"Est¨¢ no es Ia Europa que queremos"
George Soros es multimillonario, pero parece m¨¢s bien un modesto profesor de universidad. Esta considerado en la literatura econ¨®mica mundial como el prototipo del especulador monetario y se gan¨® un puesto entre las leyendas financieras cuando una operaci¨®n suya forz¨® la salida de la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo (SME). Soros, h¨²ngaro de nacimiento, es el punto de referencia de la inversi¨®n financiera en todos los mercados mundiales a trav¨¦s de su grupo Quantum Fund, aun que no responde a las se?as de identidad de un especulador despiadado. De hecho, public¨® recientemente un art¨ªculo en defensa del Estado del bienestar y de la regulaci¨®n social -se confiesa seguidor de Karl Popper- que provoc¨® agrias respuestas de los sectores neoliberales. Hay quienes le llaman el Robin Hood de los noventa. Destina la mitad de los beneficios que consigue anualmente especulando en los mercados, unos 340 millones de d¨®lares (casi 50.000 millones de pesetas), a financiar las fundaciones que cre¨® a finales de los ochenta en 25 pa¨ªses del antiguo bloque comunista. Su obsesi¨®n pol¨ªtica personal es aproximarse a la "sociedad abierta" popperiana mediante la consolidaci¨®n de las instituciones civiles. Soros visita Espa?a estos d¨ªas invitado por la Fundaci¨®n Ortega y Gasset.Pregunta. Usted se hizo mundialmente famoso por forzar la salida de la libra esterlina del SME en 1992. ?Por qu¨¦ no ha tenido tanto ¨¦xito en sus ataques contra el franco franc¨¦s, del que ha dicho en repetidas ocasiones que est¨¢ sobrevalorado?
Respuesta. Raras veces he especulado contra el franco franc¨¦s. De hecho, he anunciado p¨²blicamente que no tengo intenci¨®n de atacar al franco porque me preocupa el futuro de Europa y no quiero contribuir a su inestabilidad. S¨ª he defendido, no obstante, que Francia deb¨ªa depreciar su moneda frente al marco. Ello habr¨ªa ayudado a la econom¨ªa a salir de la. recesi¨®n y aliviado el problema del paro, como sucedi¨® en el Reino Unido tras dejar el SME.
P. ?Sufrir¨¢ el franco presiones en los mercados si la auditor¨ªa las cuentas p¨²blicas encargada por el nuevo Gobierno socialista revela que el d¨¦ficit presupuestario es mayor de lo esperado?
R. Lo dudo, porque la uni¨®n monetaria es una cuesti¨®n (le voluntad pol¨ªtica y as¨ª lo entienden los mercados. El Gobierno socialista ya ha demostrado su compromiso para poner en marcha la uni¨®n monetaria en 1999. Tambi¨¦n es el deseo del canciller alem¨¢n Helmut Kohl. Por tanto, es muy probable que al final haya una interpretaci¨®n flexible ole los criterios. La auditor¨ªa demostrar¨¢ con toda seguridad que Francia no puede reducir su d¨¦ficit p¨²blico al 3% del PIB que exige Maastricht. M¨¢s bien se quedar¨¢ en el 3,5%. Pero Par¨ªs no tomar¨¢ medidas de ajuste. Tampoco lo har¨¢ Alemania.
P. Adem¨¢s de los problemas presupuestarios, entre Alemania y Francia existe una clara diferencia de conceptos sobre el papel de las futuras instituciones, como es en el caso del Banco Central Europeo. ?C¨®mo afectar¨¢n estas diferencias a la uni¨®n monetaria?
R. Los franceses creen que el poder del futuro Banco Central Europeo debe estar compensado por un consejo pol¨ªtico. Yo comparto esa preocupaci¨®n. He criticado siempre la excesiva rigidez del proceso de construcci¨®n de la uni¨®n monetaria, que se basa en una visi¨®n desfasada del uso de la pol¨ªtica econ¨®mica. Hay un banco central que procura la estabilidad de los precios y de la moneda y, por otra parte, un Pacto de Estabilidad que limita el uso de la. pol¨ªtica fiscal. Todo ello es demasiado estricto. Creo que lo que hace falta es una mayor coordinaci¨®n econ¨®mica y una pol¨ªtica fiscal m¨¢s activa. Las reglas del Tratado de Maastricht se redactaron hace ocho a?os, cuando no se pod¨ªa prever que el problema del paro durara tanto tiempo. Entonces, se deb¨ªa haber reducido la tributaci¨®n sobre el trabajo para crear empleo, aunque ello hubiera presionado los d¨¦ficit p¨²blicos temporalmente al alza. Pero ahora, con el Pacto de Estabilidad, ser¨¢ imposible aplicar esta medida. Soy un gran creyente en el proyecto europeo, pero la Uni¨®n Europea que estamos construyendo no es la que queremos.
P. ?Ser¨¢ el euro d¨¦bil como resultado de esas diferencias?
R. Es dif¨ªcil de predecir porque el banco central europeo, haciendo uso de su total autonom¨ªa, adoptar¨¢ una pol¨ªtica muy restrictiva para lograr la credibilidad del euro. Esta pol¨ªtica, de hecho, har¨¢ del euro una moneda fuerte, m¨¢s fuerte de lo que reflejan las condiciones econ¨®micas. No obstante, las perspectivas de Europa son mejores, incluso en el caso de Francia. La situaci¨®n de la econom¨ªa francesa ha mejorado mucho gracias a la depreciaci¨®n del franco con el d¨®lar y la fuerte bajada de los tipos de inter¨¦s, aunque ello no ha tenido reflejo en. el empleo.
P. Contrariamente a lo que muchos profetizaban, las monedas europeas est¨¢n manteniendo una fuerte estabilidad en la recta final hacia la uni¨®n monetaria ?Le sorprende la fe de los mercados en el euro?
R. El resultado electoral en Francia, que ha dado la victoria a los socialistas, ha sido la prueba de fuego que ha servido para demostrar la estabilidad de las monedas europeas; y se ha superado sin mayores traumas. El compromiso pol¨ªtico es tan fuerte que los mercados est¨¢n convencidos de que la moneda ¨²nica se pondr¨¢ en marcha en el plazo previsto. La resistencia del p¨²blico alem¨¢n a abandonar el marco, un s¨ªmbolo nacional de estabilidad, puede plantear alg¨²n problema en Alemania, pero creo que Kohl ser¨¢ capaz de superar este obst¨¢culo. Incluso si pierde las elecciones y el poder pasa a manos de los socialdem¨®cratas, al igual que ha sucedido en Francia, ¨¦stos se declarar¨ªan igualmente partidarios de la moneda ¨²nica.
P. Al desaparecer gran parte de las monedas europeas con la constituci¨®n del euro, ?se reducen sus posibilidades de ganar dinero?
R. Es dif¨ªcil valorar el impacto de la introducci¨®n del euro en las expectativas de ganar dinero mediante la especulaci¨®n con los tipos de cambio. Pero, de todas formas, hay negocio de sobra especulando con s¨®lo con las tres grandes divisas: el euro, el yen y el d¨®lar.
P. ?Forzar¨¢ la uni¨®n monetaria una revisi¨®n en profundidad del Estado de bienestar?
R. El Estado de bienestar debe reformarse, En Francia, donde hay un fuerte compromiso con el mantenimiento de las prestaciones sociales, sorprende c¨®mo este sistema protege a aqu¨¦llos que tienen trabajo y privilegios y deja fuera a los que no tienen ni lo uno ni lo otro. El resultado es una econom¨ªa dual, dividida entre los que tienen empleo y los que lo buscan. Hay muchas desigualdades e ineficiencias en el Estado de bienestar europeo que deben solucionarse, pero en ning¨²n caso hay que eliminarlo.
P. ?Cu¨¢ndo cree que se producir¨¢ en Wall Street la temida correcci¨®n a la baja? El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advirti¨® hace seis meses contra la exuberancia irracional de la Bolsa de Nueva York y desde entonces ¨¦sta ha subido sin parar.
R. Greenspan hace bien en estar preocupado. El mercado ha alcanzado unos niveles tan altos que la correcci¨®n parece inminente, aunque es dif¨ªcil decir qu¨¦ puede desencadenarla. Lo que est¨¢ claro es que los t¨ªtulos que cotizan en Bolsa est¨¢n generosamente valorados.
P. Usted sostiene que la inestabilidad es inherente a los mercados financieros y que hay que mejorar su regulaci¨®n. ?C¨®mo?
R. Cualquier tipo de regulaci¨®n. debe ser inteligente para ser eficaz. El principio claro es que los mercados deben ser vigilados. Las autoridades financieras estadounidenses est¨¢n absolutamente convencidas de ello, aunque hay mucha resistencia por parte de los que participan en el mercado. La intervenci¨®n de Greenspan fue magistral. Quiso poner freno a los excesos, aunque es cierto que no tuvo mucho ¨¦xito. Y es que los mercados est¨¢n exuberantes pero no son del todo irracionales. Lo que s¨ª me preocupa es el efecto negativo que pueden tener- algunos instrumentos financieros de alto riesgo. Por ejemplo, la reciente depreciaci¨®n del d¨®lar de 127 a 110 yenes en s¨®lo dos d¨ªas es excesivamente violenta. Este tipo de movimientos debe ser vigilado al igual que el crash de Wall Street en 1987 forz¨® un cambio en la composici¨®n de las carteras de inversi¨®n y una mayor vigilancia.
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