Se acab¨®
Ya se acabaron las cenas familiares, los parabienes sociales, las despedidas jubilosas del a?o (tener un a?o m¨¢s alegra a mucha gente), ya se acabaron los dispendios -aunque consol¨¦monos: vienen las rebajas, la polic¨ªa ha adoptado medidas especiales para evitar des¨®rdenes- Ya se acab¨® el alboroto y ahora empieza el tiroteo. Se acab¨® el sorteo que nos pone a todos cara de agraciado pescadero de Minglanilla de la Oca. Se acabaron las cenas de las familias. Es conmovedor, por decirlo elegantemente, eso de que la familia est¨¦ en crisis y todos los familiares se re¨²nan a cenar.Debe de ser una elegante pr¨¢ctica sadomasoquista para que no decaigan las santas tradiciones. Muchos que se odian se re¨²nen alrededor de los langostinos (el pavo rural ha pasado a mejor vida) y los solomillos para hacer acopio de energ¨ªas con las que seguir odiando a los comensales de esa noche. Porque se odian o se malquieren, pero se felicitan. ?Por qu¨¦? Desde luego, nadie o casi nadie piensa en el nacimiento del insigne pobre que es la causa aparente de todo el tinglado.
Y despu¨¦s de cenarnos y de odiarnos sonrientemente, vamos a por el fin de a?o. Termina un a?o, viene otro: luego nos queda uno menos por vivir. Que los quincea?eros y veintea?eros lo celebren es consecuente y magn¨ªfico, porque a esa edad el tiempo no existe como algo exterior: se est¨¢ dentro del tiempo, envuelto, protegido, acariciado. Pero que cuarentones y cuarentonas, cincuentones y cincuentonas, sesentones y sesentonas, setentones y setentonas, ochentones y ochentonas (seamos pol¨ªticamente correctos destruyendo el plural espa?ol masculino para que no haya discriminaciones) brinden, se emborrachen o se empapucen de pasteles y turrones para conmemorar que tienen un a?o m¨¢s y que, por tanto, les queda unomenos de vida, eso es un ejemplo de l¨²cida alegr¨ªa destructora que debe suscitar el asombrado comentario. Somos m¨¢s viejos: estemos alegres; la parca est¨¢ m¨¢s cerca: felicit¨¦monos.
S¨ª, ya s¨¦ que tambi¨¦n el primer d¨ªa del a?o tiene su momento m¨ªtico y Neruda lo cant¨® en un memorable poema: "Lo distinguimos /como / si fuera/ un caballito/ diferente de todos/ los caballitos./ Adornamos / su frente / con una cinta, / le ponemos/ al cuello cascabeles colorados,/ y a medianoche/ vamos a recibirlo / como si fuera / explorador que baja de una estrella". Pero la mayor¨ªa no piensa en el mito ni lo siente. Le han ense?ado que hay que recibir el a?o con una copa dechampa?a en la mano y, ?hala!, ah¨ª van, ah¨ª vamos todos, a seguir bebiendo, a seguir comiendo. Son las fiestas del solsticio de invierno, argumentar¨¢n algunos y es verdad, pero esas fiestas cobraban su sentido en sociedades agrarias regidas por otro orden de cosas. Hoy, el a?o de verdad termina en julio y comienza en septiembre. Julio es, diciembre y septiembre es enero con agosto de d¨ªa 31 interminable porque la guardia se baja, la oficina queda lejos y los problemas se ponen entre par¨¦ntesis. Aqu¨ª y ahora, con un solo d¨ªa, no tienes ni para empezar. Eso s¨ª, m¨ªrate al calendario, eres m¨¢s viejo, salvoque tengas quince o veintipocos a?os. La ¨²nica celebraci¨®n digna de respeto de toda esta secuencia de lujuriosas cenas y achampanadas despedidas es la de los Reyes Magos, aunque la moda yanqui lleva desde hace a?os meti¨¦ndonos por en medio a Pap¨¢ Noel, vestido, adem¨¢s, como lo quiso la Coca-Cola en los a?os veinte. Las personas pr¨¢cticas dicen que as¨ª los ni?os tienen todas las fiestas para jugar.
Pero un ni?o, si lo es, est¨¢ o debiera estar jugando. todo el d¨ªa y no s¨®lo en Navidad. Yo saludo con emoci¨®n y respeto a esta monarqu¨ªa de. la inocencia que viene a ungir con sus manos de estrellada ternura las frentes dulces y doradas de nuestros ni?os. Abdico de mi republicanismo por una noche y alzo la bandera de la flor de lis, porque es el lis m¨¢s puro que concebirse pueda.
Desde esta fe mon¨¢rquica he pedido este ¨²ltimos de enero a sus altas majestades que me traigan, que nos traigan un a?o donde los poderes p¨²blicos persigan sin piedad a todos los que maltratan y explotan a los ni?os, sean sus padres, sus familiares o quienes sean. Que el l¨¢tigo de la estrella de Oriente restalle m¨¢s fuerte que ning¨²n otro l¨¢tigo para azotar a los imp¨ªos. Porque ese ni?o que espera la llegada de los Reyes Magos nos est¨¢ salvando a todos con su cara llena de sol y sus ojos poblados de palomas.
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