Ausencia sin olvido
El bolero dice: "Ausencia quiere decir olvido", y 19 a?os es mucha ausencia para una compa?¨ªa de ballet. Pero en Nueva York nadie ha olvidado al Ballet Nacional de Cuba, ni a la que fuera su m¨ªtica estrella Alicia Alonso, otrora reina de la t¨¦cnica entre la m¨¢s ortodoxa balletoman¨ªa de la Gran Manzana entre 1940 y 1960.En casi 20 a?os, ni los ¨²ltimos corifeos puede que sean los mismos en escena, pero ¨¦sa es la magia del ballet: la permanencia de la esencia a trav¨¦s de generaciones. En Manhattan, donde antes brill¨® Rosario Su¨¢rez (hoy emigrada en Miami) ahora lo hace con propiedad Loma Feij¨®o -casi una invitada de ocasi¨®n: hoy es primera bailarina del Ballet de Z¨²rich-; a pesar de las malas ¨¦pocas y baches en los que ha ca¨ªdo la agrupaci¨®n criolla, en esta gira parece recuperar antiguos esplendores.
La Cenicienta es el ¨²ltimo acierto y hallazgo del Ballet Nacional de Cuba con la coreograf¨ªa de otro emigrante hist¨®rico recientemente recuperado: Pedro Consuegra, core¨®logo de la ¨®pera de Marsella desde hace 30 a?os, y de Armin, un dise?ador alem¨¢n afincado en Mallorca. El gusto por la est¨¦tica del gran musical de los a?os 30 y el virtusismo acad¨¦mico son las dos bazas que han hecho que el p¨²blico neoyorquino se rinda otra vez ante la energ¨ªa danc¨ªstica cubana. Y sintom¨¢tico es que el Papa Wojtila haga su m¨¢s que teatral puesta en escena en la Plaza de la Revoluci¨®n de La Habana mientras la Alonso, ciega e inv¨¢lida pero a¨²n genio y figura, regrese al sitio legendario de sus triunfos al frente de sus huestes, aunque sea en sentido simb¨®lico.
Babelia
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