Avaricia y nada de f¨²tbol
Italia se clasifica tras un partido desesperante ante Austria

Italia se parece tanto a Italia que todav¨ªa encuentra sitio para Bergomi, que no acepta juntos a Del Piero y a Roberto Baggio, que gana un partido sin darse un lujo. El pa¨ªs de la est¨¦tica se tiene que conformar con grandes y ret¨®ricos discursos para vestir un f¨²tbol avaro, intepretado por jugadores que se conocen la historia de Maldini de memoria. Saben que est¨¢n condenados a galeras. Debe ser triste pasar por el f¨²tbol sin disfrutarlo. Su gente celebra una victoria como la de ayer, pero lo hace con un entusiasmo fingido, porque del coraz¨®n les sale otra cosa. Que salga Baggio para recordarles que alguna vez el f¨²tbol fue algo festivo.Austria es otra historia. Tiene todos los defectos de Alemania y ninguna de sus virtudes. Es un equipo de apariencia aparatosa, pero con pegada de mosca. Hasta sus veteranos sufren en la comparaci¨®n, y nadie lo explica mejor que Polster, que a su pereza natural ha a?adido la erosi¨®n que provoca la edad. Al intentar girarse le crujen las bielas. Tuvo ocasi¨®n de hacerlo en dos jugadas que pudieron ser decisivas, pero no puede darse la vuelta.
En su reduccionismo, Maldini ha inventado un nuevo concepto: el trivote. Primero fue el medio centro -figura capital en el f¨²tbol-, despu¨¦s apareci¨® el doble pivote -con evidentes obligaciones defensivas- y ahora el trivote, que es lo mismo pero con un especialista m¨¢s en la contenci¨®n. Sus nombres: Dino Baggio, Di Biagio y Pesotto, que ocup¨® el lugar de Albertini, un medio matraca que quiz¨¢ le resulta atrevido a Maldini, a la vista del rasero que utiliza. As¨ª escriben el f¨²tbol algunos. Por detr¨¢s tampoco faltan defensas: Nesta, Cannavaro, Costacurta y Maldini. Se lesion¨® Nesta -que no podr¨¢ regresar durante el Mundial- en el comienzo del encuentro y sali¨® Bergomi. Est¨¢ bien que as¨ª sea. Nos recuerda su primer Mundial, hace 16 a?os, en aquel equipo calculador y ventajista que gan¨® la Copa del Mundo. ?ste le imita en esos aspectos, aunque con peores jugadores.
Algo dice una ola que dura siete minutos en las gradas. Significa que la gente se aburre ante lo que sucede en el campo. Y con raz¨®n. Esto de la ola es una pesadez nacida en Disneylandia, pero se comprende en partidos como ¨¦ste. A falta de f¨²tbol s¨®lo hay dos respuestas: marcharse o hacer el oso. As¨ª que la ola.
En el primer tiempo no sucedi¨® nada, como ten¨ªa previsto Maldini. Dar un pase era dificil¨ªsimo; dos, imposible. Con tantas referencias defensivas, Italia se desentendi¨® de Del Piero y Vieri, desconectados del juego y pendientes de sacar petr¨®leo en alguna intervenci¨®n imprevista. Porque lo previsto es que no intervengan. Italia no est¨¢ dise?ada para generar juego. Est¨¢ construida para dificultar la vida de su rival. Si es Austria resulta f¨¢cil.
Los austriacos pretenden imitar a Alemania, pero sin contundencia, fe y resultados. Miremos a Feiersinger, el cl¨¢sico l¨ªbero que se adelanta para provocar ventajas num¨¦ricas. ?Con qu¨¦ resultado? Nulo. Sus jugadores tienen un discutible talento, si es que lo tienen. Su laboriosidad s¨ª es indiscutible, pero si los italianos no dan dos pases por est¨¢r gen¨¦ticamente predispuestos a ello, los austriacos no lo hacen porque no pueden. Maradona dir¨ªa que tienen los pies cuadrados.
A falta de noticias en el campo, lo m¨¢s colorista fue el contencioso que mantuvo Cesare Maldini con Moriero. El seleccionador italiano reproch¨® a su jugador, con aspavientos y desplantes, su falta de entusiasmo para ocupar el lateral derecho cuando atacaba Austria. Moriero se volv¨ªa loco. Quer¨ªa obedecer, pero su instinto le ped¨ªa otra cosa. Moriero es un extremo regateador al que obligan a cumplir las funciones de carrilero: cubrir grandes distancias, sacrificarse defensivamente. ?l lo intentaba, pero no pod¨ªa. Ha nacido para otra cosa y no hay Maldini que lo cambie.
Sobre la soluci¨®n del partido, apenas apuntar que el primer gol fue un cabezazo de Vieri en el ¨¢rea peque?a. M¨¦rito del italiano y error del portero, que no se movi¨® de la raya de gol. Hasta el segundo gol s¨®lo tuvo trascendencia el cambio de Del Piero por Roberto Baggio, exigido a gritos por la hinchada. Curiosamente la gente quiere m¨¢s a Baggio que a Del Piero. Es el cari?o por el jugador fr¨¢gil, intermitente y delicioso, un modelo que se deber¨ªa producir con m¨¢s frecuencia en Italia, pa¨ªs creativo en casi todo menos en el f¨²tbol.
En un cuarto de hora, Baggio devolvi¨® tanto cari?o con tres jugadas estupendas, especialmente la del segundo gol: un toque inteligente para Inzaghi, que realiz¨® un gran movimiento de desmarque y volvi¨® a encontrar a Baggio en el segundo palo. Un tanto sencillo, preciso, exquisito. La excepci¨®n en un partido apestoso.
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