La teor¨ªa marica
Mientras en la Espa?a negra y tambi¨¦n azul un viejo pat¨¢n -con el m¨¢s f¨¢cil recurso de los graciosos del sainete- consigue el prop¨®sito de llamar la atenci¨®n que su obra literaria reciente ya no despierta, en el mundo civilizado prospera la queer theory. Traducir bien estos t¨¦rminos resulta escabroso, porque si en espa?ol decimos s¨®lo marica, que es la acepci¨®n figurada pero dominante del adjetivo queer, se pierde el matiz de lo raro o extra?o (eso significaba tradicionalmente) que los homosexuales anglosajones incluyen a conciencia en su adopci¨®n de una palabra que empez¨® a usarse contra ellos insultantemente.El auge y hasta el nacimiento de la teor¨ªa marica y los estudios gays y lesbianos se debe a la cultura universitaria norteamericana, responsable en los ¨²ltimos 15 a?os de rid¨ªculos excesos en el examen y valoraci¨®n de las obras art¨ªsticas. No puedo hacer aqu¨ª la historia de los llamados "estudios culturales" ni la de las respuestas que ha suscitado, algunas tan conocidas como la de Harold Bloom (El canon occidental) y Robert Hughes (La cultura de la queja). Por mi naturaleza me inclino a tomar con simpat¨ªa cualquier ataque dial¨¦ctico que una minor¨ªa hostigada lleve a cabo en el terreno de la clasificaci¨®n social y el arte, reinterpretando el mundo recibido de las mayor¨ªas dominantes bajo la luz de la sospecha y la compensaci¨®n. Pero por otro lado, el de mi juicio, siento rechazo por la pol¨ªtica que consiste en elevar los m¨¦ritos y significaci¨®n de una novela o un cuadro en raz¨®n de su franqueza sexual o su pertenencia al grupo de las causas justas, y tambi¨¦n por la rec¨ªprocamente contraria, rebajar la grandeza de Shakespeare a causa del reci¨¦n revelado imperialismo y misoginia de su obra o ridiculizar el silencio de los autores (Eliot y Henry James son blancos favoritos en cuya herm¨¦tica trastienda descubren casi a diario armarios secretos).
Toda corriente nueva de militancia, toda reclamaci¨®n de los derechos escamoteados, implica -y siempre ha sido as¨ª- un inicial arrebato remunerativo, una precipitada confusi¨®n de lo elemental con lo esencial. En los Estados Unidos ya no hace falta leer a los mandarines de m¨¢s genio para restablecer el equilibrio de los valores reales; la propia Eve Kosofsky Sedgwick, pionera, vocera y sin duda una de las figuras m¨¢s sustanciales en la cr¨ªtica literaria marica, acaba de publicar un interesant¨ªsmo ensayo en un volumen que ella compila, Novel Gazing, donde establece, no sin iron¨ªa, la diferencia entre lo que por mucho tiempo ha sido una exagerada lectura paranoica de los grandes textos, y el enfoque meramente reparativo que los estudiosos queer tendr¨ªan ahora que aplicar en su b¨²squeda de una verdad art¨ªstica no sujeta a la condena y los premios ideol¨®gicos.
Volvamos, con la debida profilaxis, a la Espa?a de hoy. Aunque a alguien le duela, tambi¨¦n aqu¨ª existen en el m¨¢s serio nivel universitario los estudios gays y lesbianos y diversas publicaciones que los acompa?an. Juan Vicente Aliaga es a mi juicio el m¨¢s destacado autor espa?ol, y ¨¦l es uno de los contribuyentes al libro colectivo Conciencia de un singular deseo (Laertes), que recoge las intervenciones de un curso de verano dedicado a estos estudios y organizado por el profesor Xos¨¦ M. Bux¨¢n (la cosa fue en Vigo, en la misma Galicia donde algunos conservan el tarro de las esencias con el tap¨®n bien apretado). El libro es muy desigual, y sin duda incurre en paranoias, pero entra tambi¨¦n por vez primera en un territorio de desmesurada virginidad (hay un trabajo interesante del brit¨¢nico Paul Julian Smith sobre Haro Ibars y Card¨ªn en relaci¨®n con la literatura del sida). ?Acabar¨¢ siendo esto de la queer theory una moda pasajera o, por el contrario, un modo de devolver la naturalidad a lo que las buenas conciencias empiezan a aceptar como irremediable? De la cosa ha hablado otro prohombre nacional, Pl¨¢cido Domingo, reci¨¦n salido de la espa?ol¨ªsima experiencia de su Luna de Valencia; por sus declaraciones sabemos que a ¨¦l tampoco le gusta tomar, pero respeta a los que lo hacen por nacimiento. "No tienen m¨¢s remedio", dijo el m¨¢s tonto de los grandes cantantes contempor¨¢neos.
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