Saldremos de ¨¦sta y de la otra
La humanidad, queridos hermanos en Descartes, oscila entre dos pulsiones igualmente peligrosas, por gregarias: la ley de Navidad y la ley de Linch. En ocasiones, el ba?o en alm¨ªbar en que nos sumerge la primera es total, indescriptible; en otro momento, alg¨²n grupo se entrega al linchamiento o exterminio del d¨¦bil con parecido ensanamiento. En alternancia. Pero, a veces, alcanzamos lo sublime: y eso ocurre cuando Linch y Natale caminan juntos del bracete, y simult¨¢neamente crean el estropicio, como este a?o en Chiapas y en Argelia, por ejemplo. Eso es arte.Personalmente, estoy hasta los abetos inferiores de las recientes fiestas, pues gracias a Telef¨®nica las he pasado llamando al 004 -cur¨¢ndome en salud, previa intervenci¨®n de Protecci¨®n de Datos- para exigir que las huestes de Tibur¨®n Gominas (?hay algo humano en el depredador insaciable?) me den de baja de la lista de primos/ usuarios cuyos datos iban a ser vendidos; porque servidora, en esto de la confidencialidad, quiere ser como el cari?o verdadero, que no hay en el mundo dinero, etc¨¦tera. Dir¨¢n ustedes que qu¨¦ conversaci¨®n m¨¢s larga, todas las fiestas con el 004: pues s¨ª, porque adem¨¢s protest¨¦ por cada uno de mis parientes y amigos remolones, que delegaron en m¨ª para que rompiera el silencio de los corderos. Ciega de militancia, tambi¨¦n llam¨¦ a los contratistas de m¨®viles, requiri¨¦ndoles para lo mismo, que as¨ª es como la ponen ¨¦stos a una, remilitante y rechula.
Aunque no tanto -no tan chula-como los programas de la tele que, mientras encend¨ªan nuestra ira junto con la Navidad, se han arrancado mutuamente a los pobres de la boca, en una exhibici¨®n de bondad y de desverg¨¹enza dignas de aquella gran pel¨ªcula de Berlanga, sobre la hipocres¨ªa y la insolidaridad, que se llama Pl¨¢cido. Me atraparon los de Extra Rosa porque contaban con la colaboraci¨®n estelar de Isabel Tocino, en el papel de conmovida mujer p¨²blica dispuesta a darlo todo por los necesitados. Dio exactamente un bol¨ªgrafo, el que, dijo, us¨® a lo largo de toda su carrera, y "la verdad es que no me ha ido mal", a?adi¨®. Siempre pens¨¦ que no hay que fiarse de quienes nunca han perdido el bol¨ªgrafo, el mechero, el paraguas ni el honor.
En Barcelona -do moro durante las fiestas, con mi perro y mi gente- disfrut¨¦ de la noche de los editores, organizada por el Gremi d'Editors de Catalunya, y aplaud¨ª a los premiados, los periodistas Sergi Vila-San Juan (con quien explor¨¦, tiempo ha, en Filipinas, el mismo r¨ªo en que se rod¨® Apocalypse now), Toni Punt¨ª y Joan Oliver, as¨ª como al cr¨ªtico literario Isidor C¨®nsul. El Premio Atl¨¢ntida al lector famoso fue para Pasqual Maragall, por su "apoyo p¨²blico y expl¨ªcito al libro", y el ex alcalde (que en este momento lee el Viaje a Italia, de Goethe; no se sabe que ?lVarez del Manzano haga lo mismo) lo recogi¨® en persona, pues tambi¨¦n h¨¢llase aqu¨ª por festivas razones, aunque, como parece que Diana Garrigosa, su mujer, dixit, "en Roma nos lo estamos pasando de co?a".
A la revista Qu¨¦ Leer, literaria pero divertida, le fue concedido el Atl¨¢ntida por el conjunto de su labor, y recogi¨®lo su director, Jorge de Cominges, entre el fervor de quienes cre¨ªmos desde el principio en el acierto de una publicaci¨®n que re¨²ne la informaci¨®n y el chisme literario, haci¨¦ndose imprescindible.
Ahora que lo pienso, se me pas¨® pedirle a Maragall que me presente al alcalde de Venecia, que est¨¢ de muerte, como pudo apreciarse en la foto de la boda de Woody Allen con Soon-Yi, efem¨¦rides que, una vez m¨¢s confirma, queridas amigas, lo que ya sab¨ªamos: los caballeros se casan con las sumisas, a ser posibles orientales sacadas del jard¨ªn de infancia. Por Dios, qu¨¦ mal lo debe de estar pasando Mia Garras Maternales.
No quisiera terminar sin referirme a otra de las im¨¢genes de terror g¨®tico que la ¨²ltima Navidad ha tra¨ªdo consigo: la de Monica Vitti recitando (con la misma voz rauca y sensual con que hace m¨¢s de 30 a?os nos convirti¨® al pe?azo de la incomunicaci¨®n seg¨²n Antonioni) una pesad¨ªsima y cursi oda a un estupendo y joven creyente, escrita por ¨¦l mismo cuando a¨²n no era m¨¢s que un seminarista ambicioso llamado Karol Wojtyla.
Pero saldremos de ¨¦sta, auguro. De momento; ni Dios, ni Patria, ni Rey, ni Juan Pablo ni Fidel.
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