Un espect¨¢culo plural
Se oy¨® una voz femenina: "?Vaya culo, Francisco!". He aqu¨ª una nueva forma de interpretar la fiesta. Unos van a los toros a ver torear; otros a ver el culo de Francisco.Ambas concepciones del arte del toreo son leg¨ªtimas. Y muchas m¨¢s que tiene este espect¨¢culo plural, con raz¨®n considerado el m¨¢s democr¨¢tico del mundo.
En el toreo vale todo. Antiguamente, no tanto. ?pocas pasadas, hab¨ªa unas normas, unos criterios, un marco en la forma de lidiar y ay de aquel que osara transgredirlo. Al que lo transgred¨ªa, le pod¨ªa volar sobre la cabeza una botella de gaseosa. Modernamente no hay l¨ªmite alguno. Si al campo no se le pueden poner puertas, al arte tampoco.
Bilbao es el paradigma de la modernidad y de la liberalidad taurina. Sale en Bilbao un toro escachifollado y el p¨²blico lo celebra igual que si fuera poderoso y brav¨ªo.
Zalduendo / Litri, Puerto, Rivera
Toros de Zalduendo (2? devuelto porque llevaba una cornada y cojeaba), sobrero del mismo hierro: de discreta presencia, algunos sospechosos depitones, inv¨¢lidos y borregos.Litri: pinchazo y estocada corta ca¨ªda (silencio); estocada -aviso con retraso- y descabello barrenando (oreja).V¨ªctor Puerto: pinchazo, estocada delantera perdiendo la muleta -aviso- y se tumba el toro (silencio); estocada corta trasera (silencio). Rivera Ord¨®?ez: estocada corta atravesada ca¨ªda y rueda de peones (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (aplausos). Plaza de Vista Alegre, 20 de agosto. 5 ? corrida de feria. M¨¢s de tres cuartos de entrada.
El quinto de los toros de Zalduendo se desplom¨® a los pocos pases que V¨ªctor Puerto le estuvo dando con sumo cuidado y no se pod¨ªa levantar. Comparecieron peones e hicieron de mozos de carga. Unos tirando del rabo, otros de los cuernos, no consegu¨ªan levantar aquel cuerpo imbu¨ªdo de borreguez.
Algunos espectadores protestaron. No porque el toro estuviera inv¨¢lido -que eso les tra¨ªa sin cuidado- sino por la debilidad del peonaje. En esta tierra donde cualquier casero es capaz de tomar uno de los bloques gran¨ªticos del Guggenheim, sub¨ªrselo al pecho, rodarlo por el cuello y bajarlo sin pillarse los callos, que tres coletudos fueran incapaces de poner en pie un m¨ªsero vaco no pod¨ªa ni entenderse ni admitirse.
A la mayor¨ªa del p¨²blico le importun¨® la invalidez del vaco aborregado pues hab¨ªa ido a ver torear y, trastabillando y hocicando, es imposible, seg¨²n pudo apreciarse cuando se incorpor¨® ¨¦l solito, trabajosamente. Qu¨¦ considere torear ya es distinta cuesti¨®n. El espect¨¢culo plural admite cualquier versi¨®n imaginable. En el Bilbao moderno y democr¨¢tico todas caben.
Litri peg¨® varios cientos de pases al cuarto toro y los acogi¨® el p¨²blico cual si se trataran de la suma del arte. Nadie dice que no lo fueran. Se constat¨® que Litri no pegaba trapazos; gran novedad en su larga ejecutoria. Incluso lig¨® tres o cuatro naturales con arm¨®nico reposo, y no se descarta que esta sea una de las se?ales que preceder¨¢n al fin del mundo.
El toro que posibilit¨® el acontecimiento era un borrego sin fuste ni resuello de la variedad babosa, catalogado en el vadem¨¦cum taurino entre las especies que sirven. El primer borrego, en cambio, aunque tambi¨¦n serv¨ªa, no inspir¨® tanto a Litri y le peg¨® los trapazos de su especialidad.
V¨ªctor Puerto se atrevi¨® a torear a la ver¨®nica al segundo toro. Hay toreros d¨ªscolos que pretenden salirse del orden establecido. Tal parece ser el caso de V¨ªctor Puerto, que acometi¨® la rareza de torear a la ver¨®nica seg¨²n los c¨¢nones. De manera que en vez de dar el lance largando tela y salir corriendo en direcci¨®n contraria a la del toro seg¨²n es usual, le presentaba el capote, lo tra¨ªa toreado, lo embarcaba, le iba ganando terreno con arm¨®nica ligaz¨®n y remat¨® plet¨®rico de torer¨ªa en los puros medios.
Ol¨¦, dijeron unos cuantos aficionados al contemplar aquel vestigio de la tauromaquia a?eja. Y callaron luego pues ya no tuvieron m¨¢s oportunidades de repetir ol¨¦. El propio V¨ªctor Puerto, pese a su esp¨ªritu batallador, apenas las facilit¨® en el transcurso de una faena aseada pero reiterativa y largu¨ªsima, en la que sufri¨® un desarme.
Francisco Rivera Ord¨®?ez quit¨® por gaoneras y V¨ªctor Puerto le replic¨® entrando a navarras. Se perfilaba all¨ª una competencia que no pas¨® de ese tercio fugaz. A lo mejor es que no existe motivo alguno para competir. Rivera Ord¨®?ez tiene un p¨²blico adicto al que atraen distintos se?uelos y busca muy precisas emociones. Al toro sexto, inv¨¢lido y de corta arrancada, Francisco Rivera le hizo una faena tesonera, destemplada y vulgar. Al tercero, ninguna, pues, convertido en estatua, el toro no se mov¨ªa. Y en ambos casos gust¨® horrores. El p¨²blico adicto se encontr¨® con lo que hab¨ªa ido a ver, indudablemente; y si le hizo feliz, gracias deben darse a la pluralidad de este nuevo espect¨¢culo, sin toros, ni reglas, ni cortapisas, ni Cristo que lo fund¨®.
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