Prostituci¨®n
El art¨ªculo La prostituci¨®n, de do?a Pilar Est¨¦banez (24-12-97), es un aldabonazo a la conciencia p¨²blica digno de ser escuchado.Su clamor a modo de advertencia pone de manifiesto una situaci¨®n que debe afrontarse con valent¨ªa, ya que prolifera en proporciones preocupantes.
Cualquiera que transite por la Casa de Campo de Madrid y se sienta afectado por la degradaci¨®n humana ha de sumarse de inmediato al llamamiento que se hace a la sociedad en dicho art¨ªculo.
Sin entrar en si el origen de ese contingente (que aumenta de forma alarmante) es de procedencia local o mayoritariamente for¨¢neo, lo que cuenta es que est¨¢ ah¨ª y no debemos obviarlo con un simple gesto de indiferencia o desprecio, alegando que no nos concieme.
Causa estremecimiento observar la juventud de muchas de las pupilas que exhiben su progresivo deterioro f¨ªsico y el heroico desaf¨ªo a las inclemencias del invierno exponiendo sus encantos al presunto cliente, afrontando estoicamente las consecuencias posteriores para su salud, con tal de obtener un estipendio del que, probablemente, s¨®lo se beneficie de las migajas que el proxeneta de turno le conceda.
La desprotecci¨®n a que las somete su ignorancia y la fragilidad moral y material de su origen las hacen vulnerables en extremo a toda suerte de pillaje, y debiera abrirse cuanto antes un debate en la sociedad que se encamine a una v¨ªa de soluci¨®n tendente a erradicar una situaci¨®n tan degradante e injusta como alarmantemente creciente. No parece una soluci¨®n concluyente la idea luminosa del aislamiento o la concentraci¨®n para evitamos un espect¨¢culo deprimente en tanto que subsiste la causa que lo origina, cuando lo realmente necesario es encontrar una f¨®rmula encaminada a su regeneraci¨®n. Al fin y a la postre son ciudadanas, con defectos y virtudes, como todos los seres humanos.
"El que est¨¦ libre de pecado, que arroje la primera "
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.