Todo despacio
En el mundo de los toros todo hay que hacerlo despacio. O casi todo. Desde las faenas en el campo hasta andarles en la cara a los toros durante la lidia.A la vaca hay que dejarle que busque tranquilamente su rinc¨®n, que es el mismo a?o tras a?o, para parir, no atosigarla ni preocuparse durante el parto que ya aparecer¨¢ con su becerro vez parida. El ganado bravo, debido a su fuerte temperamento y al desequilibrio emocional que padece, es asustadizo por naturaleza, por lo que ante cualquier est¨ªmulo brusco e inesperado reacciona huyendo si dispone de campo abierto para hacerlo, s¨®lo si se le corta el paso a su querencia ataca como consecuencia de su instinto de liberaci¨®n. Apartar los toros en el campo, conducirlos de un cercado a otro, embarcar una corrida, todo hay que hacerlo con calma y sin brusquedades, despaciosamente, sin que las manecillas del reloj nos torturen como de costumbre. Los movimientos de los toros en el campo sorprenden por su lentitud y parsimonia, incluso cuando dos toros se pelean sus movimientos son elegantes y acompasados.
Ser ganadero de bravo es una profesi¨®n que no admite prisas, tampoco pausas. Conseguir los objetivos de bravura, nobleza y casta exige bastante tiempo y mucha calma. La realizaci¨®n de las tientas, las elecci¨®n de los sementales, la decisi¨®n sobre los apareamientos. la confecci¨®n del libro geneal¨®gico de la ganader¨ªa, exigen muchas horas de dedicaci¨®n y reflexi¨®n.
Andar y calentar
Tambi¨¦n el toreo es quietud y despaciosidad. Sin embargo, a menudo nos atormentan con faenas llenas de velocidad y de brusquedad. Los toreros actuales se han convertido en verdaderos atletas, ya que gran parte de su preparaci¨®n la realizan en los gimnasios y haciendo footing, aspecto que no comprenden los toreros antiguos, que s¨®lo necesitaban andar y practicar toreo de sal¨®n. Debi¨® de ser Paquirri al final de los a?os setenta cuando despu¨¦s del pase¨ªllo se dedicaba a hacer ejercicios bruscos de precalentamiento, que desluc¨ªan ese momento tan bello de desdoblar los capotes planchados y jugar los brazos con ellos para comprobar sus vuelos. Menos mal que aquella moda no se extendi¨® y hoy asistimos como mucho a leves movimientos de estiramiento, que a menudo pasan inadvertidos.Pero es que hasta correr en el encierro hay que hacerlo despacio y se entiende por despacio cuando se corre de forma templada y acoplada a la velocidad del toro, aun cuando ¨¦sta sea r¨¢pida. El momento cumbre para un buen corredor de encierro se produce cuando consigue meterse en la jurisdicci¨®n del toro y, con el peri¨®dico como enga?o, modula la embestida y la carrera del animal a su antojo.
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