?Qu¨¦ nos impide crear m¨¢s empleo?
La aplicaci¨®n de la reforma laboral, producto de los Acuerdos para la Estabilidad en el Empleo que suscribieron en abril las organizaciones sindicales y empresariales, nos est¨¢ permitiendo avanzar en una mayor creaci¨®n de empleo indefinido, que ha multiplicado por tres su ritmo en los meses que lleva en vigor la reforma. Esto es muy halag¨¹e?o, pero no suficiente.De entrada, y ante unas mejores expectativas de encontrar trabajo, ha aumentado s¨²bitamente el n¨²mero de demandantes de empleo, de suerte que la tasa de paro se ha reducido menos de lo esperable. Es bueno, sin embargo, que se ampl¨ªe nuestra tasa de actividad, que era una de las m¨¢s bajas de Europa. Significa que ahora somos m¨¢s a subvenir con nuestros impuestos y cotizaciones sociales el peso del Estado, lo que significa, como es l¨®gico, que el esfuerzo per c¨¢pita puede disminuir.
Pero est¨¢ igualmente claro que el objetivo final, que es reducir sensiblemente ese 20% de parados que existe, seg¨²n la Encuesta de Poblaci¨®n Activa, sigue siendo irrenunciable.
Hay todav¨ªa muchos factores a remover para avanzar m¨¢s deprisa. De hecho, ya he dicho repetidas veces que una reforma laboral, sensu estricto, no se puede dar por concluida hasta que. no se aborden cuestiones capitales, como es el funcionamiento y financiaci¨®n de la Seguridad Social y el desempleo.
He aqu¨ª algunas cifras. En 1997 el Presupuesto Consolidado del Estado y la Seguridad Social prev¨¦ unos ingresos de 27,5 billones, aproximadamente. De ellos, los impuestos directos, los que gravan la renta en el momento en que se obtiene, suponen unos 7,4 billones. Los impuestos indirectos, vinculados al momento en el que esa renta se gasta, suponen otros 6,3 billones. ?Son ¨¦stos los dos principales cap¨ªtulos de ingreso? Pues no. ?l m¨¢s importante es el de cotizaciones sociales, que recaudan m¨¢s de ?8 billones en este a?o. De esta cantidad, el 82% corresponde a los que pagan las empresas.
As¨ª pues, y tecnicismos aparte, se puede decir que hay impuestos sobre la renta impuestos sobre el consumo e impuestos sobre el empleo, y que de estos tres, el que tiene m¨¢s eficacia recaudatoria es justamente el que gravita sobre los que crean y mantienen los Puestos de trabajo.
Por todo ello, la reforma de los sistemas de protecci¨®n social (Seguridad Social y desempleo), estableciendo una f¨®rmula de financiaci¨®n que sea menos perjudicial para el empleo, sigue siendo un objetivo b¨¢sico si querernos seguir reduciendo la tasa de paro.
Por lo dem¨¢s, hay que mentalizarse de que no existen soluciones traumat¨²rgicas y fulminantes para acabar con el problema. El arbitrismo, es decir, la propuesta de soluciones simples a problemas complejos, es mortal de necesidad cuando se aplica a la cuesti¨®n del paro.
Ya nos gustar¨ªa a todos que el asunto se solucionase trabajando menos horas y cobrando lo mismo, o encontrando en la Administraci¨®n los puestos de trabajo que faltan, o prejubilando a trabajadores para dar entrada a otros m¨¢s j¨®venes. El problema es que medidas como las apuntadas conducen inexorablemente a menos competitividad, m¨¢s gasto p¨²blico o mayores cargas de la Seguridad Social, y a la larga todo ello destruye m¨¢s empleos que aqu¨¦llos que se hubieran podido crear.
Si, por ejemplo, se tiende a trabajar menos horas es forzoso que la remuneraci¨®n percibida sea tambi¨¦n menor. En este caso, ya no estamos ante un modelo de reducci¨®n de jornada, sino de trabajo a tiempo parcial, sistema que en, s¨ª mismo es positivo porque permite incorporar a la poblaci¨®n activa a personas que por tener responsabilidades familiares, o por estar estudiando, o por cualquier otra raz¨®n, no pueden trabajar a jornada completa.
En Europa, el trabajo a tiempo parcial supone 10 puntos m¨¢s que en Espa?a, medido sobre poblaci¨®n activa. El hecho de que esos 10 puntos sean precisamente los que tenernos m¨¢s de paro (y tambi¨¦n de menor tasa de actividad respecto a Europa), nos indica que es un ¨¢rea donde podemos crecer y solucionar una parte del problema.
En la misma l¨ªnea, como se trata de crear puestos de trabajo productivos, que generen alg¨²n bien o servicio, y no simples ocupaciones, es dudoso que ¨¦stos puedan provenir de la Administraci¨®n. Inflar la n¨®mina de los que perciben rentas del Estado puede ser aparentemente positivo, si es que se trata de cambiar subsidios por empleos, pero a medio y largo plazo se plantea el gran problema de c¨®mo dar continuidad a esos puestos de trabajo, porque o bien los asume el sector privado (cosa improbable, porque ahora no los demanda), o bien se consolidan como empleos de la Administraci¨®n, lo que incrementar¨ªa el gasto p¨²blico y, por ende, los impuestos o el d¨¦ficit.
En cuanto a las prejubilaciones, la experiencia de a?os pasados demuestra que es una salida en falso que no hace m¨¢s que incrementar los desequilibrios financieros de los sistemas de protecci¨®n social, obliga a incrementar las cuotas y con ello dificulta, m¨¢s que soluciona, la generaci¨®n de nuevos puestos de trabajo.
En conclusi¨®n, para que podamos disminuir de manera sostenida la tasa de desempleo es necesario mantener el crecimiento econ¨®mico, dentro de un esquema de mayor flexibilidad de las relaciones laborales, reduciendo el peso de las cotizaciones sociales y en un modelo de negociaci¨®n que permita medidas consensuadas entre los agentes sociales.
A todos se nos puede pedir que volquemos nuestros mejores esfuerzos en esta direcci¨®n, y a su vez nosotros debemos exigir que no se vuelvan a repetir errores pasados (reducci¨®n impuesta de jornada, incremento de gasto p¨²blico, subida de cotizaciones, etc¨¦tera), que ya se ha demostrado que entorpecen, m¨¢s que ayudan, al objetivo com¨²n de proporcionar puestos de trabajo.
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