Cuestionando el triunfalismo dominante
La probable admisi¨®n de Espa?a en la primera liga de pa¨ªses fundadores del euro est¨¢ creando en nuestro pa¨ªs un clima de euforia y complacencia preocupante que est¨¢ dificultando la percepci¨®n real de nuestra realidad y la resoluci¨®n de los problemas graves existentes en nuestra sociedad. Una mera lectura de los indicadores sociales muestra, que en muchos de ellos nuestro pa¨ªs est¨¢ muy por detr¨¢s del resto de la UE. Cuatro indicadores como ejemplo: Espa?a tiene: 1) la tasa de desempleo m¨¢s alta de la UE; 2) una de las distribuciones de la renta m¨¢s desiguales en la UE (y en la OCDE; Smeeding, T.: Income inequality in twenty nations, Challenge, 1996); 3) uno de los Estados del bienestar menos desarrollados en la UE, y 4) la fertilidad m¨¢s baja del mundo. Estos hechos est¨¢n siendo ignorados en el discurso triunfalista dominante. Espa?a se gasta menos por persona (sea ¨¦sta usuario, paciente, estudiante, pensionista o incapacitado) en transferencias sociales (tales como pensiones), en servicios sociales (tales como sanidad y servicios comunitarios y domiciliarios de atenci¨®n a los ancianos e incapacitados) y en educaci¨®n que la mayor¨ªa de pa¨ªses en la UE. En realidad, el gasto en muchos de estos cap¨ªtulos del Estado del bienestar es incluso menor que el que nos corresponde por el nivel de desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs. Mientras que el nivel de riqueza de Espa?a (medida por el PIB por habitante) es de casi el 74% del promedio de la UE, el gasto p¨²blico en protecci¨®n social por habitante, por ejemplo, es s¨®lo el 62% del gasto p¨²blico promedio en protecci¨®n social por habitante en la UE. Ello implica que nos gastamos en protecci¨®n social un 12% (74-62) menos de nuestros recursos de lo que nos corresponder¨ªa por nuestro nivel de desarrollo econ¨®mico. Este d¨¦ficit entre lo que nos gastamos por habitante y lo que debi¨¦ramos gastarnos por el nivel de desarrollo econ¨®mico que tenemos es del 8% en el gasto sanitario p¨²blico, 11% en el gasto en educaci¨®n p¨²blica, un 38% en el gasto p¨²blico en investigaci¨®n y un 22% en gastos en educaci¨®n universitaria. Estos d¨¦ficits son incluso m¨¢s marcados en los servicios sociales, siendo de un 46% en servicios p¨²blicos de ayuda domiciliaria a los ancianos y un 64%, en jardines p¨²blicos de infancia, entre otros (EUROSTAT, 1995, 1996 y 1997). En Espa?a estas enormes insuficiencias de los servicios sociales del Estado del bienestar las cubre la familia, lo cual en la pr¨¢ctica quiere decir la mujer, es decir, la hija de los ancianos y la madre de los ni?os. La mujer espa?ola es la que provee aquellos servicios de atenci¨®n a los ancianos, j¨®venes e infantes, prove¨ªdos por el Estado del bienestar en otras sociedades, y lo realiza a un enorme coste personal, as¨ª como social y econ¨®mico. Seg¨²n los trabajos realizados por la Comisi¨®n de Estudio de Ias Desigualdades Sociales en Salud en Espa?a por el Ministerio de Sanidad, y Consumo del Gobierno espa?ol durante el periodo 1992-1994, el sector de la poblaci¨®n espa?ola que tiene mayor n¨²mero de enfermedades debidas al estr¨¦s son las mujeres de 35 a 55 a?os, precisamente el grupo poblacional que cubre con mayor dedicaci¨®n las enormes insuficiencias del Estado del bienestar espa?ol. Este es el coste personal de unas pol¨ªticas p¨²blicas de austeridad social que responden a un discurso oficial que declara la familia como su centro prioritario pero que en la pr¨¢ctica es profundamente insensible a las necesidades de sus miembros (y muy especialmente de las madres e hijas). Estas pol¨ªticas de insensibilidad familiar y austeridad social tienen tambi¨¦n un elevado coste social; son responsables del escaso grado de participaci¨®n de la mujer en el mercado laboral, al retenerlas en sus cargas familiares sustitutivas del Estado del bienestar. S¨®lo el 36% de las mujeres adultas trabajan en Espa?a, comparado con el 56% en la UE y el 68% en los pa¨ªses n¨®rdicos de la UE. En estos pa¨ªses, tanto los servicios sociocomunitarios (incluyendo los servicios domiciliarios) como los jardines de infancia para ni?os de edad preescolar son servicios generalizados ampliamente disponibles a la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa. El 68% de los ni?os en edad preescolar, por ejemplo, est¨¢n en centros de infancia p¨²blicos en Suecia, comparado con s¨®lo el 6% en Espa?a. Esta pobreza de la infraestructura de apoyo y soporte a la familia es en gran parte responsable del bajo porcentaje de participaci¨®n de la mujer en el mercado laboral y su fen¨®meno paralelo: la baja tasa de poblaci¨®n activa en Espa?a. En nuestro pa¨ªs, la tasa de participaci¨®n laboral de la poblaci¨®n adulta es s¨®lo un 48% (una de las m¨¢s bajas en la UE), compar¨¢ndola con un 50% en la U E y un 68% en los pa¨ªses escandinavos. El coste social y econ¨®mico de esta baja participaci¨®n laboral es muy grande. Si el porcentaje de la poblaci¨®n femenina en el mercado laboral y el porcentaje de la poblaci¨®n activa fueran en Espa?a los mismos que el promedio de la UE, la riqueza producida en nuestro pa¨ªs ser¨ªa semejante al nivel de riqueza promedio de la UE. Nuestra pobreza como pa¨ªs est¨¢ muy basada en este hecho: la baja participaci¨®n en el mercado laboral.Otro gran coste de la insuficiencia del Estado del bienestar y cobertura de sus insuficiencias por parte de las familias es la gran carga que supone para la familia la absorci¨®n de la poblaci¨®n desocupada; el 82% de los desocupados j¨®venes viven con sus padres. La tasa de paro entre los j¨®venes en Espa?a es la m¨¢s alta en la UE (44%). Consecuencia de esta situaci¨®n. es la baja fertilidad de Espa?a -la m¨¢s baja hoy en el mundo- El subdesarrollo del Estado del bienestar y sus servicios de apoyo a la familia, junto al gran desempleo existente en nuestro pa¨ªs, conlleva una sobrecarga familiar que retrasa considerablemente el proceso de formaci¨®n familiar. La baja fertilidad se basa en esta realidad pre?ada de cargas, angustias, incertidumbres y desesperanzas. Aquellas sociedades europeas que tienen mayor desarrollo en los servicios del Estado del bienestar y que tienen unas tasas de participaci¨®n mayor de la mujer en el mercado laboral (tales como las sociedades n¨®rdicas de la UE) tienen unas tasas de fertilidad mucho mayores que aquellas sociedades -como Espa?a e Italia- que tienen un escaso desarrollo de aquellos servicios del Estado del bienestar y una baja participaci¨®n de la mujer en el mercado laboral. En estas sociedades se retrasa considerablemente el proceso de formaci¨®n familiar. Las sociedades laicas del norte de la UE, carentes de una ret¨®rica profamiliar, tienen, sin embargo, unas pol¨ªticas p¨²blicas (de estimular la participaci¨®n de la mujer en el mercado laboral y proveer los servicios de apoyo a las familias) m¨¢s favorecedoras de la formaci¨®n y mante-nimiento familiar que las sociedades de cultura cat¨®lica del sur de Europa, que, aunque utilizan una ret¨®rica profamiliar, promueven en la pr¨¢ctica pol¨ªticas p¨²blicas que dificultan la formaci¨®n de familias, disminuyendo las tasas de fertilidad. Pero estas pol¨ªticas de austeridad social, insensibles a las familias espa?olas, dificultan tambi¨¦n la producci¨®n de empleo. El tema m¨¢s ausente en el debate que est¨¢ teniendo lugar en Espa?a hoy sobre empleo es precisamente el de desarrollar el Estado de bienestar como medida de resolver el problema tanto de la baja participaci¨®n laboral como del desempleo femenino y juvenil. Las propuestas del Gobierno Jospin en Francia son un paso en esta direcci¨®n. Espa?a no es s¨®lo el pa¨ªs con mayor desempleo en la UE. Es tambi¨¦n el pa¨ªs con menor tasa de crecimiento de puestos de trabajo en el sector sociocomunitario de los servicios sociales del Estado del bienestar, el sector de mayor crecimiento en empleo en la UE y que aporta mayor empleo femenino y juvenil, no s¨®lo en la UE, sino tambi¨¦n en la OCDE.A pesar de ello, el Gobierno espa?ol ha desechado la posibilidad de desarrollar el insuficiente Estado del bienestar espa?ol, generando a la vez empleo, ridiculizando las t¨ªmidas pero necesarias intervenciones del Gobierno Jospin. Ahora bien, en contra de lo que asume el pensamiento econ¨®mico dominante hoy en Espa?a, unas pol¨ªticas p¨²blicas de creaci¨®n de empleo no pueden limitarse a crear s¨®lo las condiciones favorables para que el sector privado los cree. El sector p¨²blico ' tiene tambi¨¦n que intervenir activamente en la producci¨®n de empleo, estimulando tanto el desarrollo de la infraestructura y capital humano como de los servicios del Estado del bienestar, muy poco desarrollados en Espa?a, lo cual explica en gran parte los graves problemas de equidad existentes en nuestro pa¨ªs.Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas de la U. Pompeu Fabra.
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