La cola
Se?or presidente del Congreso de los Diputados:Soy una se?ora de edad, aunque soltera, que hice cola durante m¨¢s de tres horas el jueves pasado para presenciar el Congreso de los Diputados. Jam¨¢s hab¨ªa formado parte de una cola, ni para mear, con perd¨®n. Madrile?a desde hace cuatro generaciones, una servidora, la verdad, no cree demasiado en los pol¨ªticos, a pesar de lo cual siempre voto porque me gusta m¨¢s esto que lo de antes.
Fui al Congreso porque no ten¨ªa otra cosa que hacer, lo confieso. Lejos de mi ¨¢nimo estaba montar el cirio que mont¨¦ sin pretenderlo. Dicho sea sin se?alar, a m¨ª me parece que a los madrile?os nos est¨¢n tomando el pelo, se?or. Mucha capitalidad de la naci¨®n y mucha mandanga, pero en el concierto de las autonom¨ªas pintamos menos que una mona en el Prado.
Estaba yo en la cola cuando un se?or de Ponferrada, harto de esperar, empez¨® a decir insensateces acerca de nuestra ciudad. Yo me contuve, se lo juro, hasta que el individuo escupi¨®: "Madrid es el refugio de los sinverg¨¹enzas". Salt¨¦ como una leona: "Usted est¨¢ en una cola porque carece de ella". El monstruo enrojeci¨® y echaba espuma por la boca. Me quiso propinar una bofetada, pero la gente estaba a mi favor. Entonces yo aprovech¨¦, sin querer, para hablar a la plebe: "?Ciudadanos de Madrid! Ser capital de la naci¨®n s¨®lo nos trae problemas y penosos compromisos. Aqu¨ª mandan los vascos y los catalanes. Viene cualquiera, dicho sea sin se?alar a este se?or de Ponferrada, y dice lo que le da la gana. Es cierto que en Madrid abundan los sinverg¨¹enzas, pero casi todos provienen de otras autonom¨ªas. ?Ciudadanos! Solicitemos que la capital de la naci¨®n sea, de nuevo, Valladolid. O incluso Ponferrada, dicho sea sin herir a este individuo".
Acabamos en comisar¨ªa 20 personas. La gente, se?or, es muy hortera. Les encanta Madrid porque aqu¨ª tienen muchas posibilidades de salir en la tele cualquier d¨ªa y dejar muertos de envidia a los vecinos.
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