Una larga cadena de errores
El seleccionador no aguanta la trascendencia de los grandes torneos
Espa?a gana 6-1 y se despide del Mundial. Precisamente ese resultado habla m¨¢s que ninguna otra cosa del capital desperdiciado y de los incontables errores cometidos en todos los ¨¢mbitos de la selecci¨®n. Desde la torpe direcci¨®n de Clemente hasta los fallos de enfoque, pasando por el inexplicable tumulto generado alrededor de un equipo que necesitaba lo contrario: tranquilidad y atenci¨®n a sus desaf¨ªos.Clemente se extrav¨ªa. Las grandes competiciones ejercen un efecto devastador sobre Clemente, incapaz de soportar las tensiones que se generan en un Mundial o en la Eurocopa. No aguanta la trascendencia de los torneos, ni las expectativas que se generan. En Estados Unidos 94, en la Eurocopa del 96 y en el Mundial de Francia, el seleccionador ha sido v¨ªctima de su extrav¨ªo. Su inter¨¦s por provocar conflictos y buscarse enemigos habla de su inmadurez para afrontar los rigores de su cargo.
Un clima irrespirable. Siempre dispuesto a buscarse enemigos, Clemente no encontr¨® ninguno a mano. La prensa se someti¨® a todas sus exigencias: consider¨® muy razonable la elecci¨®n de convocados, no habit¨® con el equipo como en otras ocasiones, consinti¨® el brev¨ªsimo periodo diario -una hora- para contactar con los jugadores y acept¨® la pol¨ªtica de puertas cerradas en los entrenamientos. Esta situaci¨®n super¨® a Clemente, v¨ªctima nuevamente de su tentaci¨®n destructiva. Escogi¨® a los periodistas como enemigos, se crey¨® su pel¨ªcula, se olvid¨® de sus verdaderos objetivos -los partidos contra Nigeria y Paraguay- e inici¨® un imparable proceso de ofuscaci¨®n. Por supuesto, el equipo se vio sometido a una multitud de tensiones innecesarias que terminaron por afectar su rendimiento.
Problemas de dise?o. El partido frente a Nigeria revel¨® la peor versi¨®n de Clemente como entrenador. Sus equipos rara vez se han distinguido por el protagonismo. Siempre ha preferido el papel de tapado. Pero el prestigio del f¨²tbol espa?ol y de sus jugadores obligaban a la selecci¨®n a una funci¨®n diferente. Ten¨ªa que protagonizar. Clemente no estaba preparado. Frente a Nigeria dispuso un equipo construido seg¨²n la previsible alineaci¨®n de los africanos. Pero en lugar de jugar con dos delanteros, Nigeria s¨®lo meti¨® uno. Suficiente para descolocar a Clemente, obligado a traspasar a Nadal al medio campo junto a Hierro. La mezcla era imposible. Y las soluciones en el partido tambi¨¦n fueron cuestionables. El debutante Iv¨¢n Campo actu¨® como lateral en la segunda parte. No ten¨ªa ni el oficio, ni las condiciones.
Negarse a la realidad. En lugar de aceptar la realidad del resultado y de sus errores, Clemente sufri¨® un shock tras el partido contra Nigeria. Acrecent¨® su agresividad frente a la prensa, se encerr¨® en una dial¨¦ctica pueril y requiri¨® la adhesi¨®n de sus jugadores. De paso volvieron a confundirse de rival.
Actitud gregaria. Frente al notable potencial del equipo, faltaron voces propias, alg¨²n jugador capaz de articular un discurso sensato, aut¨®nomo del oficial. En este sentido la ausencia de Guardiola result¨® tan decisiva fuera del campo como dentro. El gregarismo de los internacionales habla poco en favor de su personalidad.
Mal juego. Los factores externos condujeron a una situaci¨®n delicada. La selecci¨®n espa?olafue incapaz de superar la presi¨®n y jug¨® muy mal en los dos primeros partidos del Mundial. Los notables (Fernando Hierro, Ra¨²l, Luis Enrique...) fracasaron en una cita que sirve de referencia para establecer la jerarqu¨ªa en la escala futbol¨ªstica.
Mala cabeza. El papel de la federaci¨®n ha sido decepcionante. El presidente no ha ejercido. Debi¨® cerrar la puerta a la est¨¦ril pol¨¦mica que abri¨® Clemente, pero su falta de autoridad fue lamentable. El problema es que ni siquiera se enter¨® de que hab¨ªa un problema.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.