semana un senador del PP respecto al "inter¨¦s general" del f¨²tbol invocando nuestro "nivel sociocultural", es decir, que somos unos catetos) es todo menos convincente: constituye otra variante del "hablar en necio" para el vulgo, una muestra sublime de alta pedagog¨ªa pol¨ªtica. Y lo que digo vale para todas las televisiones generalistas, p¨²blicas y privadas. Con un medio tan poderoso como la televisi¨®n y sus actuales niveles de degradaci¨®n, mucho me temo que poco tienen que hacer los p¨ªos deseos de elevar la educaci¨®n de nuestros escolares. "No la encienda usted si no le gusta", expele el neoliberal de turno. Expele, en efecto: porque no es un argumento serio hablando de ni?os y adolescentes.La responsabilidad de las cadenas p¨²blicas, algunas de las cuales est¨¢n batiendo el r¨¦cord de cutreidad, es mayor que la de las privadas, pero no es exclusiva: la difusi¨®n del mal gusto se justifica mal, incluso con la inapelable menci¨®n de las audiencias. Hablar en necio siempre tiene seguidores. Programas como T¨®mbola o Entre om¨¢ y oma¨ªta o como sea -con televisiones p¨²blicas de soporte- tienen dignos competidores en las cadenas privadas. Ah¨ª est¨¢, sin ir m¨¢s lejos, el inefable Moros y cristianos, que es la cabalgata fin de semana de este fin de siglo, con bastante menos gracia que aquella de entonces de Boby Deglan¨¦. La dictadura a algunos les estimulaba al menos la imaginaci¨®n; la democracia a otros se la vac¨ªa. T¨®mbola es un atentado a eso tan antiguo que se llama el decoro. Eso s¨ª, todos cobran por maullar, ladrar o rebuznar delante de las c¨¢maras.
La televisi¨®n es una invenci¨®n extraordinaria, que hasta ahora ha tenido mala suerte devorada como ha sido por el omnisciente y salv¨ªfico mercado. Por eso, cuando aparece un programa inteligente hay que aplaudir sin reservas. Es el caso de Caiga quien caiga, el dominical que dirige el Gran Wyoming, que al mediod¨ªa de ese d¨ªa dif¨ªcil como pocos saben llenar el tubo cat¨®dico de alegr¨ªa, imaginaci¨®n, frescura al servicio de un humor inteligente, cr¨ªtico, c¨¢ustico, agudo, anarquizante, que equilibra sabiamente la relaci¨®n entre los contenidos y las formas, que son, en definitva, las que conducen su discurso.
No es programa para ¨¦lites, que es la suprema objeci¨®n de los ejecutivos de televisi¨®n, tan serios y tan listos, para quienes el ciudadano con alguna cultura es esa basura aristocr¨¢tica que se identifica con ¨¦lite, gente rara, poco popular, intelectuales, que dec¨ªa con desprecio el almirante volador. Caiga quien caiga es un programa para ciudadanos, no para subnormales o gente que se pasa la vida matando el tiempo, que es una forma verdaderamente horrible de vivir, aunque los hay muy felices entre esos matadores. Es un programa que valora la inteligencia del espectador.
La audacia, la libertad de planteamientos, el anticonvencionalismo, la cultura del director del programa y sus compa?eros, su asimilaci¨®n de las mejores formas humor¨ªsticas de la tradici¨®n -cine y literatura-, convierten esta hora de televisi¨®n en un rato delicioso por el que merece la pena sacrificar -s¨ª, ?por qu¨¦ no?- una buena hora de lectura. No hay por qu¨¦ tener empacho en reconocerlo. Esto s¨ª es televisi¨®n de calidad que sobrenada entre un mar de sandeces, ordinarieces y todas las heces habidas y por haber. En este sentido la televisi¨®n digital puede ser una salida, aunque soy esc¨¦ptico respecto de lo que algunos, tan dem¨®cratas, tan liberales que necesitan la intervenci¨®n del Estado, puedan hacer con ella. Para empezar ya van a legislar por anticipado los partidos de inter¨¦s general, zahor¨ªes de la calidad, escrutadores de los azares del balompi¨¦. A lo mejor por eso les encanta Om¨¢, oma¨ªta o como sea, con su travestismo permanente y su caricatura de los barrios humildes de Sevilla. Que yo sepa la Junta de Andaluc¨ªa todav¨ªa no ha protestado por el programa, que exporta el peor y m¨¢s mugriento andalucismo.
Wyorning y compa?¨ªa: enhorabuena.
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