El Xerez asfixi¨® al Sevilla
El equipo de Rubio cay¨® en una mediocre actuaci¨®n y perdi¨® el liderato
Carlos Or¨²e y Juli¨¢n Rubio fueron fieles a sus principios. El primero de ellos, el entrenador del Xerez, orden¨® a sus jugadores echarse atr¨¢s, aguantar la presi¨®n y salir con orden. Su hom¨®logo en el banquillo visitante hizo un dibujo t¨¢ctico que en teor¨ªa era un himno al juego ofensivo. Al final, los locales ganaron el partido por la m¨ªnima diferencia y el Sevilla cosech¨® las primera derrota de la temporada en el campeonato liguero al caer ante un equipo reci¨¦n ascendido.?Qu¨¦ pas¨®? Muy sencillo: los xerecistas escenificaron el libreto sin saltarse una p¨¢gina. Los sevillistas, "en cambio, perdieron la memoria y el rumbo. En la climatolog¨ªa pueden excusar su pobre actuaci¨®n -37 grados de temperatura y una humedad de 75%- pero hay razones de fondo para no tener siquiera un minuto de lucidez en la funci¨®n. El Sevilla jug¨® roto. Coloc¨® cuatro defensas y cuatro delanteros pero olvid¨® el centro del campo, donde Juric y Paco Pe?a no fueron capaces de servir de puente entre las dos l¨ªneas. Cada uno iba a su aire, por libre.
En la parte de arriba, Tsartas fue eclipsado por Juan Pedro. El marcador xerecista lo persigui¨® como un perro de caza. Lo sigui¨® a todas partes, lo acos¨® hasta agobiarlo. En una jugada sin bal¨®n, lejos de la mirada del ¨¢rbitro, Tsartas le lanz¨® un patada a su perseguidor. Fue el m¨¢s claro mensaje de que hab¨ªa perdido la batalla.Los dem¨¢s delanteros del equipo que dirige Juli¨¢n Rubio no estaban para jugar. No hicieron un solo disparo de peligro, a puerta del contrario. Fue tal la apat¨ªa demostrada que Or¨²e incluso se tom¨® el lujo de cambiar a su portero titular -Gonz¨¢lez- por Alejandro.
De todas maneras, ambos porteros fueron apenas testigos de excepci¨®n del triunfo porque no tuvieron apenas trabajo. El Xerez comprendi¨® a las mil maravillas el mensaje sevillista y decidi¨® que adem¨¢s de defenderse podr¨ªa atacar.El equipo local subi¨® las l¨ªneas y convirti¨® en rutina las visitas a Casagrande que, pese a la derrota, hizo esfuerzos por salvar su honor. M¨¦ndez y Sander le cogieron gusto al ataque mientras el Sevilla se ahogaba de calor, se asfixiaba de desidia y aburr¨ªa por su apat¨ªa.
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