Que hacemos con Van Gaal?
Es evidente, que Louis van Gaal es un personaje antip¨¢tico para el f¨²tbol medi¨¢tico que se practica en Espa?a. No es habitual que un entrenador llegue con los conceptos claros y est¨¦ dispuesto a terminar su trabajo. No es agradable que se resista a ser sensible a la demagogia de los medios de comunicaci¨®n. No es pertinente que apueste tan firmemente por una consistente mezcla de eficacia y buen juego. Lo peligroso de Van Gaal no es lo que ya hemos visto, sino lo que suponemos que puede llegar a conseguir. Es un personaje demasiado s¨®lido, demasiado recto, demasiado honesto para el gusto de nuestro f¨²tbol, tan amante de los personajes variopintos y de los argumentos de ida y vuelta. Van Gaal en s¨ª mismo, parece monol¨ªtico. Es como una roca: no es f¨¢cil hacerle da?o con cualquier golpe. Fue importado del Ajax, lo cual ya de por s¨ª no fue nada original: algo parecido hizo el Madrid hace un a?o cuando se trajo a Capello del Milan. Y encima es holand¨¦s, de lo cual se deduce que N¨²?ez trat¨® de conseguir un suced¨¢neo de Cruyff. Es un hombre serio, algo que no gusta en Espa?a, y ha tenido un comportamiento irritante: ha pedido un despacho y lo ha utilizado (en Espa?a se pide despacho, pero precisamente para no utilizarlo), trabaja 12 horas en el club (el f¨²tbol no es trabajo, es arte, es espect¨¢culo ... ), acude a los partidos con papeles en mano (?es que le falla la memoria?) y se expresa en ingl¨¦s, un idioma que no permite el juego de palabras.
Dio la impresi¨®n de tener las ideas claras desde un principio, detalle de p¨¦simo gusto (el escenario demanda hombres contradictorios), y de no ceder en su empe?o cuando el equipo funcionaba mal en los primeros meses. Se trajo bajo el brazo a Hesp, uno de esos porteros sin pedigr¨ª que no dicen nada porque se limitan a parar lo que tienen que parar. Convirti¨® a Celades en un especialista del bricolaje (hoy lateral, ma?ana l¨ªbero, pasado medio centro y cualquier d¨ªa de carrilero). ?Y qu¨¦ ha hecho de Luis Enrique? ?De qu¨¦ juega realmente? Tanta polivalencia nos extra?a: es, adem¨¢s, una evidencia de que el estilo Ajax se impone. A las primeras de cambio ya nos ha frustrado un final de Liga emocionante. Y, lo que ha sido m¨¢s irritante, habla bien del presidente y es respetuoso con el contrario. En Espa?a jugamos al f¨²tbol todos y en ese juego disfrutamos m¨¢s con sus imperfecciones. Nos gusta que el chico se coma al grande, la goleada humillante, el esc¨¢ndalo en el ¨²ltimo minuto. No apreciamos las t¨¢cticas. Al genio le convertimos en un vago; al duro le tratamos como un d¨¦spota y al comprensivo como un d¨¦bil; del que habla bien levantamos la sospecha de que es un farsante; al que tiene problemas de expresi¨®n lo ridiculizamos y explotamos al pol¨¦mico. Nos gustan los contrastes y los adjetivos calificativos. Queremos personajes que se puedan manejar.
Pero ?qu¨¦ hacemos con Van Gaal? Qu¨¦ tecla tocamos con un hombre de apariencia incorruptible, seguro de s¨ª mismo, racional y organizado? ?Qu¨¦ hacemos con este t¨¦cnico calvinista que trabaja de sol a sol, que no descuida los detalles, que se acuesta temprano? ?D¨®nde le buscamos la vuelta a su insultante sentido de la eficacia y el buen juego? All¨¢ por diciembre y enero le vimos sufrir varias derrotas dolorosas y nos sorprendi¨® su tenacidad para salir del problema. Con Van Gaal no podemos jugar. Y en Madrid mucho menos. En Madrid andann preocupados: el Barcelona ha encontrado un organizador infatigable y racional, un hombre dispuesto a terminar el trabajo que ha empezado. Y el comienzo ha sido un t¨ªtulo de Liga...
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