Muere en Par¨ªs Agustin G¨®mez Arcos, autor que combati¨® la desmemoria del franquismo
El escritor de 'El cordero carn¨ªvoro' busc¨® en la lengua francesa la libertad literaria
"Espa?a necesita una memoria", dec¨ªa el novelista y dramaturgo Agust¨ªn G¨®mez Arcos (Almer¨ªa, 1939), espa?ol, escritor franc¨¦s, fallecido ayer en Par¨ªs, en el hospital Bichat. "En Francia aprend¨ª a escribir libremente. En realidad, me siento pr¨¢cticamente franc¨¦s". Sin embargo, su obra, desde El cordero carn¨ªvoro (1975) hasta L'auveglon (1990), habla de Espa?a, de la guerra civil y de la posguerra, de Franco, del peso del fascismo, de la herencia de la violencia. Sus libros, la traducci¨®n espa?ola de sus novelas, son poco conocidos en Espa?a."Puede que todo se deba a que hablo, demasiado claramente. La literatura espa?ola ha borrado cuidadosamente los 40 a?os de fascismo" afirmaba.
Aparte de la fascinaci¨®n que siempre ejerce quien renuncia a la facilidad de la propia lengua, Agust¨ªn G¨®mez Arcos ofrec¨ªa al mundo cultural franc¨¦s una imagen de Espa?a truculenta, repleta de monstruos y v¨ªsceras, de torturadores y curas. "Le doy las gracias al catolicismo por haber me hecho comprender por fin que Dios no existe", escrib¨ªa provocador. Hijo de un ex alcalde republicano, crecido en un mundo de miseria y represi¨®n, dentro de una familia dividida, pastor de cabras en su ni?ez y adolescencia, enfrentado al mundo universitario, escritor precoz que vio c¨®mo sus obras teatrales eran prohibidas por la censura franquista, G¨®mez Arcos inici¨® su carrera de autor doblemente exiliado en 1975, cuan do ya llevaba nueve a?os viviendo en Francia. Su obra le hizo acreedor de varios premios y en 1995, junto con Julian Bames y Albert Cossery, fue condecorado por el ministro de Cultura y nombrado Oficial de las Artes y las Letras. Uno de sus textos, Ana, non (1977), fue llevado al cine por Jean Prat, con Rogelio Ib¨¢?ez y Germaine Montero como protagonistas. En ¨¦l la Ana que justifica el t¨ªtulo acaba por cerrar la casa familiar y marcha hacia ese Norte m¨ªtico en el que la gente es o era m¨¢s rica, culta y civilizada. La obra est¨¢ repleta de alegor¨ªas, mezcla detalles de la realidad m¨¢s inmediata con un cierto de lirio l¨ªrico: "La novela surge del choque entre la realidad y nuestro imaginario".
El recuerdo infantil, filtrado por el poso de la crueldad, permit¨ªa transformar al superagente Conesa en lo que hab¨ªa sido, matarife sin aura, mamporrero sin pesquisa. G¨®mez Arcos no dej¨® de describir los mecanismos del poder, de ese elemental entramado que sirve a los ricos, a la Iglesia o a los militares. "Los pobres, cuando pierden algo, lo pierden para siempre... incluso un bot¨®n. No recuperan nada. Ni el tiempo perdido".
La homosexualidad aparece como motivo de rechazo y marginaci¨®n desde su primer libro, en el que el protagonista, cuando nace, tarda quince d¨ªas en abrir los ojos para no ver la mediocridad de la derrota republicana. Cat¨¢strofe, batalla perdida, sue?o roto, da igual. Esa voluntad de memoria y la rabia ante la mansuetud de una transici¨®n pol¨ªtica fundada en la amnesia le empujan a dedicar sus libros "a la III Rep¨²blica, que nacer¨¢ un d¨ªa, aunque tenga que nacer del fuego".Lentamente, al mismo tiempo que Valle-Incl¨¢n y el teniente coronel Tejero dejaban su puesto a la movida y el pelotazo, el recuerdo de G¨®mez Arcos se hac¨ªa cada vez m¨¢s y m¨¢s imaginario, con una Espa?a poblada de fantasmas copr¨®fagos y ni?os que se trasladan al Sur, que buscan en el pasado y en Marruecos la verdad oculta, ¨¦sa que seg¨²n el escritor nadie quiere o¨ªr en la pen¨ªnsula.
Babelia
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