Las dos caras de Roman¨ª
La versi¨®n del ex presidente de Banesto sugiere que ¨¦l y Conde trabajaban con informaci¨®n sucia
?Ten¨ªamos que verificar que las l¨ªneas telef¨®nicas no estuviesen pinchadas, ten¨ªamos que comprobar si hab¨ªa c¨¢maras ocultas cuando entr¨¢bamos o sal¨ªamos de una reuni¨®n. Han arruinado mi vida. Te sientes como en el arroyo, como si estuvieran apilando mierda sobre ti y tuvieras que luchar para apartarla. Y todo ello ha sido posible por Drexel Burnham Lambert?.Connie Bruck.
El baile de los depredadores .
Nueva York, 1988.
La primera escena del primer acto de Arturo Roman¨ª, ex vicepresidente de Banesto y ex consejero delegado de la Corporaci¨®n Industrial, en el juicio oral del caso Banesto dur¨® el pasado martes 28 de abril una hora y cincuenta minutos. Lo suficiente como para redondear una idea que ya asomaba durante la declaraci¨®n de Mario Conde. Los alumnos de las escuelas de negocios deber¨ªan darse una garbeo por la Audiencia Nacional alg¨²n lunes, martes o viernes. Sus profesores podr¨ªan recomendarles este trabajo pr¨¢ctico para su formaci¨®n. All¨ª aprender¨ªan la clase de negocios, sus ideas y m¨¦todos, que estuvieron de moda durante una ¨¦poca reciente.
Los primeros segundos fueron magistrales. El presidente del tribunal, Siro Garc¨ªa, instruy¨® sus derechos al acusado.
-Tiene usted el derecho a no declarar contra s¨ª mismo y a no confesarse culpable..., aunque quiz¨¢ usted hizo la redacci¨®n de estos preceptos...
-No creo, pero de cualquier manera muchas gracias, respondi¨® Roman¨ª.
Durante 50 minutos, Roman¨ª traz¨®, a petici¨®n del fiscal, una amena autobiograf¨ªa a trav¨¦s de varios cargos p¨²blicos. Explic¨® con detalle su nombramiento, en septiembre de 1980 como subsecretario de Justicia para ocupar, m¨¢s tarde, en marzo de 1981, el cargo de subsecretario de Hacienda. No dej¨® de recordar que en esa misma etapa el actual subgobernador del Banco de Espa?a, Miguel Mart¨ªn, tambi¨¦n era subsecretario de Presupuestos y Gasto P¨²blico.
No. Siro Garc¨ªa hab¨ªa errado, quiz¨¢ voluntariamente, qui¨¦n sabe, sobre los derechos del acusado. Fue en 1983 cuando se aprob¨® el art¨ªculo de la ley de Enjuiciamiento Criminal en el que se describ¨ªan los derechos de todo acusado. Y ¨¦se a?o, precisamente, Roman¨ª se un¨ªa al despacho que Mario Conde y Enrique Lasarte abrieron en la madrile?a calle de Maldonado.
De repente, terminada la autobiograf¨ªa, y al hablar de la Operaci¨®n Cementeras - presunta apropiaci¨®n indebida de 1.500 millones de la que son acusados Conde y Roman¨ª-, el ex consejero delegado de la Corporaci¨®n Industrial revel¨® una parte muy diferente de su rostro, m¨¢s sombr¨ªa.
Conde habla haciendo exhibici¨®n de un histrionismo electrizante. Pero Roman¨ª, como un padre contando un cuento a su hijo. Su actuaci¨®n es natural. El y su grupo eran v¨ªctimas de gente perversa, hab¨ªa que defenderse. Y si era necesario, con reglas fuera del juego.
??Le cont¨® esto a Mario Conde??, pregunt¨® el fiscal. ??C¨®mo no le voy a contar eso si presentamos una querella criminal para presionar a los Serratosa!?. Para ello, Roman¨ª actu¨® en nombre de un ?grupo Banesto? -as¨ª dice el presunto contrato que firm¨® con Cede?o- que no exist¨ªa entonces, sin contar con poderes para hacerlo. ?No me ando con excesivos formalismos?, explic¨®. ?La querella criminal era uno de los pasos?, dijo. La informaci¨®n sucia se la proporcion¨® Cede?o. ?La labor es muy sencilla?, dijo sin pudor Roman¨ª. ?Primero presentamos esa querella; en segundo lugar, ten¨ªamos datos sobre exportaciones a Estados Unidos; tercero, Cede?o nos dijo que un agente de la CIA (Central de Inteligencia estadounidense) pod¨ªa colaborar si era necesario, y cuarto, la mejor informaci¨®n de todas era que los Serratosa quer¨ªan vender el grupo Valenciana a un grupo internacional llamado Cemex (Cementos Mexicanos)?.
Roman¨ª hizo todo esto a trav¨¦s de su despacho particular, en la madrile?a calle de Conde de Aranda. En Banesto, nadie supo nada. Hasta Conde, en contradicci¨®n con Roman¨ª, ha declarado su ignorancia. Los 1.500 millones, empero, nunca llegaron a los paname?os. Roman¨ª los deb¨ªa administrar en dos empresas -Data Transmission Systems y Montilsa- durante cinco a?os, seg¨²n el pacto alcanzado.
La semana pr¨®xima, seg¨²n ya hizo ante el juez Manuel Garc¨ªa-Castell¨®n, en la instrucci¨®n, Roman¨ª explicar¨¢ al tribunal por qu¨¦ y c¨®mo el dinero se perdi¨® -en realidad fue para comprar fincas del propio Roman¨ª y de Conde y a pr¨¦stamos para Conde- y por qu¨¦ y c¨®mo se hicieron otras dos presuntas estafas -Concha Espina y Oil Dor- para restituir el dinero perdido y pagarle a Cede?o.
Pero, de momento, aparte de las contradicciones con Conde, hay un punto sugestivo. La versi¨®n de Roman¨ª sugiere que, como siempre se ha sospechado, ¨¦l y Conde trabajaban con dossieres e informaci¨®n sucia. Quiz¨¢ hubo esa informaci¨®n para presionar a los Serratosa, por la que, desde luego, no se pagaron los 1.500 millones.
Ahora se puede ver que el fichaje del entonces coronel Juan Alberto Perote, el esp¨ªa mayor del Cesid (Centro Superior de Informaci¨®n de la Defensa) por Mario Conde, en 1995, no fue un accidente.
Si Roman¨ª dice haber pagado 1.500 millones por una informaci¨®n sobre los Serratosa, ?cu¨¢nto pod¨ªan valer los papeles del Cesid? Despu¨¦s de practicar el chantaje en el mundo de los negocios, volver a repetirlo con los papeles del Cesid, aunque esta vez fuera dirigido a un Gobierno moribundo, al menos merec¨ªa la pena.
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