30.000 sindicalistas exigen en Luxemburgo a los Quince pol¨ªticas concretas contra el paro
El escepticismo empieza a dejar paso a la esperanza. El pasotismo social, a la exigencia. "Sobran declaraciones, faltan acciones". Con ¨¦ste y parecidos esl¨®ganes, m¨¢s de 30.000 sindicalistas de toda la Uni¨®n Europea (UE) exigieron a sus jefes de Estado y de Gobierno que ofrezcan resultados tangibles en la cumbre que iniciaban anoche. Es la primera de las 68 sesiones del Consejo Europeo celebradas que discute monogr¨¢ficamente un asunto de ese alcance. La lluvia de Luxemburgo auguraba una cosecha modesta pero, por vez primera, concreta.
El esbozo de una estrategia com¨²n para el empleo va calando. La prueba es la propia celebraci¨®n de esta cumbre, exigida en julio por el Gobierno de Francia, como contrapartida social a su asunci¨®n del Pacto de Estabilidad del euro.Desde 1975 hasta hoy, los l¨ªderes se han reunido 57 veces en Consejo Europeo ordinario y 10 veces con car¨¢cter extraordinario. Sin contar los encuentros informales, para reflexiones generales (Formentor, septiembre de 1995) o decisiones muy concretas, corno la de Bruselas (julio de 1994, cuando se eligi¨® a Jacques Santer presidente de la Comisi¨®n). Ninguno de estos sanedrines se hab¨ªa "dedicado monogr¨¢ficamente a una pol¨ªtica concreta", subrayaba ayer la comisaria de Pol¨ªtica Regional, Monika Wulf-Mathies.
Tampoco es frecuente que en la fr¨ªa Europa central se congreguen 30.000 manifestantes, seg¨²n la polic¨ªa (50.000, calculaban los sindicatos) por el empleo y no en protesta corporativa contra una medida concreta (como el cierre de la Renault belga). Los encabezaba una pancarta con el guarismo "18.212.500, la actual -y enquistada- cifra de parados de la UE. Al son de La Internacional, gritaban: "Basta de hablar, queremos acciones". Sindicalistas como Antonio Guti¨¦rrez, l¨ªder de CC OO, subrayaban que "en esta cumbre se juega la credibilidad del proceso europeo". Novedad prometedora: ni un solo desprecio a la moneda ¨²nica y a Maastricht.
En un hotel cercano, los 15 l¨ªderes socialistas abundaban en la necesidad de "objetivos concretos para las pol¨ªticas de creaci¨®n de empleo". Y, por vez primera en bastante tiempo, el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n espa?ola, Joaqu¨ªn Almunia, secretario general del PSOE, le ganaba la batalla de la comunicaci¨®n previa al presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, asegurando que ha sido el que m¨¢s palos ha puesto en las ruedas de la cumbre.
El frente social est¨¢ encabezado por Francia, los socialdem¨®cratas n¨®rdicos y la Comisi¨®n, pero tambi¨¦n por el m¨¢s progre de los socialcristianos, el presidente de turno, Jean-Claude Juncker. Obtendr¨¢ en este sanedr¨ªn, seg¨²n reconocen ya todas las delegaciones, dos piezas codiciadas. Una, el m¨¦todo de vigilancia multilateral o de examen para que las promesas no se queden en agua de borrajas. La otra, compromisos cifrados en tres ¨¢mbitos: compromiso de resinserci¨®n laboral o formativa para los parados de larga duraci¨®n, a los 12 meses; similares salidas para los j¨®venes, a los seis meses de paro, y un umbral indicativo (el 25%) de la poblaci¨®n a la que las Administraciones deben procurar formaci¨®n profesional.
Frustraciones
Es menos de lo que deseaban, pero mucho m¨¢s de lo esperado desde hace a?os, sobre todo porque abrir¨¢ -esperan- una nueva din¨¢mica de exigencia ciudadana concreta a los Gobiernos. Este frente social -no contradictorio, sino complementario del monetario- es el heredero de la decepci¨®n que suscit¨® la escasa aplicaci¨®n del Libro blanco sobre el empleo de Jacques Delors (1993), que propon¨ªa crear 15 millones de empleos hasta el a?o 2000 y reducir la tasa europea de paro a la mitad.Se consagr¨® su filosof¨ªa -al tiempo, liberalizadora y keynesiana-, pero sus propuestas concretas, como las grandes redes de transporte cofinanciadas con la emisi¨®n de deuda comunitaria, todav¨ªa no han llegado a la pubertad.
La segunda frustraci¨®n se fragu¨® en la cumbre de Essen (diciembre de 1994), que defini¨® los segmentos de parados a los que deb¨ªa prestarse m¨¢s atenci¨®n, pero de nuevo aparc¨® las medidas concretas de financiaci¨®n propuestas, como una eurotasa energ¨¦tica para un desarrollo no contaminante. El tercer rev¨¦s fue el Consejo de Florencia (junio de 1996), que tumb¨® el Pacto de Confianza de Santer (reasignaci¨®n de 5.000 millones de ecus del presupuesto en favor de las redes, reordenaci¨®n de los fondos estructurales), salvo los apreciables pero m¨ªnimos pactos territoriales de empleo".
La cumbre de Tur¨ªn (marzo de 1996), coordin¨® a los partidarios de incluir en el nuevo Tratado un cap¨ªtulo de empleo y el esbozo de una pol¨ªtica com¨²n. Sobre esas brasas, la "determinaci¨®n" (seg¨²n unos) o "chantaje" (opinan otros, porque utiliz¨® como reh¨¦n al Pacto de Estabilidad) de Francia prendi¨® el fuego en Amsterdam, el pasado julio. La llama de ma?ana es su consecuencia directa. Est¨¢ por ver qu¨¦ tama?o alcanza. Es decir, no habr¨¢ evaluaci¨®n clara hasta conocer la letra peque?a del acuerdo final, donde se agazapan todos los diablos. Y hasta saber si la flexibilidad otorgada a los Gobiernos para aplicar las directrices comunes no las convierte en papel mojado.
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