Milagro en Mil¨¢n
Mientras la selecci¨®n italiana firmaba un honroso armisticio con el general invierno en Mosc¨², Fabio Capello meditaba en Mil¨¢n sobre el duro destino de los estrategas. Su caso era un ejemplo: siempre vigilados por el tesorero, siempre sujetos a decisiones extremas, siempre amenazados por la hipertensi¨®n y el insomnio, los entrenadores deb¨ªan resignarse en ¨²ltimo t¨¦rmino a los golpes de fortuna.Aceptada la importancia de la suerte, ¨¦l hab¨ªa cre¨ªdo encontrar la manera de burlarla. Con ese prop¨®sito se hab¨ªa esmerado en estudiar durante a?os las claves log¨ªsticas del f¨²tbol moderno. Era importante disponer de un buen servicio de inteligencia, pero sobre todo hab¨ªa que cuidar las v¨ªas de suministro: en resumen, para conseguir la superioridad era imprescindible disponer de dinero. Como en las guerras del emperador Carlos, todo consist¨ªa en recorrer el mercado con la bolsa de monedas y alistar a la mayor cantidad posible de mercenarios sin escr¨²pulos. Por alg¨²n oscuro resentimiento con el f¨²tbol de alta escuela, ¨¦l siempre prefiri¨® a los cazadores de recompensas, esos tipos habituados a la guerra de conquista, dispuestos a saquear el campo contrario.
-Con Kluivert y Weali, tengo la mejor delantera del mundo, pero a¨²n necesito jugadores; jugadores de batalla, claro.
Por intercesi¨®n suya, Berlusconi volvi¨® a desenfundar el monedero y consigui¨® contratarle a Ba, Cruz, Donadoni, Bogarde, Ziege y Leandro, hasta sumar catorce extranjeros. Sin duda, con este plantel ten¨ªa garantizado su ideal de juego duro, seco y cortante; una f¨®rmula parad¨®jica capaz de convertir a los jornaleros en artistas y a los artistas en jornaleros. En suma, el f¨²tbol estepario.
En otros tiempos, a Fabio le salieron defensores cuando no los necesitaba. Ahora, cuando s¨ª los necesita, cuando, acusado de malgastar la p¨®lvora del rey, debe defender !u vida domingo a domingo, nos permitimos recomendarle que se deje aconsejar por Juanito, el excelente stopper canario que hoy es a la vez jugador y accionista del Extremadura. Porque, a primera vista, su ¨²nica posibilidad es ocupar por sorpresa el Consejo de Administraci¨®n.
O quiz¨¢ deba compincharse con Gianni Rivera, Il Bambino d'oro, que hace a?os tom¨® el poder en el Milan pre Berlusconi. Recordemos el incidente: Gianni pretend¨ªa seguir en su equipo de toda la vida, pero sufr¨ªa la persecuci¨®n del antiguo presidente, as¨ª que compr¨® y sindic¨® acciones hasta reunir la m¨¢s importante cartera de la sociedad. Seg¨²n la leyenda, acto seguido se dirigi¨® a las dependencias del club, enfil¨® el pasillo que conduc¨ªa al despacho presidencial, se salt¨® secretarios, validos y edecanes, y dio un empell¨®n a la puerta del jefe.
-?Qu¨¦ formas son ¨¦stas de entrar aqu¨ª?, pregunt¨®, estupefacta, una gorda figura que se recortaba sobre el ventanal.
-Son las formas justas para cumplir la misi¨®n que tengo. S¨®lo quiero decirle tres cosas. Primera, que he comprado el club; segunda, que est¨¢ usted sentado en mi sill¨®n, y tercera y ¨²ltima, que he dado instrucciones al personal de seguridad para que venga dentro de 10 minutos: naturalmente, tiene mi orden de sacarle a patadas de aqu¨ª, si para entonces no ha abandonado el despacho.
Reconocemos el riesgo de tal operaci¨®n, dado el temperamento de Adriano Galliani el vigente director general, pero si don Fabio se animase, quiz¨¢ pudi¨¦ramos hacer realidad un deseo repetidamente so?ado. El de que, dos siglos despu¨¦s, el f¨²tbol consumase su propia toma de la Bastilla.
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