Hollywoodito
Hace poco, en la Universidad de Santander, Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n solt¨® al Secretario de Cultura, Miguel ?ngel Cort¨¦s -que un a?o antes, all¨ª mismo, desmelen¨® su ignorancia del asunto con el asombroso desvelamiento de que los 13 ¨²ltimos a?os, los de gobierno socialista, han sido los m¨¢s nefastos (o algo as¨ª) de la historia del cine espa?ol-, una de los regates de su capacidad para hacer pasar un sarcasmo por un saludo. Explic¨® Guti¨¦rrez la presencia de Cort¨¦s all¨ª con una sonrisa y aquello de que "el criminal siempre vuelve al lugar del crimen". Crimen sin muerto, pero que eriza el pelo o¨ªdo en boca con mando, pues el disparo de saliva fue contra la nuca de una verdad irrefutable: que esos 13 a?os son exactamente lo contrario de lo que Cort¨¦s dijo de ellos: tiempo de despertar del moribundo cine que la (ingenua o suicida, pero mortal) pol¨ªtica de UCD en esta materia dej¨® como legado a los socialistas.El cine fue desviado de la tumba que cavaron para ¨¦l los ministros de Cultura ucedistas, gracias a una intuici¨®n de Pilar Mir¨® en 1984, que dio lugar a un hilvanado e incompleto, pero indispensable entonces, decreto quir¨²rgico de urgencia, que no solo sac¨® al cine espa?ol de la agon¨ªa, sino que le abri¨® v¨ªas de entrada en esa vitalidad a salto de mata que hace unos meses permiti¨® a Cort¨¦s autocondecorarse con la autor¨ªa (que no le pertenece) de los brotes de ancha audiencia que a veces escapa de algunas pel¨ªculas que, adem¨¢s de buenas, barren hacia dentro millones de espectadores, como ocurri¨® (y de ello se pavonea Cultura, que nada, tiene que ver con asunto) a primeros de este a?o, cuando gentes del cine -Uribe, G¨®mez Pereira, Armend¨¢riz, Franco y otros del gremio de los rescatados del naufragio por aquel denostado quiebro legislativo de hace 13 a?os, que en la distancia se ve cada d¨ªa m¨¢s necesario entonces- empujaron por su cuenta y riesgo, y arrancaron cifras expansivas que ahora el peper¨ªo cinematogr¨¢fico quiere hacer obra suya sin haber movido un dedo.
Lo dicho por Cort¨¦s en su retorno donde perpetr¨® el a?o pasado su (si tuviera gracia) divertido crimen, es indicio de que su deficiente conocimiento de lo que ocurre en el cine encubre un conocimiento no deficiente, de lo que quiere hacer con ¨¦l: reducirlo a bet¨²n, a botijo, o a alpargata, objetos nobles, pero que nada dicen de qu¨¦ consiste el cine. Lo hasta ahora hecho, con decretos-balbuceos, por Cultura es desarrollar a la baja lo impulsado por la (de por s¨ª claudicadora) ley que promovi¨® Carmen Alborch, ¨²ltima ministra socialista del ramo. Se resume en una consigna: "Sustituir la protecci¨®n por la promoci¨®n". Pero si el cine espa?ol queda desprotegido en un mercado dominado por el autoproteccionismo de Hollywood, puede no tardar en conducir a otro (si tuviera gracia) divertido crimen: el de una promoci¨®n forzada a promocionar filmes que no lo necesitan o no lo merecen, porque fatalmente se inclinar¨¢n a lo result¨®n, a lo ajeno a toda gran aventura de la imaginaci¨®n: el riesgo.
Cort¨¦s (y su coartada desgravadora a la producci¨®n de lujo lo corrobora) alienta un cine sin riesgo, cuando es ¨¦ste el que (por invertir en talento y audacia) permiti¨® a los cineastas antes citados aumentar por s¨ª solos, y con cuatro cuartos, la anchura de nuestro cine. Se achica (preludio de abandono) la ayuda a crear, cuando esta tiene muchos frentes sin cubrir: desde empujar a algo aqu¨ª tan a la intemperie como la escritura cinematogr¨¢fica, oficio cuya maestr¨ªa requiere d¨¦cadas de gasto de codos; hasta dar cobertura, en las crueles leyes no escritas de la industria, al derecho al fracaso, pues hay veces que s¨®lo de saber qu¨¦ no ha de hacer extrae el cineasta de fuste su saber lo que s¨ª ha de hacer.
Y se ensancha (preludio de saldo) la promoci¨®n del comercio de pel¨ªculas resultonas, cuando hacer cine que quede, pel¨ªculas rentables cultural y econ¨®micamente, requiere mantener un delicado equilibrio entre los platillos (riesgo de la creaci¨®n y sentido del buen comercio) de una balanza que Cort¨¦s se propone hacer cada vez m¨¢s coja o, peor a¨²n, sustituirla por otra destinada a promocionar lo innecesario y abandonar lo necesario. Y ah¨ª s¨ª podr¨ªa estar el comienzo de los 13 a?os m¨¢s nefastos (o algo as¨ª) de la historia del cine espa?ol.
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