Un paisaje medicinal

Estudios realizados por norteamericanos expertos en psicofisiolog¨ªa ambiental han demostrado que la contemplaci¨®n de escenarios naturales reduce el nivel de cortisol -la hormona madre del estr¨¦s-, mejora el funcionamiento del sistema inmune y favorece, por ende, la salud en general. Ello se ha verificado en hospitales: quienes convalecen en habitaciones con vistas al monte precisan menos analg¨¦sicos que los que miran a un muro de ladrillo. Y tambi¨¦n en c¨¢rceles, pues el reo que avizora entre rejas el campo soleado sufre menos migra?as y trastornos digestivos que aquel que, como el prisionero del romance, ni sabe "cu¨¢ndo es de d¨ªa, ni cu¨¢ndo las noches son". ?Imagina el Gobierno lo mucho que se recortar¨ªa el gasto farmac¨¦utico si, a m¨¢s de agua clara y ejercicio, se recetasen paisajes?Si uno fuese ministro de Sanidad -y aun sin serlo-, les recomendar¨ªa a los madrile?os que subiesen a echar un vistazo desde Cabeza de Arc¨®n. Cumbres m¨¢s altas que este cerro gran¨ªtico de 1.560 metros las hay a patadas, pero ya dec¨ªa Unamuno que "el efecto y la sensaci¨®n que las monta?as nos producen, no crece, ni con mucho, a medida de su altura"; ninguna hay en nuestra regi¨®n, por lo menos, que ofrezca a la vista tal repertorio de pueblos, valles y monta?as en 360 grados a la redonda. Que sea, en sentido estricto, tan panor¨¢mica. Y es que, si est¨¢ demostrado que el paisaje cura, cabe inferir por analog¨ªa que el mejor panorama (del griego p?n-h¨®rama, "todo-lo que se ve") es la panacea ("todo -remedio").

Para las cervicales

Desde Cabeza de Arc¨®n, el observador -girando el cuello de izquierda a derecha y empezando por poniente- otea la mole ingente de la Najarra, la sierra de la Morcuera, el puerto de Canencia, Cabeza de la Bra?a, el orondo Mondalindo, Bustarviejo acurrucado a sus pies, las crestas mondas de la Cabrera, el vecino monte Pend¨®n, un fil¨ªn del embalse de Pedrezuela, Guadalix, el cerro de San Pedro, el embalse de Santillana, la Pedriza de Manzanares, el alto de Matasanos y la mole ingente, otra vez, de la Najarra. Un ejercicio ¨¦ste que, sin forzar, es mano de santo para las cervicales.El cabezo que domina tama?a porci¨®n del Guadarrama oriental se alza se?ero a manderecha de la carretera de Miraflores a Bustarviejo. De la carretera y de la Ca?ada Real Segoviana, que siete siglos antes de que cundiera el asfalto era ya camino asaz transitado entre estas dos poblaciones, y a¨²n sigue siendo el dilecto de los paseantes. Trazos de pintura roja y blanca (sendero de gran recorrido GR-10) jalonan esta v¨ªa pecuaria en prevenci¨®n de extrav¨ªos y quebraderos de cabeza, lo que representa otra saludable ventaja,

Desde la estaci¨®n de tren de Miraflores, los excursionistas han de tirar por la calle adoquinada que sube al pueblo y, a un centenar de metros, desviarse a la diestra siguiendo las mentadas se?ales para, despu¨¦s de rodear las ¨²ltimas casas, adentrarse en la vaguada del arroyo del Valle. El sendero, que enseguida cambia de margen por un puentecillo de cemento, remonta el curso al arrimo de una amena aliseda -s¨¦pase que este arroyo es tributario del Guadalix, o r¨ªo de los alisos-, hasta entroncar, a una hora del inicio, con una pista que faldea Cabeza de Arc¨®n por la linde del pinar.

En otra hora, y poco antes de llegar a la fuente del Collado -portacho que separa Cabeza de Arc¨®n, al mediod¨ªa, de Cabeza de la Bra?a, al septentri¨®n-, los caminantes topar¨¢n un n¨ªtido cortafuegos que les permitir¨¢ repechar por la umbr¨ªa del cabezo, ya sin se?al alguna, hasta casi ganar la cumbre. Un ¨²ltimo esfuerzo, atrochando por el pinar, y se hallar¨¢n sentados en el mogote cimero, donde, al tiempo que hacen geograf¨ªa cantando con un mapa sobre las rodillas los nombres de los montes y pueblecillos circundantes, se aliviar¨¢n, como va dicho, del estr¨¦s, las jaquecas, los trastornos digestivos y los dolores cervicales. En tres horas. Sin receta. No hace falta que consulten a su farmac¨¦utico. Y es gratis, de momento.