Rock con las botas embarradas

, Con el tiempo en contra se iniciaron los conciertos al aire libre de la trercera edici¨®n del Festimad en M¨®stoles. Un p¨²blico que algunos observadores estimaban en unas 10.000 personas se repart¨ªa entre los seis escenarios y m¨²ltiples atracciones perif¨¦ricas del parque El Soto. El barro y los vientos fr¨ªos no impidieron que se vibrara con las descargas el¨¦ctricas de Suicidal Tendencies, Mot?rhead y The Cramps o con las propuestas m¨¢s sinuosas de Sargento Garc¨ªa, Color Humano o Amparanoia. Un tiempo cambiante y caprichoso domin¨® la primera jornada de este festival madrile?o que prosigue hoy.

Genuino clima de festival brit¨¢nico. Los asistentes a Festimad 98 han tenido que soportar fr¨ªo, precipitaciones y vientos antip¨¢ticos. Todo se aguanta cuando los objetivos son desmadrarse fuera de la vigilancia de padres y adultos, sentirse parte de una multitud diferente, organizarse en condiciones inh¨®spitas. T¨¦ngase en cuenta que, por cuestiones de visibilidad, los paraguas est¨¢n prohibidos en el recinto.Un recinto patrullado por un agobiante servicio de seguridad que intenta atenuar el popular deporte de colarse. Tarea dificultada por la inmensidad del per¨ªmetro, las humanas debilidades de los vigilantes y las artima?as de los deportistas, empe?ados en conseguir su haza?a por las buenas o por las malas. Se hablaba incluso de audaces que accedieron al festival atravesando el lago entre patos asombrados.

Cuando la principal preocupaci¨®n es sacudirse el barro y protegerse del fr¨ªo resulta gratuito plantearse los criterios est¨¦ticos de la programaci¨®n. S¨ª que conviene resaltar que este a?o Festimad ha desenvainado el lema de Primero lo nuestro. Felizmente, eso incluye a un buen n¨²mero de representantes de ese pujante movimiento llamado rock latino. En este ¨¢rea, el intercambio entre Hispanoam¨¦rica y la madre patria empieza a ser una realidad.

Desde Argentina han llegado Su¨¢rez e Illya Kuryaki & The Valderramas. El rock mexicano presenta los dos grupos revelaci¨®n de la actual temporada, Molotov y Plastilina Mosh. La gran decepci¨®n es la nueva espantada de Fabulosos Cadillacs, el conjunto bonaerense que est¨¢ ahora mismo en un pin¨¢culo de creatividad sonora y literaria. Festimad 98 pudo ser su consagraci¨®n espa?ola, pero habr¨¢ que tener paciencia.

Como siempre el festival es rico en situaciones parad¨®jicas. La churrer¨ªa cuyos altavoces atruenan con Radio Ol¨¦, aunque sus clientes lleven pelos de colores, tatuajes y piercing hasta las orejas. Los padres rockeros que buscan a sus hijos para asegurarse de su bienestar (hijos que intentan esconderse), los pinchadiscos de antros oscuros desorientados ante el aparente caos que buscan el lugar en el que deben actuar. Los heavies irredentos que tuercen el gesto ante las oleadas de m¨²sica digital. Festimad es un acantilado en el que naufragan las fantas¨ªas m¨¢s aguerridas.

Segregados, por seguridad

Entre ellas, las de los periodistas, segregados en un enclave protegido por m¨²ltiples anillos de vigilantes. M¨¢s de uno se ha atascado en los interminables caminos que, se supone, llevan al escenario deseado. Ante tal perspectiva, muchos profesionales se resignaban a comentar los rumores acerca del te¨®rico grupo estrella del festival, Dover. Desde su pr¨®ximo fichaje por una multinacional, a las inverificables an¨¦cdotas sobre la taca?er¨ªa de las hermanas Llanos, que recientemente declararon que ?el rock no es un estilo de vida, sino un entretenimiento de fin de semana?. En este Festimad, el entretenimiento se ha transformado en una cruel prueba de resistencia.