Un viaje
Casi toda la n¨®mina central de la generaci¨®n del 27 (Rafael Alberti, D¨¢maso Alonso, Gerardo Diego, Guill¨¦n y Lorca) acudi¨® a Sevilla en diciembre de aquel a?o. S¨®lo faltaron Vicente Aleixandre, enfermo, y Pedro Salinas; Luis Cernuda, que viv¨ªa en Sevilla, asisti¨® a los recitales como espectador. Tambi¨¦n estuvieron presentes Fernando Villal¨®n y los poetas de la revista Mediod¨ªa, que ejercieron como anfitriones: Rafael Laff¨®n, Joaqu¨ªn Romero Murube y Adriano del Valle. Se trataba de homenajear a G¨®ngora, cuya rehabilitaci¨®n definitiva se produce ahora culminando un proceso que arrancaba de finales del siglo XIX.Los poetas del 27 -poetas y cr¨ªticos a la vez- ven¨ªan exaltando a G¨®ngora durante todo el a?o con actos de signo variado -cient¨ªfico y creador, pero tambi¨¦n carnavalesco, como la c¨¦lebre micci¨®n colectiva en los muros de la entonces poco gongorina Academia Espa?ola-. Fue la suya una rehabilitaci¨®n profunda, que insert¨® a G¨®ngora en la modernidad: se le ley¨®. entonces como un privilegiado precursor de la "poes¨ªa pura", alguien capaz de sustentar el poema sobre bases puramente est¨¦ticas.
El patrocinio del viaje se debi¨® a la generosidad de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, que, retirado ya de los toros, se sent¨ªa cada vez m¨¢s atra¨ªdo por la literatura; de hecho, pocos meses m¨¢s tarde estrenar¨ªa un drama de signo freudiano, Sinraz¨®n. El viaje fue una apoteosis gongorina, pero tambi¨¦n signific¨® la presentaci¨®n en sociedad de la "nueva poes¨ªa" y ha quedado como la primera salida oficial de la gran generaci¨®n. Los "nuevos poetas" recitaron sus versos, y fue Lorca quien suscit¨® el delirio del p¨²blico diciendo versos del Romancero gitano, que se publicar¨ªa s¨®lo el a?o siguiente. Seg¨²n los recuerdos de Alberti, se agitaron pa?uelos y el poeta Adriano del Valle lleg¨® a arrojarle a Lorca la chaqueta, el cuello y la corbata.
S¨¢nchez Mej¨ªas organiz¨® en su finca de Pino Montano una delirante fiesta, donde visti¨® de moros a todos los poetas. A ella acudi¨® el legendario cantaor Manuel Torres, que impresion¨® a todos los presentes con su cante ceremonial y oscuro y sus sorprendentes y firmes juicios est¨¦ticos. Los poetas permanecieron en Sevilla a¨²n algunos d¨ªas m¨¢s, seg¨²n acreditan diversos testimonios.
Las efem¨¦rides tienen el alcance que quiera d¨¢rseles, pero no cabe duda de que los d¨ªas 16 y 17 de diciembre de 1927 deben se?alarse con raya de oro en la historia de la poes¨ªa espa?ola: presenciaron la primera comparecencia p¨²blica de la que es la gran generaci¨®n literaria del siglo. Los a?os transcurridos desde entonces casi la han borrado f¨ªsicamente de la tierra, pero su poes¨ªa no ha menguado en su valor. Bien al contrario, a?o tras a?o, cr¨ªticos, lectores y poetas anotan el crecimiento del prestigio de la generaci¨®n.
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