Batalla al pie de los jardines de la Alhambra
Una pol¨¦mica urban¨ªstica divide Granada y obliga a intervenir a la Unesco
Es el monumento m¨¢s visitado de Espa?a, una joya de la arquitectura musulmana y el s¨ªmbolo, indiscutible de Granada. Pero a los pies de la Alhambra se ha desatado una batalla sin precedentes que encubre una lucha sin cuartel por el control de la gesti¨®n cultural en la ciudad y que tiene como contendientes al Gobierno central, a la Junta de Andaluc¨ªa y al Ayuntamiento granadino. El detonante se encuentra a orillas del r¨ªo Darro y es la construcci¨®n de una gigantesca sala de fiestas, de nombre Rey Chico, que ha provocado que m¨¢s de 5.000 granadinos pidan su demolici¨®n.
El esc¨¢ndalo ha obligado incluso a la Unesco, que declar¨® la Alhambra patrimonio de la humanidad a pedir al Ayuntamiento hace unos d¨ªas la paralizaci¨®n de las obras. Conflictos entre administraciones y atentados urban¨ªsticos dividen Granada y ponen en la picota la gesti¨®n del patrimonio cultural en Espa?a."Nuestros combates son ri?as de gallos. Si Granada consagrara todas sus fuerzas a la restauraci¨®n de la vida comunal, no s¨®lo prestar¨ªa un servicio al pa¨ªs y obtendr¨ªa bienes materiales, sino que al calor de esa nueva vida brotar¨ªa su renacimiento art¨ªstico". Parecen comentarios pensados a prop¨®sito para las disputas que hoy marcan la actualidad de esta capital andaluza, pero el diagn¨®stico es obra del escritor ?ngel Ganivet, granadino ilustre, y lleva fecha de finales del siglo pasado. Federico Garc¨ªa Lorca, tampoco se mordi¨® la lengua cuando calific¨® a la burgues¨ªa de su ciudad como "la peor del mundo". No deja de resultar curioso que las dos figuras m¨¢s emblem¨¢ticas de la cultura granadina contempor¨¢nea coincidieran. A finales del siglo XX, una de las ciudades m¨¢s bellas de Europa sigue lastrada por pol¨¦micas de campanario, por ri?as pueblerinas y por miop¨ªas pol¨ªticas con la Alhambra, como siempre, al fondo.
5.000 firmas
M¨¢s de 1,8 millones de personas visitaron el pasado a?o este recinto donde conviven los jardines y los palacios, la sensualidad musulmana con la sobriedad castellana, las vistas del abigarrado Albaic¨ªn con la proximidad de las monta?as nevadas y de los olores del cercano Mediterr¨¢neo. "Ser director del patronato de la Alhambra es m¨¢s importante que ser alcalde de Granada", afirma sin dudar Jos¨¦ Gal¨¢n, portavoz de la Plataforma en Defensa de la Alhambra. Este risue?o abogado aparece como uno de los impulsores del mayor movimiento ciudadano que ha registrado Granada en las ¨²ltimas d¨¦cadas y que ha reunido m¨¢s de 5.000 firmas para pedir la demolici¨®n del restaurante-sala de fiestas que se alza en una de las laderas del, monumento. "Aunque todos los partidos pol¨ªticos sostengan que las obras son legales y que las licencias fueron otorgadas por unanimidad del Ayuntamiento, sus argumentos son falsos. El Rey Chico, que tendr¨¢ una capacidad para cientos de personas y que romper¨¢ el equilibrio urban¨ªstico de la zona, incumple el plan de protecci¨®n de la Alhambra. Algunas organizaciones ya hemos recurrido al Tribunal Superior de Justicia de Andaluc¨ªa para protestar por este desaguisado".Las obras del Rey Chico no dejan de ser la gota que desborda el vaso de la paciencia de muchos granadinos. Amparados en la luz verde municipal y a la espera de decisiones, los promotores de la pol¨¦mica obra prosiguen con sus trabajos y la inauguraci¨®n del Rey Chico est¨¢ prevista para el pr¨®ximo oto?o. A fuego cruzado entre este movimiento de protesta, que agrupa a cerca de un centenar de entidades, y la solicitud de Federico Mayor Zaragoza, responsable de la Unesco, de paralizar las obras, el alcalde de Granada, Gabriel D¨ªaz Berbel, del PP, no considera que la pelota se encuentre ahora en su tejado. "La licencia es legal y su concesi¨®n fue aprobada por todos los grupos pol¨ªticos. Siempre resulta m¨¢s f¨¢cil tomar decisiones desde un despacho en Par¨ªs".
Al margen de cuestiones est¨¦ticas, la apertura de una sala de fiestas a los pies de la Alhambra supondr¨¢ un impacto negativo sobre los usos de un conjunto monumental que incluye asimismo el barrio del Albaic¨ªn, tambi¨¦n Patrimonio de la humanidad. "No quiero ni imaginarme", comenta Jos¨¦ Gal¨¢n, "cuando se celebre una boda para cientos de personas y 'los coches inunden los alrededores de la Alhambra".
La ¨²nica soluci¨®n pasa porque las tres administraciones implicadas (Gobierno, Junta y Ayuntamiento) indemnicen a los propietarios en unas cifras que rondar¨ªan los 1.000 millones de pesetas. Todos coinciden en que la actual pol¨¦mica surge a partir de las ¨²ltimas elecciones que consagraron una divisi¨®n de poderes entre el PP (Gobierno y Ayuntamiento) y el PSOE (Junta de Andaluc¨ªa). La lucha por la Alhambra sit¨²a en el ojo del hurac¨¢n a Mateo Revilla, un profesor de Historia del Arte que gobierna el patronato desde hace 12 a?os. Si bien Revilla, una personalidad independiente, ha puesto su cargo a disposici¨®n de la Junta en varias ocasiones, el PSOE se resiste a ofrecer su cabeza en aras de un hipot¨¦tico consenso con el PP sobre la gesti¨®n del monumento. El responsable de la Alhambra no tiene dudas cuando se?ala: "Esto era un cortijo antes de la llegada de la democracia y los caciques de Granada est¨¢n obsesionados por recuperar el control del patronato". El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento, Antonio Cruz, va m¨¢s lejos cuando se?ala que el alcalde tiene "cierto compromiso con los antiguos notables de Granada para restaurarlos en sus poltronas". D¨ªaz Berbel lo desmiente categ¨®ricamente. Mateo Revilla concluye: "Granada ser¨ªa bien poco sin la Alhambra. Eso explica todo".
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