Marey: "Uno me dijo "Segundo, hoy te liberamos", pero otro dijo 'hay que matarle"
Segundo Marey pudo contar ayer ante el Tribunal Supremo, quince a?os despu¨¦s, c¨®mo fue secuestrado la noche del 4 de diciembre de 1983. Iba a ver por televisi¨®n un ep¨¬sodio de Benny Hill porque quer¨ªa "re¨ªr un rato". Son¨® el timbre y su esposa fue a abrir, ¨¦l subi¨® a lavarse las manos y al bajar vio la puerta abierta. Dos hombres le golpearon y arrastraron, descalzo y con las gafas rotas, hasta tumbarle en un veh¨ªculo. Siempre temi¨® que le "ejecutaran" y lleg¨® a desearlo. El d¨ªa que le iban a soltar, uno de sus secuestradores le dijo: "Hoy, Segundo, te liberamos", pero otro dijo: "Hay que matarlo".
En tono emocionado, pero sin dramatismos, Segundo Marey, que ahora tiene 66 a?os, impresion¨® en determinados momentos al auditorio al evocar c¨®mo tras bajar la escalera despu¨¦s de lavarse las manos vio la puerta de la calle abierta. Entonces un individuo se le acerc¨® preguntando si era suyo un coche que hab¨ªa fuera. Antes de que pudiera responder le pas¨® un brazo por la garganta y le arrastr¨® afuera, donde esperaba otro. "Me agarr¨¦ a la puerta, me puse a chillar hasta que a golpes y golpes tuve que soltar la puerta. Ah¨ª vi que mi mujer se escapaba. Gracias a Dios, pens¨¦, por lo menos ella est¨¢ a salvo", relat¨® Marey. En la lucha perdi¨® las zapatillas y se rompieron sus gafas.Un coche bajaba junto a la acera. Marey explic¨® que le arrastraron a su interior y le rociaron con un aerosol paralizante. Ya en el veh¨ªculo, sus captores le sentaron detr¨¢s y uno de ellos le apret¨® la cabeza contra el asiento. "Me llam¨® "porquer¨ªa". Porquer¨ªa ?por qu¨¦?. Me vino la idea de abrir la puerta y saltar, pero no pude."
Marey detall¨® c¨®mo uno de sus captores dio dos vueltas a un vendaje alrededor de su cuello hasta que casi qued¨® asfixiado. "El conductor le dijo: "cuidado, que le vas matar", y afloj¨® un poco. Yo no entend¨ªa, no sab¨ªa d¨®nde estaba, dec¨ªa mi nombre mis apellidos, y el conductor me gritaba: ?C¨¢llate, me pones nervioso!. Quer¨ªa ver una pel¨ªcula y una hora despu¨¦s me encontraba as¨ª. Era una locura."
El secuestrado no sab¨ªa que le hab¨ªan confundido con el etarra Mikel Lujua ni que sus captores eran mercenarios franceses. Hicieron unos 30 kil¨®metros hasta que, tras un percance en que el coche se sali¨® a la cuneta, le pusieron en la cabeza "un trapo, no una capucha", y le llevaron descalzo, "por un sitio que hab¨ªa hierba". Luego atraves¨® dos riachuelos, esperaron en medio del fr¨ªo, volvieron a subirle a otro coche con otro conductor... Describi¨® extensamente todas la vueltas que le hicieron dar, los cambios de coche y de escenario que pudo apreciar y la sensaci¨®n de que "siempre se esperaba algo". Hasta que al fin bajaron una cuesta y entraron "en algo como una sala, y ah¨ª me dejaron un poco tranquilo".
"Me llamaron etarra"
Estaba en la caba?a de Colindres (Cantabria), donde permaneci¨® nueve d¨ªas."Alguien vino y me dijo en espa?ol: "Etarra". Yo perd¨ª la cabeza y contest¨¦: "Etarra, no". El otro dijo: "?Eres t¨² el que cobra el impuesto revolucionario? "?Yo?, Si yo soy viajante en Francia?", le dije. "Pues por eso, porque ves a mucha gente..."".Yo insist¨ª en que no y me dijo: "Ya cantar¨¢s..."Marey dijo que no hablaron mucho con ¨¦l durante su cautiverio y que sus vigilantes nunca se identificaron como polic¨ªas. Un d¨ªa pregunt¨® si lo iban a matar: "Yo estaba convencido desde el principio que me iban a ejecutar. A veces lo deseaba, se?or, lo deseaba. Ellos no contestaban. A veces uno dec¨ªa: "Segundo, tranquilo".
Marey desbarat¨® gran parte de la versi¨®n dada por Luis Hens y Jos¨¦ Ram¨®n Corujo, los encargados de su custodia. Dijo que al llegar a la caba?a le pusieron unos algodones con esparadrapo sobre los ojos y le tuvieron "todo el tiempo con la cabeza tapada". Les contradijo tambi¨¦n al asegurar que "hac¨ªa mucho fr¨ªo". Era la primera vez que Marey dec¨ªa que le hubieran drogado, y no supo explicar muy bien c¨®mo le suministraron la droga, que el crey¨® percibir inhalando, "a trav¨¦s del humo". Tambi¨¦n describi¨® alucinaciones: "Ve¨ªa culebras en el suelo, de color, con pelo". Tambi¨¦n el rostro de su mujer y de sus hijas, que se iban empeque?eciendo hasta esfumarse. Relat¨® que en esos 10 d¨ªas nunca logr¨® defecar, y para orinar "me llevaban a un rinc¨®n y all¨ª orinaba".
Uno de los d¨ªas les pregunt¨®: "?Por qu¨¦ a m¨ª?". "Porque quer¨ªamos una mierda como t¨²", le respondieron. El testigo precis¨®, sin embargo, que en la caba?a "nunca" le pegaron, que le dieron "unas zapatillas del 42 y dos pares de calcetines", y que "fumaba mucho tabaco rubio y con mucho gusto". Pero luego precis¨® que "la tortura ps¨ªquica fue horrorosa": "Un d¨ªa me sacaron de la casa. Yo pens¨¦: Marey, ya es la hora. Y les dije: "Hoy no, ma?ana". Prefer¨ªa que me ejecutaran al otro d¨ªa. No me respondieron". "Com¨ª una o dos veces.Un huevo duro, un poco de at¨²n en lata, una manzana, era dura, una naranja, queso, creo." Marey no mencion¨® en el men¨² la fabada Litoral que uno de sus guardianes asegur¨® haberle dado.
El d¨ªa que le iban a liberar uno le dijo: "Hoy, Segundo, te liberamos", pero otro dijo: "Hay que matarlo". Despu¨¦s, el primero le confi¨®: "Como ves, aqu¨ª tambi¨¦n hay sanguinarios...".
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