Chano Lobato dicta un curso de flamenco

, 70 a?os, diabetes, un infarto y 11 lustros de carrera semian¨®nima, cantando atr¨¢s, para el baile, le contemplan. Pero Chano Lobato gue enamorado de su oficio, traajando. Y cada vez que trabaja, deja una lecci¨®n de cante. Y de jondura y de duende. La ¨²ltima fue el viernes, en la Pe?a Chaquet¨®n, poco m¨¢s que un cuarto. Pablo Toriosa, su jefe, lo llen¨® de aficionados de todas las edades: unas 50 personas, sentadas y de pie. Inc¨®modas, pero agradecidas, seg¨²n se vio en los aplausos.

Con su habitual vaso de agua y az¨²car como ¨²nico est¨ªmulo, Lobato cant¨® durante hora y media. Lo canta todo, y todo lo canta ?en, como el Chaqueta", sentenci¨® al final el veterano aficionado Caroles. "Esto parece el cat¨®n", re¨ªa Lobato entre un cante y otro. eso era: el ABC del flamenco, n viaje por el drama y la fiesta, la moci¨®n y la entrega. La guitarra e El Mami lo arropaba con gracia y profundidad, seg¨²n. Y Lobato dej¨® sus buler¨ªas geniales, decenas de letras-tesoro, un garrot¨ªn, tanguillos, y carcajadas. Y cantes duros, serios, o¨ªdos con un respeto e muerte. "No hay un silencio como el de Madrid", dijo Lobato 1 salir, en el ropero. ?Ser¨ªa ¨¦se que 1 oy¨® el otro d¨ªa, cuando la m¨¢quina de la tensi¨®n indic¨® 22/11? 'Cre¨ª que no llegaba al 98, sobnio". Lleg¨®, y uno con barba lo sacud¨® as¨ª: "?Larga vida, maestro, Chano!".