Perote rob¨® los papeles del Cesid para su provecho
El Tribunal Militar Central impone al coronel siete a?os de c¨¢rcel y la expulsi¨®n del Ej¨¦rcito
El coronel Juan Alberto Perote, ex jefe de la Agrupaci¨®n Operativa del servicio secreto, no se llev¨® los papeles del Cesid de forma inadvertida, como sostiene, sino en ejecuci¨®n "de un designio preconcebido y deliberado", cuyo objetivo no era otro. que utilizarlos "para su propio provecho individual". As¨ª lo afirma el Tribunal Militar Central en la sentencia notificadaayer, en la que impone a Perote una pena de siete a?os de prisi¨®n y p¨¦rdida de empleo -es decir, expulsi¨®n del Ej¨¦rcito-, por un delito de revelaci¨®n de secretos o informaciones relativas a la seguridad o defensa nacional. El coronel, que ya estuvo 21 meses en prisi¨®n preventiva, no volver¨¢ a la c¨¢rcel, al menos hasta que la sentencia sea firme y el Supremo resuelva el recurso anunciado por su abogado.
El tribunal asume ¨ªntegramente la versi¨®n de los hechos del fiscal, pero rebaja los 10 a?os que ¨¦ste ped¨ªa a s¨®lo siete, en atenci¨®n al "distinguido historial militar" del coronel y a los notables servicios prestados al Estado" como agente del Cesid en una actividad "no exenta de riesgos personales".
Un elemento decisivo en la condena l¨ªa sido la declaraci¨®n que el propio Perote hizo el 8 de febrero de 1996 al juez Baltasar Garz¨®n, a quien dijo que cuando, poco antes de salir del Cesid, orden¨® destruir los originales "evit¨® la destrucci¨®n" de algunos "para la oportuna constancia en su m omento". En concreto, se qued¨® con los documentos m¨¢s comprometidos sobre el caso GAL: el aviso de 28 de septiembre de 1983 sobre el inicio de la guerra sucia y la hoja de despacho de la misma fecha con la pol¨¦mica abreviatura "Pte". Estos papeles, seg¨²n el tribunal, quedaron en poder de Perote, "a su personal y privada disposici¨®n y sin que se haya podido acreditar su actual paradero".
"Bastar¨ªa esta sola confesi¨®n para acreditar la malicia con que se desenvolvi¨® el procesado", afirma la sentencia de la declaraci¨®n de Perote ante Garz¨®n, antes de subrayar "la perversidad de su comportamiento furtivo y "los turbios prop¨®sitos que le impulsaban"."No se trataba de un m¨®vil honroso o elevado, como pudiera ser evitar un mal o impedir la impunidad de hipot¨¦ticos delitos. No; el apoderamiento de aquella documentaci¨®n", agrega, "revela un inequ¨ªvoco inter¨¦s personal de propio provecho individual que ni se desvela por el declarante y ni siquiera se apunta". En efecto, la sentencia, que asegura que Perote se apoder¨® de los documentos "con fines no esclarecidos", omite cualquier alusi¨®n a su utilizaci¨®n por el banquero Mario Conde para chantajerar al Gobierno del PSOE o su filtraci¨®n a El Mundo.
En todo caso, el tribunal considera probado que el coronel, lejos de incurrir en un desliz involuntario, "actu¨® con ¨¢nimo deliberado y prop¨®sito preconcebido de llevarse las microfichas" que conten¨ªan los papeles del Cesid. Para ello, en la primavera de 1990, orden¨® la microfilmaci¨®n de las notas de todos los despachos, que hab¨ªa mantenido con el director del centro, Emilio Alonso Manglano, entre noviembre de 1982 y octubre de 1989, sin informar a nadie de esta decisi¨®n sin precedentes.
La explicaci¨®n que ha dado Perote a esta orden (la necesidad de ganar espacio, proteger la informaci¨®n y facilitar la. consulta de las notas) resulta para el tribunal "incongruente, contradictoria con la realidad y ofensiva al sano juicio". Y ello porque ni se gan¨® es pacio con la microfilmaci¨®n, pues se conservaron durante mucho tiempo los originales en papel; ni se aument¨® la protecci¨®n de los documentos, ya que Perote guard¨® las microfichas en su despacho, donde no hab¨ªa archivo de seguridad; ni se facilit¨® su consulta, pues ni dispon¨ªa de aparato lector ni nunca los volvi¨® a consultar.
El objetivo de esta operaci¨®n, concluye la sentencia, fue "verter las notas en un soporte que permitiera su f¨¢cil manejo y ocultaci¨®n", as¨ª como "prefabricar una coartada sobre la base de un inocente traspapeleo" cuando se descubriera el robo, como as¨ª ocurri¨®.
El siguiente paso de Perote para apoderarse de los documentos fue destruir los originales, lo que orden¨® en oto?o de 1991, a?o y medio despu¨¦s de la microfilmaci¨®n, "sabiendo o teniendo s¨®lidas presunciones de que iba a ser cesado". Tampoco inform¨® a ning¨²n responsable de esta decisi¨®n y a la funcionaria encargada de ejecutarla, que le manifest¨® su perplejidad, se limit¨® a decirle que los papeles eran suyos y que su sucesor no ten¨ªa por qu¨¦ conocerlos.
Cuando fue expulsado del centro, en noviembre de 1991, no comunic¨® a su sustituto, el tambi¨¦n coronel Manuel L¨®pez Fern¨¢ndez, la existencia de las microfichas, que se llev¨® consigo, pesar de que firm¨® un escrito asegurando no tener en su poder ninguna documentaci¨®n del Cesid. S¨®lo las devolvi¨®, m¨¢s de dos meses despu¨¦s, una vez advertida su falta y tras ser requerido para ello. El tribunal no explica el motivo de la expulsi¨®n de Perote y s¨®lo constata el progresivo "deterioro" de su relaci¨®n con Manglano.
La sentencia da un salto en el tiempo desde enero de 1992 hasta febrero de 1996, cuando el juez Garz¨®n incaut¨® en la celda militar en la que Perote cumpl¨ªa prisi¨®n preventiva las transcripciones de al menos 12 de los documentos que conten¨ªan las microfichas.
Este hecho demuestra que el coronel hizo y conserv¨® copias de las microfichas mientras las tuvo en su poder, pues la ¨²nica explicaci¨®n alternativa es que se las hubiera enviado a la c¨¢rcel el Cesid y ello", argumenta el tribunal, resulta del todo inveros¨ªmil".
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