Algunas veces, algunas voces
Algunas veces, algunos peri¨®dicos publican en primera p¨¢gina extra?as noticias. El diario brit¨¢nico The Guardian lo hizo el pasado d¨ªa 11. A toda plana -como se dec¨ªa antes- apareci¨® la foto de una ni?a de N¨ªger, enferma en brazos de su padre, y el siguiente titular: "Tiene s¨®lo tres a?os y sufre una plaga que mata a millones de personas, la plaga de la deuda". El tema era la deuda de los pa¨ªses pobres, un asunto antiguo, que a quienes pasen de los 40 podr¨ªa recordar las revistas progres de su juventud.A los hombres y mujeres de N¨ªger no les trae ning¨²n recuerdo: forma parte de su vida cotidiana. N¨ªger tiene que pagar a los pa¨ªses ricos (al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial) la deuda que contrajo hace a?os y, dado que es un pa¨ªs pobre, no le queda dinero para sanidad ni educaci¨®n. La ni?a de la foto sufre una enfermedad, el mal de Grazer, que fue vista por ¨²ltima vez en Europa en los campos de concentraci¨®n nazis y que se cura -informa The Guardian- con el mismo antibi¨®tico que nosotros utilizamos para curar las anginas de nuestros hijos.
Se trata de una extra?a noticia. No cuenta nada nuevo. Todos sabemos que parte de la desgracia de esos millones de africanos es el pago de la deuda. ?Por qu¨¦, pues, la extra?a decisi¨®n de publicarla a toda plana? Porque un grupo de personas -y la direcci¨®n de ese peri¨®dico- ha cre¨ªdo que la deuda es demasiado importante para dejarla en manos de economistas y banqueros y se ha unido a un movimiento, Jubileo 2000, que lanz¨® en 1990 un profesor brit¨¢nico.
El objetivo es que los ciudadanos exijamos a nuestros Gobiernos que condonen esa deuda antes de acabar el siglo porque, simplemente, nos averg¨¹enza la idea de que la ni?a de N¨ªger nos pague los 250 d¨®lares (37.000 pesetas) que nos debe. ONG y organizaciones religiosas y sindicales de todo el mundo apoyan este movimiento.
Pero no basta con condonar la deuda. El problema volver¨¢ a producirse si no hay nuevos mecanismos y si esos mecanismos no se arrancan de las manos exclusivas de los ultraortodoxos del FMI, del Banco Mundial o de los Gobiernos. Por lo menos, hasta que admitan que son corresponsables de lo que ha sucedido en esos pa¨ªses, al entregar cr¨¦ditos -nuestro dinero, el que pagamos a trav¨¦s de los impuestos- a reg¨ªmenes corruptos que se lo embolsaban o que los destinaban a la compra de armas. ?Ya no nos acordamos de los enormes pr¨¦stamos secretos que entregaron esos banqueros a Mobutu y que ahora tendr¨¢n que pagar los congole?os?
Jubileo 2000 incluye esas dos exigencias: publicidad de todo el proceso y compromiso de que los fondos liberados por la cancelaci¨®n de la deuda se destinen a programas que mejoren la vida de los ciudadanos de los pa¨ªses deudores. Pero sobre todo incluye prisa. En 1980, los pa¨ªses del ?frica subsahariana (entre ellos, N¨ªger) deb¨ªan 84.000 millones de d¨®lares. En 1998 la deuda hab¨ªa alcanzado ya 222.000 millones de d¨®lares. Algunos, como Mozambique, destinan al pago de intereses el 50% de todo lo que consiguen exportar.
No hay tiempo para respetar el acuerdo de 1996 del FMI sobre Pago de la Deuda por Pa¨ªses Pobres Altamente Endeudados, que ha promovido ya algunas condonaciones, pero que condiciona la iniciativa a que los pa¨ªses afectados mantengan durante seis a?os las reformas ideadas por el propio FMI. No hay tiempo para esperar a otra reuni¨®n -o simple tertulia, como la ha calificado un editorial de este peri¨®dico- del Grupo de los Ocho, que ha vuelto a limitar su compromiso, el pasado fin de semana en Birmingham, a vagas promesas y calendarios ambiguos. Como reconoci¨® un alto directivo del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, "si los consejos que damos en ?frica fueran seguidos en Estados Unidos, habr¨ªamos impedido la recuperaci¨®n de la econom¨ªa estadounidense". (La direcci¨®n de Jubileo 2000 en Internet es http://www.oneworld.org/jubilee2000/campaign.html).
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