Antonio Saura, investido doctor honoris causa en Castilla-La Mancha
La actriz Marina Saura lee el discurso de su padre en Cuenca
El pintor Antonio Saura fue investido ayer doctor honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha, en un acto celebrado en la Facultad. de Bellas Artes de Cuenca. Saura, que se encuentra internado en un hospital de Madrid, aquejado de una dolencia hemodin¨¢mica, no pudo asistir al acto. Su hija, la actriz Marina Saura, ley¨® con emoci¨®n el texto escrito por el artista, en el que agradec¨ªa el reconocimiento y hac¨ªa, referencia a su estrecha relaci¨®n con Cuenca, donde est¨¢n enterradas dos de sus hijas. El discurso que Saura prepar¨® para la ocasi¨®n es una selecci¨®n de un libro a¨²n in¨¦dito, Tratado de la pintura. Marina Saura dijo anoche que hab¨ªa hablado telef¨®nicamente con su padre tras finalizar el acto, que calific¨® como "muy emotivo y muy bonito", y que hoy visitar¨¢ al pintor. "Se encuentra mejor, es una pena que no haya podido ir a Cuenca, declar¨® la actriz.
En el siempre confuso universo de los galardones, no creo que se pueda tallar uno m¨¢s cabal y apropiado que el de la investidura como doctor de Antonio Saura (Huesca, 1939). No se trata de que sea uno de los m¨¢s notables artistas espa?oles de este siglo, lo que, a tenor de la compa?¨ªa que implica, supone entrar por propio derecho en la memoria hist¨®rica internacional, sino de su singular personalidad creadora, hecha de un solo trazo, pero con dones multiplicados. El gesto pict¨®rico de Antonio Saura ha conjugado, en efecto, la esgrima desnuda que embadurna el lienzo, la escritura luminosa, la agitaci¨®n, la vida ins¨®lita, la mirada penetrante, el esp¨ªritu cr¨ªtico, la curiosidad intelectual, la rebeld¨ªa... No ha sido un humanista polifac¨¦tico, sino un creador apasionado, intempestivo e incansable, muy a la profunda manera espa?ola.
Proyecci¨®n internacional
Por lo dem¨¢s, me parece superfluo ilustrar con datos de sobra conocidos la biograf¨ªa de Saura. Me refiero a su vinculaci¨®n a la vanguardia, en los primeros a?os de la posguerra espa?ola, su instalaci¨®n en Par¨ªs, su decisiva participaci¨®n en la formaci¨®n y desarrollo de El Paso, su proyecci¨®n internacional muy temprana o sus m¨²ltiples experiencias y actividades. De hecho, puede uno limitarse a hacer una cr¨®nica de ahora mismo, de este verano, mientras simult¨¢neamente se ha visto sacudido por un grave quebranto de salud que le ha impedido atender algunos compromisos previstos. Al hacerse p¨²blico su ingreso hospitalario, por ejemplo, el pasado 9 de julio, tambi¨¦n se dio la noticia de la inauguraci¨®n de su exposici¨®n individual en la Galer¨ªa Lelong, de Par¨ªs, con una selecci¨®n de obra pintada este a?o, mientras que, hace s¨®lo unos pocos d¨ªas, el 12 de septiembre, se inauguraba, a su vez en la K?nsthalle de Malm?, una retrospectiva suya, titulada Antonio Saura. Imagina. 1956-1997.
Entre las iniciativas que ha protagonizado Saura durante los ¨²ltimos a?os en toda Europa quiero destacar una: la exposici¨®n, que ¨¦l mismo concibi¨® y realiz¨®, con el t¨ªtulo Despu¨¦s de Goya. Una mirada subjetiva, que era una formidable reflexi¨®n acerca de su propia genealog¨ªa art¨ªstica, pero a trav¨¦s de la obra de otros, un poco una explicaci¨®n del sentido hist¨®rico de lo que hab¨ªa hecho y lo que hab¨ªa amado; en fin: su raz¨®n de ser como artista.
Hay una c¨¦lebre afirmaci¨®n est¨¦tica de Goya, en la que no reconoc¨ªa m¨¢s maestros que Vel¨¢zquez, Rembrandt y la naturaleza, una afirmaci¨®n que Saura pod¨ªa hacer e hizo suya, incluyendo en la n¨®mina de lo mod¨¦lico, por su parte, a su genial paisano. ?sta y no otra es la explicaci¨®n de la modernidad de Saura: la primera, la m¨¢s radical y la m¨¢s comprometida. Es la genealog¨ªa de la sombra, el env¨¦s de la luz como drama, el hi lo conductor moral y art¨ªstico del esp¨ªritu moderno. Ah¨ª est¨¢ Antonio Saura y esta presencia excepcional merece ser celebrada, pues nos concierne y nos explica en nuestra mejor dimensi¨®n.
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