Borrell y cambio
En Espa?a existe una mayor¨ªa potencial de centro-izquierda, y si no se manifest¨® como tal en las anteriores elecciones fue porque estaba desagregada y desmoralizada, con tendencias abstencionistas. La presencia de Borrell como candidato socialista podr¨ªa ser el catalizador de un reagrupamiento y movilizaci¨®n de esa mayor¨ªa. ?sa podr¨ªa ser la primera conclusi¨®n de los resultados del bar¨®metro estacional que hoy publica EL PA?S.El especial inter¨¦s de esta consulta deriva del hecho de haberse realizado cuando se cumple la mitad exacta de la legislatura, en v¨ªsperas del debate anual sobre el estado de la naci¨®n y en el momento en que acaba de hacerse oficial la entrada de Espa?a en la moneda ¨²nica. Pero tambi¨¦n, de la circunstancia de ser el primer bar¨®metro realizado con Borrell como candidato.
Sus resultados son parad¨®jicos. La mayor¨ªa valora tanto la situaci¨®n econ¨®mica como la pol¨ªtica, aprecia el ¨¦xito que supone la entrada en el euro y, en general, tiene una opini¨®n bastante buena de la gesti¨®n del Gobierno; pero si hubiera elecciones ma?ana, m¨¢s ciudadanos dar¨ªan su voto al PSOE que al PP. En otras palabras: el llamado factor Borrell parece resultar m¨¢s determinante que todos los dem¨¢s que inciden en el voto. Ello demuestra que exist¨ªa una mayor¨ªa potencial de centro-izquierda a la espera de una oportunidad para hacerse visible.
La entrada en el euro ven¨ªa consider¨¢ndose como una divisoria de aguas de la situaci¨®n pol¨ªtica. Por ejemplo, se supon¨ªa que ser¨ªa el momento para que los aliados nacionalistas del Gobierno, que tienen elecciones auton¨®micas este a?o o el siguiente, iniciaran sus maniobras de alejamiento: despu¨¦s de haber compartido la gloria del ¨¦xito europeo. Pero como ese ¨¦xito implicar¨ªa necesariamente buenos resultados en materia econ¨®mica -control del d¨¦ficit y de la inflaci¨®n, sobre todo-, m¨¢s de un estratega del PP propon¨ªa aprovechar el viento a favor del ingreso en la Europa del futuro para disolver y convocar elecciones: antes de que se iniciara el desgaste propio de toda gesti¨®n, y especialmente antes de que un cambio en la coyuntura econ¨®mica afectase al cr¨¦dito del Gobierno. En esa l¨ªnea estaban sobre todo quienes consideraban necesario alcanzar la mayor¨ªa absoluta para poder desplegar el programa ¨ªntegro del PP, sin necesidad de pagar peajes ideol¨®gicos o pol¨ªticos a los nacionalistas.
Pues bien, todos esos c¨¢lculos han pasado a segundo plano ante la din¨¢mica pol¨ªtica suscitada por la aparici¨®n de Borrell. Hace seis meses, con todos los dem¨¢s factores m¨¢s o menos como ahora, el PP aventajaba al PSOE en 4,6 puntos. La met¨¢fora de Aznar de la lluvia fina -ir calando poco a poco en el electorado- parec¨ªa estar produciendo efecto: cada trimestre aumentaba la diferencia a su favor. Sin embargo, ahora son los socialistas quienes llevan un punto y medio de ventaja.
Eso no significa que Borrell sea favorito para dentro de dos a?os. El propio sondeo detecta que la mayor¨ªa sigue pensando que es m¨¢s probable un triunfo de Aznar. Es posible que el tiempo vaya desgastando el entusiasmo por Borrell, favorecido por la sorpresa -a la gente le encanta lo inesperado-, y en ese sentido es l¨®gico que el PP prefiera esperar.
Es de suponer que ahora vendr¨¢ el contraataque del Gobierno, adaptando su estrategia al perfil del nuevo rival. Seguramente intentar¨¢ acreditar una imagen centrista, aunque es significativo que casi la cuarta parte del electorado considere al Gobierno ?muy de derechas? y s¨®lo el 17% le catalogue como de centro-derecha. Pero que el gobierno sea visto m¨¢s a la derecha de lo que se ve a s¨ª mismo s¨®lo puede significar que sigue existiendo una mayor¨ªa sociol¨®gica de centro-izquierda. Que pueda transformarse en mayor¨ªa electoral es una inc¨®gnita que comenzar¨¢ a despegarse en el debate sobre pol¨ªtica general que se inicia el martes.
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