"Me dar¨¢ todo lo que necesito
Diana cre¨ªa haber encontrado en Dodi Fayed al hombre que iba a cambiar su vida
La historia de amor, heredera de los cuentos de hadas, protagonizada en p¨²blico por Diana de Gales se ha roto en dos ocasiones con tr¨¢gicas consecuencias en su ¨²ltimo intento de procurarse cierta felicidad. Esta vez, la carroza era mucho m¨¢s plebeya que la ocupada en 1982 al abandonar la abad¨ªa de Westminster con su esposo, Carlos de Inglaterra. De acuerdo con su nueva situaci¨®n de regia divorciada, la princesa viajaba en un potente Mercedes junto a Emad Dodi Fayed, de 41 a?os, cuyo nombre significa "alguien de quien puedes fiarte". Primog¨¦nito de Mohamed al Fayed, el controvertido millonario due?o de los famosos almacenes Harrods de Londres, Dodi era un flamante playboy y productor cinematogr¨¢fico lo bastante atento y perceptivo como para que ella le dedicara todo su tiempo libre.Cuentan los cronistas reales brit¨¢nicos que ambos fueron presentados hace una d¨¦cada, en un partido de polo celebrado en Windsor. Mohamed al Fayed, no obstante, era un antiguo amigo del padre de Diana, el fallecido conde de Spencer. La joven pareja hab¨ªa sufrido, de distinta forma, la p¨¦rdida abrupta de sus madres. Samira, la de Dodi, hermana del traficante de armas Adnan Kashogi, se divorci¨® cuando el peque?o ten¨ªa un a?o. Hace 11 falleci¨® v¨ªctima de una enfermedad. Frances Spencer abandon¨® al conde para casarse con Peter Shand Kydd, del que luego se separar¨ªa. Diana y Dodi tampoco lo pasaron bien en el colegio que dejaron sin obtener buenas notas o t¨ªtulo alguno.
A pesar de todo, su amistad no cristaliz¨® a los ojos del p¨²blico hasta hace un mes. Sus fotos navegando por el Mediterr¨¢neo en el yate Jonikal y sus paseos en moto acu¨¢tica por la francesa bah¨ªa de Saint Tropez causaron sensaci¨®n. Dodi, antiguo graduado de la prestigiosa academia militar de Sandhurst y productor cinematogr¨¢fico responsable, entre otras cintas, de Carros de fuego, y la princesa no se ocultaban. Los hijos de ella, Guillermo y Enrique, bromeaban con ¨¦l en la cubierta y jugaban con los hermanastros del millonario, uno de ellos sordomudo, en el mar. "Forman una pareja encantadora y estamos muy contentos", lleg¨® a decir hace pocos d¨ªas Al Fayed padre. Diana, m¨¢s consciente que nunca del influjo de su imagen, cambiaba varias veces de ba?ador, sal¨ªa a la terraza y sonre¨ªa, sobre todo sonre¨ªa. "Es el hombre que me sacar¨¢ del mundo en que estoy metida. Conf¨ªo en ¨¦l y me dar¨¢ todo lo que necesito", dijo la princesa a sus amigos a mediados de agosto. "Me gusta cuando me env¨ªa flores y todo lo que hace y dice".
Por un momento, eso s¨ª, la armon¨ªa pareci¨® truncarse. Desde una lancha motora y rodeada de guardaespaldas ella misma se acerc¨® a unos fot¨®grafos de la prensa sensacionalista brit¨¢nica para pedirles que no la acosaran. Tambi¨¦n les dijo que sus hijos deseaban que abandonara el Reino Unido, donde carec¨ªa de libertad. Luego neg¨® haber dado a entender que pensara dejar el pa¨ªs, pero otra tormenta mayor vino a ensordecer su comentario. En plenas vacaciones y con Dodi a su lado aparentemente todo el d¨ªa, Kelly Fisher, una modelo estadounidense, organiz¨® a toda prisa una rueda de prensa. Haciendo pucheros frente a las c¨¢maras, asegur¨® que el millonario la visitaba de noche. "Yo era su amante nocturna. Nos ten¨ªa a las dos, porque mi yate estaba fondeado al otro lado de la bah¨ªa", balbuce¨®. El anillo de zafiro y brillantes que mostr¨® luego era, seg¨²n sus palabras, la prueba de la promesa de matrimonio rota por Dodi. Diana ley¨® sin duda todas las rese?as publicadas al respecto, incluida la lista de las anteriores novias de su caballero andante. Aparte de su ex esposa, la modelo Suzanne Gregard, actrices como Brooke Shields, Winona Ryder o Daryl Hannah aparecieron en una urgente lista de pasados amores. Dispuesta a no dejarse amedrentar, la princesa continu¨® sus vacaciones. Incluso consult¨® a una vidente de la mano de Dodi para averiguar si una posible boda mejorar¨ªa su futuro. El puso a su disposici¨®n helic¨®pteros, yates y lujosos autom¨®viles. La acompa?¨® a las costas de Grecia y de vuelta a la Costa Azul. En todo momento parec¨ªa protegerla como ya hiciera otro potentado, el armador griego Arist¨®teles Onassis, con Jacqueline Kennedy, la viuda del asesinado presidente norteamericano John F. Kennedy.
"Parec¨ªa haber encontrado por fin la felicidad", dec¨ªan ayer los curiosos que, con semblante grave, formaban corrillos frente al palacio de Kensington, residencia oficial de Diana en la capital brit¨¢nica. "Ahora que iba camino de tener a alguien a su lado se trunca todo", murmuraba una mujer madura con l¨¢grimas en los ojos. A nadie parec¨ªa importarle la fama de millonario olvidadizo de Dodi Fayed. Era capaz de dejar propinas astron¨®micas y no pagar a tiempo el alquiler de sus numerosas mansiones. Nadie entre los ciudadanos an¨®nimos que dejaban ramos de flores, a veces unos brotes arrancados de un jard¨ªn cercano, record¨® la confusa relaci¨®n de la propia Diana con la prensa. Su tr¨¢gico y s¨²bito final la elevar¨¢ seguramente ahora a la categor¨ªa de mito.
Diana, princesa de Gales, como era obligado llamarla en el Reino Unido, ha muerto joven y pod¨ªa llorar y quebrarse en p¨²blico, ya fuera por timidez, agotamiento emocional o profunda emoci¨®n ante el sufrimiento de otros. En este caso, m¨¢s que un amor truncado al estilo de Romeo y Julieta, su desaparici¨®n parece haber ahondado a¨²n m¨¢s la admiraci¨®n de la mayor¨ªa de los brit¨¢nicos por una princesa en apariencia tan fr¨¢gil y humana.
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