El parado y el poeta
Que Paco Betriu sabe tratar con calidez y ojo certero a ciertos personajes tomados de la calle y que, a trav¨¦s de ellos, es capaz de elevarse hacia cotas cr¨ªticas e incluso sat¨ªricas de notable acidez es algo que hemos sabido siempre, desde aquellas implacables Coraz¨®n solitario o Furia espa?ola de la transici¨®n hasta Los fieles sirvientes, ya en la primera democracia; y que su mirada est¨¢ siempre pr¨®xima a los derrotados por la vida tambi¨¦n lo sab¨ªamos: ah¨ª est¨¢ Sinatra para probarlo. Betriu regresa ahora con un encargo, la adaptaci¨®n de la novela de Miguel Delibes Diario de un jubilado, que se estrena con el nombre de Una pareja perfecta. Lo de Delibes y nuestro cine es cosa complicada. Tiene la literatura de Delibes un aire de invencible previsibilidad, una colecci¨®n de buenos sentimientos concienzudamente distribuidos en cada p¨¢gina que tal vez funcione en el papel, pero que, desde luego, convertidas sus p¨¢ginas en carne de gui¨®n, dejan siempre un desolador sentimiento de cosa vista, una desarmante sensaci¨®n de rutina. Poco puede hacer Betriu con este material, pero hay que reconocerle a nuestro hombre un estimable valor. Por ejemplo, para utilizar el ¨²nico resquicio que le queda para mantener en pie, con dignidad, la tarea de realizar una aproximaci¨®n a Delibes no ramplona ni carrinclona, los peligros de empacho que tanto buen sentimiento junto podr¨ªan provocar. As¨ª, las peripecias de un parado infiel, consumidor voraz de culebrones televisivos e in¨²til perseguidor de la suerte en forma de concurso televisivo, que se ayuda para llegar a final de mes asistiendo a un poeta rico, anciano, enfermo y homosexual en sus paseos matinales, a la vez lazarillo y confidente, son ilustradas por Betriu con una profesionalidad a toda prueba y con un convencimiento admirables. No es el film una maravilla, pero entre sus im¨¢genes emerge por lo menos una dignidad de oficio bien practicado que lo salva del rid¨ªculo. Betriu lo construye a partir de uno de sus mejores talentos, la direcci¨®n de actores. Jos¨¦ Sazatornil, Saza, borda con el poeta uno de los mejores papeles de su carrera, mientras que Antonio Resines y su esposa en la ficci¨®n, la gran Kiti Manver, se las apa?an para componer unos personajes recreados desde el naturalismo y la convicci¨®n.
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