'Guernicabriolas'
En este forcejeo neocolonialista por instalar a todo precio una Guernicalandia descomedida sobre las cenizas reales de los hechos -sin hacer en Vietnam parada y fonda-, casi se echa de menos que el Guggenheim no haya pensado en un avi¨®n germano para trasladar la gran fotograf¨ªa picassiana del hist¨®rico bombardeo. Desde carencia tal de pensamiento, poco puede extra?ar que los nuevos conquistadores, antes incluso del informe t¨¦cnico y de la "voluntad pol¨ªtica", consideraran m¨¢s rentable enzarzar a "etnias rivales" que reflexionar sobre las variopintas interpretaciones vertidas en torno a la obra en danza, por lo com¨²n considerada como exponente fiel de "alto significado simb¨®lico". En este caso, habr¨ªan tenido que empezar por el Guernica del poeta bilba¨ªno Juan Larrea, ya en desacuerdo radical con los int¨¦rpretes norteamericanos.Citar al escultor vasco Jorge Oteiza tiene aqu¨ª la virtud de resumirnos las interpretaciones previas y mostrar, a la par, el nacimiento de la suya propia: "Para Larrea, con el toro est¨¢ representado el pueblo espa?ol; con el caballo, el franquismo. Para los anglosajones es el toro s¨ªmbolo de la brutalidad, y en el caballo ellos ven el pueblo. Ya en el comienzo de nuestra guerra ellos representaban en su propaganda gr¨¢fica al toro como el fascismo. En las dos interpretaciones se enfrentan los dos s¨ªmbolos, como enemigos. Toro y caballo, como en la tauromaquia, enfrentados en el mismo espacio, las dos interpretaciones consideran que est¨¢n pintados en el Guernica, presentes los dos adversarios, el agresor y el agredido, el malo y el bueno". Y as¨ª era, mas o menos.
Hasta que Oteiza afirma que el agresor no est¨¢ en el cuadro, que el franquismo s¨®lo tiene un reflejo, no un s¨ªmbolo concreto, en la atm¨®sfera de destrucci¨®n, desesperaci¨®n, dolor y muerte. Para Jorge Oteiza, Picasso pinta all¨ª lo que sabe (el toro, s¨ªmbolo de Espa?a), pero tambi¨¦n lo que ignora (el caballo, s¨ªmbolo del pueblo vasco). Despliega Jorge Oteiza su argumento: "He llegado a la conclusi¨®n de que es el caballo nuestro t¨®tem prehist¨®rico. Su imagen preside todos nuestros muros prehist¨®ricos. Zaldi, nuestro nombre en euskera para el caballo, es preindoeuropeo, y su ra¨ªz, zai, zain, es protecci¨®n.
Hay una alianza en nuestra mentalidad primitiva con el caballo, y el irrintzi el grito sagrado de este hombre-caballo, de ese hombre m¨¢gico, artista, sacerdote y pol¨ªtico. El caballo es el s¨ªmbolo protector y religiosa mente el t¨®tem, el salvador, es el Cristo de nuestra prehistoria.
Como de vuelta de Damasco, al paso por un pueblo de Sor¨ªa, he intentado desviar por estos derroteros a un grupo conocido de comensales que, en plena sobremesa, amenazaba con abordar el socorrido y ya plomizo asunto del traslado del Guernica. Ni modo. Uno empez¨® dici¨¦ndome que mi introducci¨®n hab¨ªa sido modelo cavern¨ªcola de progresismo demag¨®gico y que, en lo referente a "las teor¨ªas", ¨¦l no estaba dispuesto a hacerle el juego a nadie. Lo admirable fue que aquel grupo, sinduda Con el sano prop¨®sito de amansar el ambiente, se lanz¨® entonces de improviso a hacer guernicabriolas, a caballo entre la idea constructiva y el deseo de dar con suced¨¢neos. He aqu¨ª algunas:
Que reediten el n¨²mero de la revista Poes¨ªa, en el que Gonzalo Armero inclu¨ªa no un simple cartel del cuadro, sino una re producci¨®n a tama?o natural; y que lo distribuyan en todos los hogares, vascos y no vascos, lo mismo que la Gu¨ªa telef¨®nica. Que el inter¨¦s general se las ingenie para organizar partidos decisivos en el Bernab¨¦u, en los que participe el m¨ªtico Athletic de Bilbao; la hinchada desplazada tendr¨ªa acceso, autom¨¢tico y gratuito, al Museo Reina Sof¨ªa con s¨®lo mostrar la entra da del estadio. Que, en el hueco reservado en el Guggenheim de Bilbao para colgar el Guernica, coloquen las fotograf¨ªas de todas las v¨ªctimas de ETA. Que...
As¨ª est¨¢ el patio. Con traspi¨¦s vallejiano entre lo uno, lo otro y lo de m¨¢s all¨¢: "?Ay de tanto! ?Ay de tan poco! ?Ay de ellos!"
Babelia
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