Sobre listas negativas
La existencia de listas de medicamentos no financiados por los sistemas p¨²blicos no es la excepci¨®n, sino la regla, entre los pa¨ªses de la UE. En Espa?a esta restricci¨®n es especialmente leve y no se ver¨¢ sustancialmente modificada por la ampliaci¨®n prevista, que supone el 3,5% del gasto p¨²blico en prestaci¨®n farmac¨¦utica. La creaci¨®n de una lista negativa en 1993, aun manejando criterios sanitarios, buscaba claramente una retirada de recursos de la sanidad p¨²blica y, de hecho, la estimaci¨®n del ahorro fue deducida de los presupuestos del Sistema Nacional de Salud. En esta ocasi¨®n, por el contrario, ni una sola peseta sale de unos servicios p¨²blicos que, independientemente de haber visto crecer su presupuesto de 1998 en 386.000 millones de pesetas sobre el correspondiente a 1997, establece como objetivo del control del gasto en medicamentos, no el ahorro, sino la mejora en la utilizaci¨®n eficiente de los recursos p¨²blicos. En otras palabras, los fondos adicionales se dedicar¨¢n a mejorar la oferta de servicios: equipos e instalaciones, dispositivos de emergencias, nuevos y m¨¢s efectivos medicamentos, iniciativas todas ellas con un alto impacto sobre la asistencia a los pacientes.La lista negativa que acaba de iniciar su tramitaci¨®n, contrariamente a lo que se ha podido escribir, presenta criterios que adem¨¢s de transparentes son compartidos por muchos pa¨ªses. El ministerio los ha explicado con claridad: combinaciones de principios activos, limitada utilidad terap¨¦utica y tratamiento de s¨ªntomas y s¨ªndromes menores. Estas explicaciones, que, en cualquier caso, siempre se pueden ampliar y mejorar, se han intentado sesgar con mensajes que de ninguna manera se corresponden con la verdad, ni en lo que se refiere a la inclusi¨®n o exclusi¨®n de determinados productos ni en lo que se refiere a los objetivos de la medida.
1. La desfinanciaci¨®n de productos combinados a dosis fijas es la regla en otros pa¨ªses. Existen, en cualquier caso, recomendaciones para reducir su uso por parte de la OMS, siempre con la idea de mejorar las condiciones de prescripci¨®n y consumo. Desfinanciar la asociaci¨®n no significa desfinanciar sus componentes por separado. A pesar de que esto queda claro en la lista presentada, se han transmitido mensajes equ¨ªvocos a este respecto, dando la impresi¨®n de que productos de extraordinaria importancia como el analg¨¦sico Nolotil o el antibi¨®tico Clamoxyl iban a quedar fuera de la cobertura p¨²blica, lo cual es radicalmente falso.
2. Productos sobre cuyo limitado valor terap¨¦utico hay un consenso significativo. De hecho, durante estos d¨ªas, en alg¨²n medio de comunicaci¨®n se dec¨ªa que "en Espa?a existe un exceso de productos farmac¨¦uticos, no pocos de escasa eficacia, y que hay una tendencia a un consumo injustificado". Existen, no obstante, medicamentos en esta categor¨ªa sobre los que se podr¨ªa justificar cierto nivel de eficacia en determinados enfermos. En este caso la lista especifica las excepciones pertinentes.
3. Medicamentos utilizados en s¨ªntomas y s¨ªndromes menores, es decir, en procesos cortos y autolimitados. Son medicamentos, por lo general, excluidos de la financiaci¨®n p¨²blica en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. Eso no significa, en ning¨²n caso, que esos s¨ªntomas o s¨ªndromes menores dejen de estar cubiertos por el Sistema Nacional de Salud, entre otras cosas, porque pueden producirse en el seno de enfermedades importantes o afectar a pacientes comprometidos por otra raz¨®n, como puede ser la edad. Aqu¨ª conviene hacer dos precisiones importantes: son productos de utilizaci¨®n muy puntual y limitada en el tiempo. Su utilizaci¨®n continuada est¨¢, m¨¦dicamente, contraindicada, por lo que no es razonable criticar la medida desde el punto de vista de lo oneroso que resultar¨ªa su utilizaci¨®n cr¨®nica. Por lo dem¨¢s, el tratamiento, en lo que resulta relevante, de algunas enfermedades y s¨ªntomas que se han citado en ciertos medios como el catarro com¨²n, la diarrea, las varices o las hemorroides, sigue totalmente cubierto por el Sistema Nacional de Salud, y ning¨²n paciente que padezca alguno de estos problemas, se encuentra expuesto al riesgo de dejar de ser correctamente atendido. A diferencia de la lista negativa de 1993, en esta ocasi¨®n se han hecho excepciones de colectivos de enfermos a los grupos excluidos, ya que, en contra de algunas acusaciones que se han vertido, se considera que lo importante son los enfermos y no las enfermedades. En los ¨²ltimos d¨ªas se han escuchado algunos comentarios f¨¢ciles y con ¨¢nimo descalificatorio minimizando (y ridiculizando) la importancia de las medidas generales en el tratamiento de diversas afecciones de car¨¢cter leve. Estas medidas son ampliamente compartidas por la profesi¨®n m¨¦dica, e incluso aparecen en gu¨ªas terap¨¦uticas destinadas al p¨²blico general y editadas por gobiernos anteriores. No siempre sustituyen a los medicamentos, pero en muchos casos pueden hacer innecesario su uso. Somos conscientes de que, a pesar de que muchos f¨¢rmacos constituyen una herramienta terap¨¦utica esencial, nos movemos en una acendrada cultura del medicamento que hipertrofia sus beneficios hasta crear incluso dependencias injustificadas, al tiempo que minusvalora formas m¨¢s racionales de tratamiento o prevenci¨®n. Pocas dudas pueden caber de que las presiones que se reciben en demasiadas ocasiones en las consultas son producto de esta cultura. Desde la Administraci¨®n sanitaria, conjuntamente con los m¨¦dicos, se hace un esfuerzo por reconducir la situaci¨®n hacia un uso m¨¢s racional de los medicamentos. Pero si influyentes Profesionales de la informaci¨®n sanitaria consideran que hablar de estas cuestiones puede resultar ofensivo para los pacientes es dif¨ªcil que avancemos en este terreno. En cualquier caso, debe quedar claro que la posibilidad de aplicar estas medidas generales en determinados procesos no implica la desfinanciaci¨®n de un producto que puede llegar a ser necesario. Hay aspectos t¨¦cnicos concretos de la lista que pueden ser discutidos en el proceso de audiencia que conlleva la tramitaci¨®n del real decreto. Conviene aclarar que estamos hablando del 3,5% de la factura de farmacia financiada con recursos p¨²blicos; de 588 especialidades con una antig¨¹edad media de 26 a?os en una vadem¨¦cum de m¨¢s de 8.000 (de los m¨¢s amplios de la UE); que tambi¨¦n se trata de racionalizar el uso de los medicamentos, de renovar nuestro arsenal terap¨¦utico (cada a?o se registran, al menos, 300 especialidades farmac¨¦uticas) y de mejorar la financiaci¨®n global de la sanidad con iniciativas que, en materia de pol¨ªtica farmac¨¦utica, se encuentran en l¨ªnea con las pol¨ªticas de otros pa¨ªses cercanos con gobiernos de distinto signo. Estamos francamente convencidos de que muchos ciudadanos razonables tendr¨¢n la misma dificultad que nosotros en comprender la conexi¨®n (que algunos pretenden hacer) de este proyecto y la posibilidad de socavar los cimientos del Estado de bienestar. Siempre se pueden explicar mejor las cosas, pero, en cualquier caso, contrarrestar la desinformaci¨®n en un tema tan f¨¢cilmente manipulable no resulta sencillo. Por ello, haremos el esfuerzo necesario para hacer llegar a los ciudadanos la informaci¨®n correcta.
es subsecretario del Ministerio de Sanidad y Consumo.
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