Expulsados del para¨ªso
La 'okupada' discoteca Ed¨¦n de M¨®stoles ser¨¢ derribada para construir pisos y una piscina municipal
Ana Bel¨¦n, de 32 a?os, y sus dos perros sin nombre viven desde hace un a?o entre las ruinas del fugaz para¨ªso que fue la discoteca Ed¨¦n, entre mayo de 1988 y julio de 1989. Este templo de la movida juvenil del sur, enclavado en M¨®stoles (196.500 habitantes), lleg¨® a concitar tantas riadas de j¨®venes, que empez¨® a ser molesto para los vecinos y los usuarios del hospital, situado a pocos metros.Por aquel entonces, Ana Bel¨¦n era una veintea?era capaz de rasgarse sus medias de red ante los gorilas de la puerta con tal de poder pasar a la discoteca. La situaci¨®n ha cambiado mucho y ahora el acceso a Ed¨¦n est¨¢ libre para esta joven, que no tiene ni para medias. Ella y otros desharrapados han convertido aquel garito de moda en su ¨²nica casa. Pero el paisaje desolador va a variar en breve, porque el due?o del local va a derribar la vieja discoteca para levantar pisos y una piscina climatizada, que ceder¨¢ al consistorio.
Fue el Ayuntamiento el que orden¨® el cierre de la discoteca en 1989 con el argumento de que no dispon¨ªa de las licencias necesarias. Fue la guinda de un pastel que los vecinos de la zona se ocuparon de engordar para erradicar las noches de ruido y peleas que les tuvieron en vilo durante meses.
El paso de los a?os ha convertido el garito m¨¢s elegante en un bosque ocupado por la hierba salvaje y la suciedad. Y la piscina, que fue uno de los principales emblemas de Ed¨¦n en su etapa dorada, se ha transformado en un lodazal. A pesar de todo, ¨¦ste es el hogar de Ana Bel¨¦n, sus perros y tres personas m¨¢s que no quieren dar su nombre. Son el ¨²ltimo reducto del ej¨¦rcito de drogadictos, vagabundos y prostitutas que fueron abandonando el para¨ªso conforme iba reduci¨¦ndose a ceniza por los repetidos incendios. "Han sido incendios de poca envergadura, pero muy aparatosos por el humo que provoca la decoraci¨®n de la discoteca que a¨²n se conserva", recuerda el jefe de bomberos, Teodoro Giralda.
Despu¨¦s del ¨²ltimo fuego, hace unas semanas, el Ayuntamiento tap¨® los accesos y conden¨® a sus inquilinos a emigrar. S¨®lo Ana Bel¨¦n y sus compa?eros de penuria osaron quedarse, aunque en el jard¨ªn: unos api?ados en un min¨²sculo caj¨®n, en otro tiempo chiringuito de bebidas tropicales, y ella al abrigo de unas enredaderas que plant¨® hace meses y la salvaguardan de la lluvia. "Llegu¨¦ aqu¨ª tras pasar un a?o en la c¨¢rcel. Antes viv¨ªa con unos marroqu¨ªes en un piso muy guay de la avenida Dos de Mayo (M¨®stoles), pero cuando sal¨ª del trullo me encontr¨¦ con que lo hab¨ªan subastado porque mis compa?eros no pagaban", comenta Ana Bel¨¦n. Se fue al ed¨¦n con su novio. "?l se muri¨® aqu¨ª mismo y me dej¨® sola con los perros", rememora. Ahora deber¨¢ cambiar de hogar. En diciembre, el Ayuntamiento aprobar¨¢ el derribo del Ed¨¦n.
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