Farjano, el r¨ªo del para¨ªso
El acuerdo de El Cairo despierta inciertos sue?os de paz en la devastada Somalia
ENVIADO ESPECIALlakub Sido sigue expres¨¢ndose en un italiano impecable. Viste elegante jamis (camisa) somal¨ª y mientras habla repasa entre los dedos las cuentas de un rosario isl¨¢mico. Su orgullo salta a la vista: el gigantesco dep¨®sito de agua de Farjano que se destaca sobre la ciudad de Jowhar, la antigua villa del duque de los Abruzzos, cuando buena parte de la actual Somalia era una colonia italiana y la franja meridional entre los r¨ªos Shabelle y Jubba la Mesopotam¨ªa somal¨ª, el vergel del pa¨ªs. El esqueleto de la antigua azucarera es la mejor met¨¢fora de un pa¨ªs devastado tras seis a?os de guerra civil. Para colmo, cuando Somalia no sufre interminables sequ¨ªas, lo sumergen inundaciones tan b¨ªblicas como la del pasado octubre. A pesar del sol inmisericorde, grandes extensiones siguen inundadas, y Unicef, que comanda la ayuda al desarrollo y la humanitaria, se las ve y se las desea para socorrer a la poblaci¨®n: todav¨ªa hay numerosas carreteras cortadas y r¨ªos desbordados. El suministro de alimentos y las campa?as de vacunaci¨®n para poblados que siguen en la Edad Media han de mantenerse a base de zodiacs, entre orop¨¦ndolas, martines pescadores y cocodrilos.
Farjano (el r¨ªo del para¨ªso en somal¨ª, una lengua ¨¢rabe que s¨®lo desde los setenta dej¨® de ser oral para escribirse en caracteres latinos), un proyecto financiado por la Uni¨®n Europea y desarrollado por Unicef, es acaso uno de los indicios de que Somalia no est¨¢ del todo perdida. Al menos eso piensa Carmen Garrig¨®s, el alma de Unicef en Jowhar, a quien el Ayuntamiento de su ciudad natal (la alicantina de lbi) acaba de proponer para el Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Cooperaci¨®n. Los 14 clanes que a menudo se enfrentaban a muerte en Jowhar se han puesto de acuerdo para que Farjano no se convirtiera en un nuevo fracaso. Ellos mismos se encargan de vigilar el dep¨®sito y de atender las 24 fuentes de agua potable para una poblaci¨®n de 60.000 personas. El precio del litro ha sido bajado a 10 c¨¦ntimos en estos meses en los que el c¨®lera (un mal end¨¦mico en Somalia) ataca con m¨¢s fruici¨®n. Los ¨²nicos disparos que ahora suenan de forma espor¨¢dica en Jowhar se escuchan en el mercado del qat, la hierba euforizante similar a la hoja de coca que cada d¨ªa se importa en avi¨®n desde la vecina Kenia para atender a las necesidades de las hordas de milicianos -que nutren los clanes que han destruido Somalia.
El acuerdo firmado en diciembre pasado en El Cairo entre las principales facciones y clanes somal¨ªes, con el Consejo de Salvaci¨®n Nacional, de Mohamed Al¨ª Mahdi, y la Alianza Nacional Somal¨ª, de Husein Aidid, el hijo del legendario y desaparecido general Aidid, a la cabeza, parece haber abierto un resquicio a la intratable guerra civil que desde hace m¨¢s de seis a?os ha dejado Somalia reducida a escombros. Pueblo orgulloso, n¨®mada e individualista donde los haya (el somal¨ª se reconoce en la m¨¢xima "Yo contra mi hermano, m¨ª hermano y yo contra mi clan, mi clan contra el mundo"), en Jowhar nadie muestra un entusiasmo desmedido por un proyecto de una futura Somalia y un Gobierno provisional que quiere resucitar un Estado que hoy por hoy no existe. El acuerdo ya ha movilizado a casi tantos adalides como detractores: desde los clanes y grupos auspiciados por Etiop¨ªa a la Rep¨²blica de Somaliland (la antigua Somalilandia brit¨¢nica), que sigue reclamando sin ¨¦xito, desde que se autoproclamara independiente en 1991, un reconocimiento internacional. De momento ya ha quedado aplazada indefinidamente la reuni¨®n de 465 delegados de 25 facciones que deber¨ªan formalizar en Baidoa la elecci¨®n de un Gobierno provisional de transici¨®n. Al menos 23 personas murieron hace una semana en Baidoa (450 kil¨®metros al suroeste de Mogadiscio) al pretender las milicias del clan Rahanwein desalojar a los partidarios de Aldid en la ciudad.
El d¨ªa ha sido tan ardiente que al atardecer los bichos parecen dispuestos a anunciar el fin del mundo. Grillos, mantis religiosas, hormigas, saltamontes, langostas, ciervos volantes, luci¨¦rnagas, escorpiones, sapos y culebras andan dando tumbos como alucinados. Pero el sol vuelve puntual a las cinco y media de la madrugada a iluminar un pa¨ªs que cuando alcanz¨® la independencia, en los a?os sesenta, muchos pensaron que ten¨ªa todos los ingredientes de los que otros Estados africanos carec¨ªan para salir adelante: una misma etnia, un mismo idioma, una misma religi¨®n. Tras el final de la dictadura trufada de socialismo sovi¨¦tico de Siad Barre; los clanes tradicionales iniciaron la demolici¨®n del pa¨ªs. Pero Somalia ha desaparecido de los mapas del mundo tras la frustrada operaci¨®n Devolver la Esperanza de 1992, que las Naciones Unidas y sobre todo Estados Unidos convirtieron en una guerra sin cuartel contra el general Aidid, tras haber logrado paliar una hambruna descomunal.
Despu¨¦s de seis a?os luchando a brazo partido por Somalia, Carmen Garrig¨®s espera que el ejemplo de Farjano cunda en el resto del pa¨ªs. Ella atribuye buena parte del ¨¦xito al ingeniero australiano Douglas Booth, un gran conocedor de los intersticios de la cultura somal¨ª, que si por la ma?ana constru¨ªa el dep¨®sito y tend¨ªa ca?er¨ªas, por la tarde daba clases de gesti¨®n a los miembros de los clanes. Ahora est¨¢ construyendo un sistema similar en el puerto norte?o de Bosaso, uno de los m¨¢s pr¨®speros de la inarticulada econom¨ªa somal¨ª. "Estamos en contra del orden econ¨®mico y social establecido como causa del subdesarrollo de los pueblos", proclama Unicef en sus oficinas de todo el mundo. En Jowhar, donde el duque de los Abruzzos fundara la Sociedad Agr¨ªcola Italo-Somal¨ª, la desesperaci¨®n estuvo a punto de ganarle la partida a Carmen Garrig¨®s cuando, la v¨ªspera de la inauguraci¨®n del r¨ªo del para¨ªso desapareci¨® el motor. Ella les dijo a los responsables de la vigilancia que "el agua era cosa suya y ¨²nicamente de ellos depend¨ªa que funcionara". Ocho horas despu¨¦s "apareci¨® hasta el ¨²ltimo tornillo". Como dice Sahra Mandi Amir, cobradora de la fuente n¨²mero 19 de Farjano, "la salud de mis vecinos ha mejorado mucho". Es un principio modesto, pero acaso el por venir de un pa¨ªs inexistente como Somalia comience en un farjano tan peque?o.
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